– Las fiestas modernas no me entusiasman -replico Jiao.
– Aqui no se celebra ninguna fiesta manana por la noche. Si no estas a gusto en la otra, puedes irte cuando quieras. ?Por que no vienes?
– Lo pensare, Yang.
– ?Y usted, senor Chen? -pregunto Yang, frunciendo los labios en un mohin provocador.
– Bailo muy mal. La ultima vez, Jiao tuvo que ensenarme todos los pasos.
– Entonces, no solo eres responsable de ti misma, Jiao. Tienes que traer al senor Chen -afirmo Yang, antes de alejarse correteando por el cesped-. Adios, Jiao. Adios, senor Chen.
Habia sido una interrupcion interesante, porque planteo una pregunta que el tambien se habia hecho acerca de Jiao. Para los
– Yang siempre dice cosas asi -explico Jiao. Estaba sentada con las piernas recogidas y se abrazaba las rodillas contra el pecho-. Es una mariposa que va revoloteando de una fiesta a otra. Las fiestas pueden ser agotadoras, ?sabe?
Quizas aquellas otras fiestas estuvieran llenas de gente moderna y fueran mas salvajes y mas largas, como en las peliculas que pasaban por television. Chen no lo sabia.
Al inspector jefe se le ocurrio otra pregunta, pero prefirio no hacerla. ?A que se dedicaba Yang? Siempre pululando de fiesta en fiesta, vestida con ropa elegante. Era sin duda una «chica cara». Chen habia visto un par de veces la limusina que solia esperarla frente a la mansion.
Pero lo que hicieran las otras chicas que acudian a la mansion Xie no era asunto suyo.
– Siempre pululando de fiesta en fiesta -repitio Chen en voz alta-. ?Que sentido tiene?
– Bueno, depende de su perspectiva. ?Cual es la perspectiva de una mariposa? -pregunto Jiao, mientras una sonrisa reflexiva asomaba a sus labios-. Por ejemplo, quiza se ha fijado en el brasero de laton que hay junto a la chimenea del salon. La abuela Zhong lo usaba de cubo de la basura en el barrio antiguo. Pero aqui se ha convertido en una preciada antiguedad que simboliza las costumbres de la vieja Shanghai, cuando las damas ricas lo usaban para calentarse los pies en invierno.
Esta era la primera vez que Jiao mencionaba a la abuela Zhong. ?Y donde estaba el barrio antiguo? Jiao crecio en un orfanato. Puede que se refiriera al barrio de algun pariente. Alguien de la generacion de Shang. Chen no consiguio recordar a nadie con ese nombre en
– Lo que dice tiene mucho sentido, Jiao. Entonces, ?piensa dedicarse a la pintura?
– No se si tengo suficiente talento. Me gustaria averiguarlo, por eso asisto a las clases del senor Xie.
– Puede que Xie sea muy conocido en su circulo, pero no tiene formacion academica. Por curiosidad, ?por que asiste a sus clases?
– Usted estudio en la universidad, pero no todo el mundo ha tenido tanta suerte, senor Chen. Yo empece a trabajar cuando era muy joven. Para mi, encontrar a un profesor como Xie fue un golpe de suerte increible.
– Es una decision inusual para una chica como usted.
– Aqui no solo aprendo a pintar. El senor Xie no es ningun advenedizo, y su obra capta muy bien el espiritu de los tiempos.
Chen no entendio a que se referia Jiao con «el espiritu de los tiempos», pero prefirio esperar en lugar de pedirle que se lo aclarara.
– La verdad es que lo capta todo -siguio diciendo Jiao con expresion pensativa- en ese marco suyo tan caracteristico. Un marco que da perspectiva al cuadro.
Sorprendentemente, este comentario le recordo a Chen otro similar que habia hecho su padre, quien veia el confucianismo como un marco que hacia aceptable el sistema etico imperante. Quiza lo mismo podia decirse del maoismo, aunque, en realidad, no era un marco eficaz. Ni siquiera para el propio Mao, cuya doble vida tal vez se debio al fracaso de su teoria politica.
