Pese a que el parque Beihai era tambien conocido como parque del Mar del Norte, no habia mar, solo un lago artificial de tamano exagerado a fin de complacer al emperador. Con todo, era un parque magnifico, situado en el centro de la ciudad y contiguo a la Biblioteca de Pekin, donde antes trabajaba Ling. Detras del parque se divisaba la silueta resplandeciente de la Pagoda Blanca.
Chen se encamino hacia un pequeno puente que recordaba de anos atras. Tras doblar por un sendero, vio una tienda de artesanias semioculta entre el follaje veraniego. Decidio entrar, pero todo le parecio demasiado caro. Tal vez por la tarde tuviera algo de tiempo para comprar un regalo en los almacenes Xidan. Entonces el puente aparecio ante sus ojos. Una muchacha, apoyada en la barandilla, contemplaba las verdes montanas que se veian a lo lejos. Se oia el zureo de una paloma. Chen volvio a sentirse invadido por una sensacion de
El desolador murmullo del arrollo
aun tan verde bajo el puente,
las ondulaciones en el agua que reflejaban su llegada
a paso ligero. Semejante belleza
avergonzaria a un ganso salvaje hasta provocar su huida.
Cierta tarde, en uno de los ultimos anos de universidad de Chen, Ling se cito con el en el parque para llevarle algunos libros que el le habia pedido. Pero tardo en salir de clase, y Ling tuvo que esperarlo durante un buen rato. Mientras se dirigia apresuradamente al lugar, Chen la vio esperando sobre los tablones enfangados de un puentecillo. Ling apoyaba un pie en la barandilla y se rascaba el tobillo. El cabello, alborotado por el viento, le enmarcaba el rostro. La escena le parecio inexplicablemente conmovedora: era como si Ling se confundiera con el fondo de amentos de sauce, que simbolizaban la belleza desventurada en la poesia de la dinastia Tang.
Resultaba imposible saber si la escena de los amentos de sauce habia presagiado el inicio de su relacion. Sin embargo, no era el momento mas oportuno para ponerse nostalgico, se dijo Chen mientras iba hacia el restaurante.
La fachada del restaurante Fangshan parecia muy antigua. En un tranquilo patio enlosado, una camarera vestida a la usanza de las damas palaciegas de la dinastia Qing se le acerco y lo condujo hasta un reservado del restaurante. Lo sorprendio la omnipresencia del amarillo, un color reservado exclusivamente para la familia real. La mesa, rodeada de paredes pintadas de amarillo, estaba cubierta con un mantel color albaricoque, y sobre el varios palillos dorados. A su espalda habia una antigua vitrina decorada con dragones dorados en relieve. Tras sentarse junto a la ventana, Chen abrio el maletin y saco la informacion que habia recopilado sobre Diao.
Diao era un recien llegado al mundillo literario. Fue profesor de secundaria hasta su jubilacion, y no habia publicado nada hasta que, de repente, escribio el superventas
La gente atribuyo el exito de
Dos o tres minutos antes de la una, la camarera condujo hasta la mesa a un hombre de cabello gris y complexion mediana, con la frente surcada de arrugas y ojos pequenos y vivaces. Llevaba una camiseta negra, pantalones blancos y zapatos relucientes.
– Usted debe de ser el senor Diao -dijo Chen, levantandose de la mesa.
– Si, soy Diao.
– Es un gran honor conocerlo. Soy Chen. Su libro,
– Gracias por su invitacion. El Fangshan es un restaurante imperial, realmente caro. Habia oido hablar de el, pero nunca habia estado.
– Estudie en Pekin hace bastantes anos, y entonces sonaba con venir aqui. Lo he escogido tambien por razones nostalgicas.
– No es un mal motivo -afirmo Diao con una sonrisa que dejaba entrever sus dientes manchados de nicotina-. ?Recuerda la frase de nuestro gran lider, el presidente Mao? «Seiscientos millones de personas son, todas ellas, Sun y Yao, los grandes emperadores.» Una hiperbole poetica, sin duda, pero Mao tenia razon en una cosa: a los ciudadanos les gusta la idea de ser emperadores, o de ser como emperadores.
– Esta usted en lo cierto.
– Eso explica la popularidad de este restaurante. La gente viene no solo por la comida, sino tambien porque se asocia al ambito imperial. Durante unas horas pueden imaginar que son emperadores.
Otro tanto podia haber dicho de Shang. Quiza disfrutaba imaginandose como la mujer de un emperador. Chen alzo su copa sin hacer ningun comentario.
La camarera se acerco hasta su mesa y les ofrecio un platillo con delicados
– Estan hechos con judias verdes especiales -explico la camarera, percatandose de la sorpresa de Chen-. Son realmente deliciosos. El plato favorito de la emperatriz viuda.
– Estupendo, los probaremos -respondio Chen-. Recomiendenos otras especialidades de la casa.
– En el reservado, el precio minimo es de mil yuanes. Tienen que gastar al menos esa cantidad, y permitanme recomendarles una comida exquisita a base de manjares ligeros. Todo servido en platos pequenos, unos veinte, segun las preferencias de la emperatriz viuda. Veinte era el numero minimo de platos que la emperatriz solia tomar. Para empezar, pescado vivo del Mar del Sur Central al vapor, con jengibre tierno y cebolletas.
– Muy bien -dijo Chen-. A nadie se le escaparia la asociacion entre la Ciudad Prohibida y el Mar del Sur Central.
– ?Que mas? -pregunto Diao por primera vez.
– El pato asado pekines, por supuesto.
– ?Patos del palacio?
– Autenticos patos de Pekin. Especialmente alimentados, de entre seis y ocho meses. La mayoria de los restaurantes cocinan ahora con un horno electrico. Nosotros continuamos usando un horno tradicional de lena, y no se trata de lena de cualquier clase: la nuestra procede de una madera de pino especial que permite que el sabor penetre en la textura de la carne. Era un procedimiento exclusivo para los emperadores -explico la camarera con orgullo-. Ademas, nuestros chefs aun siguen la tradicion de hinchar el pato insuflandole aire ellos mismos y de coserle el ano antes de meterlo en el horno.
– ?Caramba, cuantas cosas se pueden aprender sobre un pato! -exclamo Diao.
– Ofrecemos las cinco celebres maneras de servir el pato: lonchas de piel de pato crujiente envueltas en creps, lonchas de carne de pato fritas con ajos tiernos, pies de pato banados en vino, mollejas de pato salteadas en poco aceite con verduras y, por ultimo, sopa de pato, aunque la sopa tarda unas dos horas en adquirir una consistencia cremosa.
– Esta bien. Me refiero a la sopa -dijo Chen-. Tomense el tiempo que necesiten para prepararla. Traiganos las especialidades que considere usted mejores. La comida de hoy es en honor de un gran escritor.
– Me abruma con su generosidad -respondio Diao.
– Con los negocios he hecho fortuna, pero ?que mas da eso? Dentro de cien anos, ?seguira siendo mio ese dinero? De hecho, como dijo nuestro gran maestro el Viejo Du, solo la literatura perdura miles de otonos. Me parece muy indicado que un escritor novato como yo invite a comer a un maestro como usted.
El discurso de Chen recordaba a otro que habia pronunciado Ouyang, un amigo al que Chen habia conocido en Guangzhou. Ouyang, poeta aficionado pero empresario de exito, habia afirmado algo similar mientras comian
Con respecto a las obras de no ficcion, sin embargo, Chen era un autentico novato, asi que de hecho podria aprender algo de Diao.
– Su libro fue un enorme exito -continuo diciendo Chen-. Por favor, cuenteme que lo llevo a escribirlo.