sigue siendo posible disfrutar de la vida», le dijo Aiguo a su desconcertado nieto, al parecer absorto de nuevo en Confucio. «Confucio dice algo muy parecido acerca de uno de sus mejores alumnos.»

Un dia, de camino al colegio, Xiaoguo paso frente a una casa nueva que tenia la puerta abierta y pudo ver en su interior a algunas personas muy ocupadas preparando enormes banquetes sacrificiales en honor de sus antepasados. Debia de ser una familia rica, dado el numero de coches lujosos estacionados frente a la casa. Incluso habian contratado a monjes de un templo budista para que salmodiaran pasajes de los escritos sagrados. Xiaoguo no pudo contenerse y se acerco a la puerta. Para su sorpresa, vio que un cangrejo salia de la casa y correteaba hasta la acera. Debia de haberse escapado de la cocina en pleno ajetreo. Nadie le presto atencion, asi que Xiaoguo se saco el sombrero y, rapido como una centella, corrio hasta su casa, preparo la salsa especial a su manera e hirvio el cangrejo. Despues de devorarlo sin saborearlo apenas, pinto una cara multicolor en el caparazon del cangrejo con un caracter chino debajo: el correspondiente al verbo «jurar». El nino colgo el caparazon en la pared como si de una mascara primitiva se tratara. A su regreso, al ver la mascara y escuchar lo sucedido de boca de Xiaoguo, que aun estaba lavando el sombrero en el fregadero, Aiguo perdio los estribos y abofeteo con rabia a su nieto.

«?Como puedes saltarte la escuela por un cangrejo? ?Que verguenza! ?Y encima era un cangrejo que huia de la ofrenda que hacian otros a su antepasado! Eso va totalmente en contra de los ritos confucianos. Es mas, te metiste el cangrejo en el sombrero. Ni uno solo de los alumnos de Confucio tuvo que enderezarse el sombrero en toda su vida.» Aiguo se ablando al ver que el nino sollozaba desconsoladamente. «Estudia mucho. Cuando vayas a la universidad, yo te comprare los cangrejos.»

«?Y eso de que me va a servir?», pregunto Xiaoguo, sollozando y relamiendose a un tiempo. «Tanto tu como padre estudiasteis en la universidad, ?pero de que os ha servido?»

«?Entonces que piensas hacer?»

«Sere un 'bolsillos llenos', y entonces te comprare cangrejos.

Montones de cangrejos, te lo juro. Por eso hice un juramento en el caparazon del cangrejo.»

«Confucio dice…»

«?Gilipolleces!»

Era una pieza realista. Chen busco en las Analectas los muchos «no comas» sobre los cangrejos, y los encontro en el capitulo titulado «Casa vieja», aunque Confucio se referia a la carne y el pescado en general, no a los cangrejos. Al menos no exclusivamente a los cangrejos, pese a lo que Aiguo le habia contado a su nieto. Era evidente que Long habia leido otros libros, ademas de los de Mao. A los miembros del comite de la Asociacion de Escritores no les gusto la narracion porque «se une a las quejas de la multitud sin reconocer el inmenso progreso que la reforma ha supuesto para China». Ademas, el relato carecia de trama argumental, o de un estilo trabajado. Con todo, a Chen le gusto la jugosa anecdota, y sospecho que aquellos detalles tan graficos provenian de la pasion del propio Long por los cangrejos. A Chen tambien le gustaban, y, pese a no ser un empresario de exito como Gengbao, habia tenido mucha mas suerte que Aiguo. Debido a su cargo de inspector jefe, se relacionaba con «bolsillos llenos» que ocasionalmente lo invitaban a comer cangrejos y otras exquisiteces.

Como si existiera una correspondencia misteriosa, su telefono movil se puso a vibrar. Era una llamada de Gu, un prospero hombre de negocios dueno de empresas, restaurantes y clubes. Chen no pudo reprimirse y le menciono la historia de los cangrejos, tras preguntarse si en la actualidad aun era posible comprar cangrejos a precios estatales.

A continuacion marco el numero de la Asociacion de Escritores de Shanghai y, tras una larga conversacion con la secretaria ejecutiva, consiguio la informacion que necesitaba sobre Long.