– Es muy perspicaz -dijo Chen, interrumpiendo sus divagaciones.
– No es mas que mi forma de ver los cuadros de Xie, tan influidos por sus aspiraciones y sus dificultades a lo largo de estos anos.
Chen se asombro al oir esta respuesta. Puede que la amabilidad de Jiao para con Xie no se debiera a que este la estaba ayudando a vender el «material de Mao», como sospechaba Seguridad Interna, sino a su sincera apreciacion por la obra de su profesor.
– Segun T.S. Eliot, es preciso separar al artista de su arte. Un poema no tiene por que decirnos nada sobre un poeta, ni un cuadro…
El movil lo interrumpio antes de que pudiera reconducir la conversacion hacia la pregunta que queria hacer. Jiao se levanto sin hacer ruido, indicandole con el dedo que se dirigia a un rincon del jardin donde diera menos el sol.
Era Wang, el presidente de la Asociacion de Escritores de Pekin. Wang le dijo que Diao, el autor de
Tras cerrar el movil, Chen recorrio el jardin con la mirada hasta localizar a Jiao. Estaba sentada en cuclillas en un rincon, arrancando hierbajos y ramitas con las manos, con el pantalon de peto embadurnado de pintura y los pies descalzos salpicados de tierra. Parecia una jardinera muy trabajadora. O una habitante de la mansion ocupandose de su jardin.
La imagen le parecio conmovedora: la silueta de una muchacha en flor, con los hombros resplandecientes bajo el sol de la tarde, recortada contra las ruinas de un viejo jardin, el cielo salpicado de nubes dispersas como veleros, el olor de la hierba que se extendia con la brisa…
Jiao era vivaz e inteligente, pese a su escasa formacion academica. Chen deseo conocerla mejor, mientras observaba como se curvaba su esbelta espalda cada vez que se inclinaba para arrancar las malas hierbas. Pero este era un caso sobre Mao, volvio a decirse a si mismo, y solo le quedaba alrededor de una semana, el plazo impuesto por Seguridad Interna. Tenia que encontrar otra forma de «acercarse a ella», por emplear el termino del ministro Huang.
Chen se levanto y se dirigio hacia donde estaba Jiao, agachandose despues a su lado para ayudarla en lo que hacia. La muchacha tenia a sus pies un monton de hierbajos arrancados de raiz.
– Disculpa la interrupcion. Estaba disfrutando con nuestra charla.
– Yo tambien.
– ?Esta noche no se celebra ninguna fiesta, Jiao?
– No.
– Me encantaria quedarme un rato mas -dijo Chen mirandose el reloj-, pero debo encargarme de unos asuntos urgentes. Aunque no me llevaran mucho tiempo. Si no tiene nada que hacer esta noche, ?que le parece si continuamos nuestra conversacion durante la cena?
– Bueno, estaria muy bien, pero…
– Hecho, entonces -contesto Chen, mirandola fijamente por un momento-. No muy lejos de aqui hay un restaurante. Antes habia sido la residencia de la senora Chiang.
– Ya veo que le atrae todo lo relacionado con el pasado. Me han dicho que la comida no es ninguna maravilla y que es un restaurante bastante caro. Aun asi, mucha gente quiere comer alli.
– Les gusta imaginarse que son el presidente Chiang Kai-shek o la senora Chiang, al menos durante una hora, frente a una copa de vino espumoso. Hacerse ilusiones no puede ser demasiado caro.
– ?Que horror!
– ?Por que lo dice, Jiao?
– Esas personas, ?es que no pueden ser ellas mismas?
– Segun los escritos sagrados budistas, todo son apariencias, incluido el propio yo -dijo Chen, levantandose-. El restaurante esta muy cerca, puede ir andando. La vere alli esta noche.
Mientras salia del jardin con paso decidido, Chen vio a un hombre de mediana edad que merodeaba frente al pequeno cafe, mirando furtivamente hacia el otro lado de la calle. Tal vez era un agente de Seguridad Interna, penso Chen, aunque nunca lo habia visto. De ser asi, el agente seria testigo de su cena a la luz de las velas junto