Chen no sabia ya que pensar. Durante la cena, el comentario del hombre sobre el pescado podria haber sido un chiste mas o menos ingenioso. En plena pasion sexual, no obstante, citaba de nuevo a Mao, lo que resultaba sumamente extrano…
Chen por fin cayo en la cuenta de que la voz con acento de Hunan imitaba a Mao.
?Acaso aquel hombre interpretaba un papel, el papel de Mao?
Desde el momento en que entro en el piso, el hombre habia hablado y actuado como Mao, de ahi sus comentarios en la mesa sobre lo beneficioso que era el tocino para el cerebro, o sobre el caracter revolucionario de la pimienta. Eran detalles extraidos de las biografias de Mao. Por no mencionar todas las citas del propio Mao, ademas del poema que le habia escrito a su esposa, «Sobre la fotografia de la cueva encantada en las montanas Lu». El falso Mao debia de conocer la interpretacion erotica del poema, y lo citaba en el mismo contexto.
El inspector jefe habia leido algun libro acerca de las fantasias sexuales, pero lo que Jiao y su amante estaban interpretando en el dormitorio iba mucho mas alla de cualquier fantasia. Era una interpretacion minuciosa, pervertida, absurda.
De pronto, algo parecio ir mal en la cama.
Es una cueva encantada, nacida de la naturaleza.
Inefable, inefable…
«Mao» no acabo de recitar el ultimo verso. ?Habia olvidado las palabras que faltaban durante su ascenso a las cumbres del extasis sexual?
En el silencio que se produjo a continuacion, Chen escucho a Jiao proferir un sonido apagado que duro dos o tres minutos antes de que la muchacha saltara exasperada:
– ?Que pino tan magnifico! Partido, sin savia, sin vida.
– Venga -repuso «Mao»-, he trabajado demasiado ultimamente. Ya sabes que tengo muchas cosas entre manos.
– Si, tienes muchas cosas en la cabeza, ya lo se. Ultimamente no eres el mismo.
– No te preocupes. «No importa cuan fuerte soplen los vientos y batan las olas, / estoy tranquilo, como el que pasea por un patio.»
– No lo cites constantemente. Estoy mas que harta de todo esto. ?Esta noche ni siquiera eres tan bueno como el viejo!
– ?De que viejo hablas?
– ?Acaso no hablas de el, actuas como el y te haces pasar por el todo el tiempo?
Chen cayo en la cuenta de que algo estaba fallando en el dormitorio. «Mao» continuaba recitando el poema para excitarse sexualmente y asi «dejarse llevar por las nubes y por la lluvia» junto a Jiao, pero no lo conseguia.
– Tomemonos un respiro -propuso «Mao»-. Necesito cerrar los ojos un momento.
– Ya te dije que no te apresuraras -replico ella.
Otro breve silencio envolvio la habitacion.
– Por cierto, ?has visto a Chen ultimamente? -pregunto «Mao» de pronto.
– Me han dicho que acaba de volver a Shanghai, pero no se donde ha estado. ?Por que?
– Esta tarde intento hablar conmigo durante el coctel.
– Tiene contactos en el mundo de los negocios. No te preocupes por el, ya te he dicho que es muy amable.
– Es muy amable contigo, por supuesto.
– Esta escribiendo un libro sobre los anos treinta, por eso me ha hecho algunas preguntas.
– Y por eso cenaste con el a la luz de las velas la otra noche.
– ?Que? ?Como lo sabes?
– Y tu tambien eres muy amable con el -dijo «Mao» con tono sarcastico-. Es muy diferente a los demas, como tu misma has dicho. Tiene talento, y ademas puede permitirse invitarte a cenar en un restaurante caro.
– No, eso no es cierto. Solo es un aspirante a escritor, te lo aseguro.
– No es en absoluto lo que afirma ser. Es alguien que podria tener contactos en las altas esferas. Me ha llegado un soplo acerca de el, y su aparicion en el coctel no fue ninguna coincidencia. Lo descubrire. Este maldito mono no se escapara de la palma de la mano de Buda.
El «mono» al que se referia «Mao» era el personaje de
– ?Que vas a hacer respecto a Chen?
– ?Lo ves? Te preocupa incluso cuando yaces desnuda en mis brazos.
– Tienes unos celos irracionales. Si eso es lo que quieres, dejare de verlo. Acepte su invitacion porque estaba ayudando a Xie. No hay nada entre nosotros.
– Bueno, ahora no hablemos de el.
«Mao» no parecia querer adentrarse en el tema. Fuera quien fuese, se trataba de un hombre posesivo que veia a Chen como una amenaza.
Chen volvio a escuchar el mismo sonido de antes, borboteando en el silencio de la habitacion. Esta vez, «Mao» no recito ningun poema. El inspector jefe solo oyo su respiracion entrecortada y los chirridos del colchon de madera.
Pero «Mao» fracaso de nuevo.
– Hoy estoy demasiado cansado -musito.
Chen abrio un poco mas la puerta corredera del vestidor y pudo vislumbrar, entre la penumbra, las siluetas de dos cuerpos blancos sobre la cama, recostados en sendas almohadas.
– Hoy estas reventado -dijo ella-. Entre tu preocupacion por Chen y…
– ?Que estas diciendo? -le espeto «Mao», exasperado-. ?Crees que Chen podria reventarme? ?Escucha lo que te digo! No va a salir tan bien parado la proxima vez.
– No tengo nada que ver con el. De verdad. Te lo juro por el alma de mi abuela. -Jiao se lo habia tomado en serio, fuera lo que fuese lo que «Mao» habia querido decir con «la proxima vez»-. Solo va a casa de Xie porque necesita documentarse para el libro que esta escribiendo.
– ?Por que demonios no puedes dejar de ir alli? Ni Chen ni Xie son asunto tuyo, joder.
– Voy a clase de pintura por ti. Querias que tuviera estudios y que fuera culta para ser digna de ti.
– Queria que te pulieras un poco, como Shang, para que fueras como ella en todo.
– Pero he aprendido muchas cosas alli. Xie es un hombre muy cultivado.
– Asi que realmente te importa Xie. Ya veo…
– ?Como puedes decir eso! -exclamo Jiao.
Un objeto de cristal, quizas un vaso, cayo al suelo y se rompio en mil pedazos.
Tal vez Jiao habia tirado la taza que estaba sobre la mesita de noche con un movimiento repentino. En el
– No te muevas -dijo Jiao, bajando de la cama de un salto-. Ire a buscar la escoba y lo recogere.
En el vestidor, escondido detras de la puerta, el inspector jefe pudo entrever el cuerpo desnudo de Jiao acercandose sin hacer ruido. Chen calculo que podria salir corriendo en el preciso instante en el que ella abriera la puerta. Jiao, demasiado sorprendida para reaccionar, no lo reconoceria en la oscuridad. «Mao», que continuaba tumbado sobre la cama, no conseguiria atraparlo.
Chen metio las manos en la rendija de la puerta sin dejar de escuchar los pasos de Jiao, que se iban aproximando lentamente…
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