Chen empezo a preparar la lista de preguntas que le haria a Long. Cuando iba por la mitad oyo que alguien llamaba a la puerta. Para su sorpresa, le habian dejado un cesto de bambu lleno de cangrejos de rio vivos, casi cinco kilos. La cesta adjuntaba una breve nota de Gu.

Estas demasiado ocupado para venir a mi restaurante, lo se.

Hemos enviado otro cesto al domicilio de tu madre.

Chen lamento haberle mencionado la historia de los cangrejos. El coste de un cesto como ese debia de ser prohibitivo, aunque no llevaba una etiqueta con el precio. O aun no. Por el momento, sin embargo, Chen se repitio a si mismo el topico de que el fin justifica los medios. Despues de todo, trabajaba en un caso sobre Mao, y el cesto podria serle util para el importante encuentro con Long.

Chen marco el numero de Long y le propuso ir a visitarlo. Se habian conocido en la sede de la asociacion, pero la llamada debio de suponer una sorpresa para Long, sobre todo cuando Chen anadio al final: «Traere algo para comer, y podemos charlar mientras bebemos unas copas».

10

Alrededor de una hora despues, Chen llego a una callejuela de la Ciudad Antigua y vio a Long esperando frente al bloque de pisos. Pese a la pista que Chen le habia dado por telefono, Long quedo estupefacto al ver el cesto de cangrejos de rio.

– Mi humilde morada se ilumina con su visita -dijo Long-. Me abruma con todos estos cangrejos.

– Me impresiono su historia sobre los cangrejos, Long. Y, casualmente, conozco a alguien que trabaja en un restaurante. Pude conseguirlos al precio estatal, asi que decidi venir a verlo.

– No me sorprende que tenga buenos contactos, camarada inspector jefe Chen, pero lo del «precio estatal» si.

Chen sonrio sin dar mas explicacion; Long estaba en lo cierto, no existia ningun «precio estatal».

Long recibio a Chen en su piso de un solo ambiente: dormitorio, salon, comedor y cocina en la misma habitacion. Una mesa pintada de rojo estaba dispuesta en medio de la estancia. Cerca de la puerta habia un fregadero y una cocina de briquetas de carbon. Unas pinzas de cangrejo, de color rojo escarlata, decoraban una de las paredes blancas.

– Hoy mi mujer esta de canguro en casa de su hermana -explico Long-. Podemos hablar tranquilamente mientras disfrutamos del festin de cangrejos. Deje que los prepare primero, seran solo unos minutos.

Long metio los cangrejos en el fregadero que habia bajo la ventana y empezo a lavarlos con una escobilla de bambu. Dejo el grifo abierto y, mientras los cangrejos seguian moviendose, saco una olla grande, la lleno de agua hasta la mitad y la coloco sobre una bombona de propano.

– Los haremos al vapor. Es la mejor manera de cocinarlos, y tambien la mas sencilla.

– ?Puedo ayudarlo en algo, Long?

– Corte a rodajas el jengibre para la salsa -le indico Long, sacando un trozo de rizoma.

Long se agacho sobre el fregadero y se puso a limpiar los cangrejos con un cepillo de dientes viejo. Mientras Chen acababa de cortar en rodajas el jengibre, Long empezo a atar las pinzas de los cangrejos, uno por uno, con tiras de ropa blanca.

– Asi los cangrejos no perderan las patas en la vaporera -comento Long, metiendolos en la olla.

Ahora Chen ya estaba convencido de que el Aiguo del relato era el propio Long. La destreza con que preparaba los cangrejos lo impresiono.

– Le dire una cosa, inspector jefe Chen. Yo tambien comia cangrejos cada mes a principios de los anos setenta.

Eso fue durante la Revolucion Cultural, penso Chen, cuando Long era un «trabajador erudito revolucionario» que gozaba de privilegios al alcance de solo unos pocos.

– Lo imaginaba. Su relato debe de estar basado en sus experiencias.

La salsa especial a base de vinagre, azucar y jengibre ya estaba lista. Long metio los palillos en la salsa, la probo y se relamio. A continuacion abrio una botella de vino de arroz amarillo Shaoxing, sirvio un vaso a Chen y otro para el.

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