– Fui profesor de secundaria durante toda mi vida. Tenia la costumbre de empezar mis clases citando proverbios. Ahora bien, para que un proverbio se transmita a traves de generaciones, su significado ha de tener relacion con nuestra cultura. Un dia cite un proverbio que dice asi:
– Es fantastico -dijo Chen-. Debio de documentarse muy a fondo sobre la vida de Shang.
Si, pero tampoco demasiado.
– Es como un libro detras de un libro. En los parrafos sobre la hija, la gente puede leer la historia de la madre.
– Cada lector lee desde su perspectiva particular, pero es un libro sobre Qian.
– Cuenteme mas cosas acerca de la historia detras de la historia. Me fascinan los detalles autenticos.
– Lo que no puede decirse debe quedar confinado al silencio -respondio Diao con cautela-. ?Que es cierto y que no lo es? A usted le gusta
Como Chen habia imaginado, y pese a la invitacion al restaurante Fangshan, Diao no estaba dispuesto a hablar abiertamente con un desconocido, ni siquiera admitiria que el libro estaba basado en una historia real.
– La gente de mi generacion ha oido todo tipo de historias sobre esos anos -prosiguio Diao, tras beber un sorbo de te-. Mientras el archivo oficial permanezca cerrado al publico, tal vez nunca sepamos si determinada historia es cierta o no.
– Sin embargo, usted sin duda recopilo mas informacion de la que aparece en el libro.
– Solo inclui los datos que considere fiables.
– Aun asi, debio de entrevistar a mucha gente.
Diao no respondio. Por un altavoz exterior empezo a sonar una cancion de la popular serie televisiva
Cuantas veces, al ponerse el sol rojo,
un hombre de cabello blanco pesca, solo, en el rio
cargado de historias de tiempos inmemoriales…
La serie televisiva estaba basada en una novela historica sobre las vicisitudes de los emperadores y futuros emperadores en el siglo III, y la novela se cerraba con un poema escrito desde la perspectiva de un viejo pescador.
– ?Recuerda el poema «Nieve» de Mao? -pregunto Diao cambiando de tema.
– Si, sobre todo la segunda estrofa: «Los rios y las montanas, tan llenos de encanto / llevaron a innumerables heroes a rendirles homenaje. / Por desgracia, el primer emperador de los Qin y el emperador Wu de los Han / carecian de talento literario; / el emperador Tai de los Tang y el emperador Tai de los Song / tenian el corazon yermo de poesia; / Gengis Khan, / el orgulloso hijo del cielo en su generacion, / solo sabia disparar a las aguilas, con el arco tensado. / ?Todos han desaparecido! / Para encontrar lo que es realmente heroico, / hay que fijarse en el presente».
Al volver la camarera se interrumpio la conversacion. La muchacha deposito una gran fuente sobre la mesa.
– El pescado vivo del Mar del Sur Central.
– Tuve que distinguir entre lo que seria publicable y lo que no -continuo Diao despues de servirse un gran filete de pescado.
– Hableme entonces de su investigacion preliminar.
– ?Y que sentido tiene que se lo explique? Solo fue cuestion de llamar a una puerta tras otra. Disfrutemos de la comida. Para serle sincero, soy un
– Venga, esta comida no es nada para un autor de exito como usted. Por eso decidi abandonar los negocios.
– No deja de referirse a mi libro como un superventas. Se vendieron muchos ejemplares, es cierto, pero yo recibi muy poco dinero.
– Eso es increible, senor Diao.
– No suene con ganar dinero escribiendo libros. Para eso, sera mejor que continue con sus negocios. Si le sirve de algo, no me importa decirle lo que he ganado. Menos de cinco mil yuanes. Segun el editor, se arriesgo mucho imprimiendo una tirada inicial de cinco mil ejemplares.
– ?Y que hay de la segunda edicion, y de la tercera? Debieron de reeditarlo mas de diez veces.
– Nunca hay una segunda edicion. Nada mas tener exito un libro, las copias pirata inundan el mercado y el autor no ve ni un solo centimo.
– ?Que verguenza! Solo cinco mil yuanes -exclamo Chen.
El habia ganado lo mismo con algunas de sus traducciones mas lucrativas, pese a que no pasaban de las diez paginas. Con todo, Chen sabia que le habian adjudicado aquellos proyectos porque era inspector jefe. Echo una ojeada a su maletin de piel. En su interior llevaba al menos cinco mil yuanes, que habia traido para comprarle un regalo de boda a Ling. No obstante, despues de verla alejarse en aquella lujosa limusina la noche anterior, le habian entrado dudas al respecto. Cinco mil yuanes era mucho dinero para el, pero para ella era una cantidad irrisoria.
Chen cogio el maletin, lo abrio con un chasquido y saco un sobre.
– Aqui tiene un pequeno «sobre rojo» con unos cinco mil yuanes, senor Diao. No es mas que una pequena muestra de mi admiracion.
Era un sobre abierto, repleto de dinero, del que sobresalia un billete de cien yuanes con la imagen de Mao proclamando como dirigente supremo del Partido en China: «Cuanto mas pobres, mas revolucionarios».
– Si le soy sincero, me interesaria escribir algo sobre Shang, se publique o no. El sobre es una especie de compensacion por su valiosa informacion. Para un empresario como yo, constituye una inversion, pero tambien es una muestra del respeto que siento por usted.
– Un viejo como yo, senor Chen, no tiene nada de que presumir, pero creo que se juzgar bien a las personas. Sea lo que sea, lo que busca no es dinero.
– Nada de lo que me diga sera blanco o negro. Y nadie podra demostrar que es usted mi fuente, senor Diao. Fuera de esta habitacion, puede negar haberme visto jamas.
– No es que me oponga a contarle la historia de Shang, senor Chen -respondio Diao, acabandose el te-, pero los datos que recopile quiza no sean mas que habladurias. No puede tomarselos al pie de la letra.
– Entiendo. Como no soy poli, no tengo que basar cada frase en datos contrastados.
– No escribi el libro sobre Shang; sin embargo, eso no significa que su historia no debiera escribirse. En diez o quince anos, tal vez bastantes aspectos de la Revolucion Cultural hayan caido en el olvido. Por cierto, no estara grabando esta conversacion, ?verdad?
– No, claro que no.
Chen volvio a abrir el maletin y le mostro su contenido.
– Confio en usted. Entonces, ?por donde empiezo? -siguio diciendo Diao, sin apenas esperar a que Chen le respondiera-. Bueno, no me andare por las ramas. En cuanto a Shang, lo crea o no, conoci por casualidad a un vendedor ambulante cuyo puesto de pescado quedo destrozado por el impacto del cuerpo de Shang al caer desde la ventana de un quinto piso…
La camarera les trajo el pato pekines asado; llego acompanada de un cocinero vestido de blanco, con gorro incluido, especializado en cocinar carne de pato. El cocinero arranco la crujiente piel de pato ante la mesa de Chen y Diao con ademan teatral.
– Las lonchas de piel de pato crujiente, envueltas en creps finas como el papel y aderezadas con cebolletas y salsa especial eran el plato favorito de la emperatriz viuda -explico la camarera-. Y para este plato especial de