De repente se encendio una luz dentro del vestidor; parecia como si se hubiera activado con el sonido de las pisadas de Jiao al acercarse.

Era una lucecita minuscula, que solo ilumino tenuemente un circulo en el suelo. Probablemente estaba conectada a un temporizador automatico.

Conteniendo la respiracion, Chen tenso los musculos y se dispuso a salir corriendo.

Pero la puerta del armario no se abrio.

Para su sorpresa, los pasos comenzaron a alejarse.

A Chen le parecio oir, sudando entre sorprendido y aliviado, que Jiao se dirigia a la cocina.

Al cabo de un minuto la oyo volver, probablemente con la escoba de la cocina.

Fue un autentico milagro que hubiera ido a buscar la escoba de la cocina en lugar de coger la que guardaba en el vestidor.

«Mao» encendio la lampara de la mesita de noche despues de que Jiao volviera al dormitorio.

Chen alcanzo a ver por fin el cuerpo de Jiao, de un blanco refulgente, y contemplo la delicada tension de su espalda curvada y de sus nalgas cuando la muchacha se agacho para barrer el suelo con una escoba y un recogedor.

No fue mas que una vision fugaz. Jiao recogio los trozos de cristal y volvio a la cocina con la escoba y el recogedor.

Al regresar al dormitorio, la muchacha apago la luz nada mas meterse en la cama.

?Por que se habia molestado en ir, desnuda, hasta la cocina para buscar una escoba cuando guardaba otra en el vestidor? Quiza no queria usar una escoba suave para limpiar el te vertido en el suelo. En Shanghai solian usarse escobas hechas con trozos de bambu en los patios de las casas shikumen o en las cocinas con suelo de cemento. Para un dormitorio, sin embargo, se empleaban escobas fabricadas con juncos de Luhua, u otras de mejor calidad, fabricadas con bonote…

– Primero dijiste que ibas alli por las clases de pintura -siguio diciendo «Mao»-. Pense que te vendria bien ir, pero cada vez pasas mas tiempo en la casa de Xie. Clases, fiestas…, y a veces vas sin ninguna excusa. ?Por que?

– ?Que puedo hacer aqui? Tu siempre estas ocupado, solo vienes por tu racion de nubes y de lluvia.

– Y eso no es todo. Has estado cuidando muy bien a Xie, cocinando, limpiando y lavandole la ropa, pero necesitas una asistenta para que te ayude aqui. Cuando estuvo enfermo en el hospital, te quedaste horas junto a su cama.

– Xie ha sufrido mucho. Ahora es un anciano que vive solo, y yo solo quiero ayudarlo un poco, como tambien hacen sus otras alumnas.

– ?Como hacen sus otras alumnas? No sigas tomandome el pelo. Incluso llegaste a proporcionarle una coartada falsa. Aquella noche, por lo que recuerdo, volviste a casa bastante pronto. ?Por que lo hiciste?

– Es incapaz de hacerle dano a nadie, incapaz de matar una mosca. Intentaron tenderle una trampa, tuve que ayudarlo.

– ?Ayudarlo? ?Ayudarlo posando desnuda para el y arriesgandote a cometer perjurio por el? -pregunto «Mao» alzando la voz-. Me dijiste que, antes de ir a sus clases, no lo conocias. Eso es otra mentira. Hizo cuanto estuvo en su mano por ayudarte, y me remonto a los anos que pasaste en el orfanato.

– Yo no sabia nada.

– Ahora es toda una leyenda en Shanghai. Tiene una mansion que vale una fortuna, ademas de una coleccion fabulosa.

– ?Por quien me tomas?

– ?Como puede importarte un tipo tan patetico?

?Era posible que le importara? Si bien Chen habia observado que existia algo entre Xie y Jiao, nunca habia contemplado realmente esa posibilidad.

No obstante, no resultaba del todo descabellado pensar que Jiao se hubiera sentido atraida por Xie. No necesariamente por intereses materiales, sino por un ansia espiritual. Tal vez viera en el entorno de Xie la continuacion imaginada del mundo de Shang, destrozado por Mao. Ademas, la relacion con Xie quizas aportara un significado simbolico a la tragica vida de la joven, porque el recuerdo de Mao tambien estaba destrozando su mundo.

– ?Acaso te importo como ser humano? No, no soy mas que un objeto de tu fantasia, como un jarron, un adorno, un Mercedes o una casa.

– ?Estas mal de la cabeza? Compre aquel pergamino para ti. Costo el equivalente de cinco Mercedes.

– No, lo compraste para ti. Para alimentar tu fantasia de ser Mao.

– Y si le propuse a Xie comprarle la casa fue por ti. Xie no seria nada sin esa maldita casa.

– ?Tu estabas detras de la oferta que le hizo la inmobiliaria! Deberia haberlo imaginado. Tu y tus contactos con la «manera blanca» y con la «manera negra».

– De no haber sido por la intromision de Chen, Xie estaria hoy en la calle. Y ahora escuchame bien. El que se interponga en mi camino, sea quien sea, recibira su merecido. No se librara ni siquiera tu senor Chen, pese a todos sus contactos. La proxima vez no escapara solo con una advertencia de mis hermanitos.

– ?Por eso se marcho de repente de la ciudad? ?Eres capaz de cualquier cosa!

– Si, soy capaz de deshacerme de cualquiera que se me ponga por delante. Y ni se te ocurra pensar que alguien te ayudara a alejarte de mi. No hay nadie en este mundo capaz de ayudarte. Ni Chen, ni Xie ni Yang…

– ?Yang? ?Por que mencionas a Yang?

Esa puta intentaba arrastrarte a otras fiestas, donde seguro que habrias conocido a otros hombres.

– ?Que? -Jiao se incorporo en la cama, que crujio y chirrio-. ?Como has podido…?

– ?Usa el cerebro, joder! -gruno «Mao»-. ?Quien mas cuida de ti?

– Tu solo te cuidas de ti mismo. Follas conmigo solo porque Mao se follaba a mi abuela.

– Pero yo soy Mao, el hijo del cielo, y tu no puedes ser de nadie mas. ?De nadie mas!

Chen estaba seguro de que el hombre tumbado en la cama estaba loco. No se limitaba a imitar a Mao, creia ser Mao.

– Pero Yang…

Jiao no pudo acabar la frase y comenzo a sollozar desconsoladamente.

– Preferiria defraudar a todos los habitantes del mundo antes de que ellos me defraudaran a mi. ?Hacer la revolucion no es como invitar a la gente a cenar, estupida!

Chen reconocio la primera frase. Era una cita de Cao Cao, un estadista de la dinastia Han al que admiraba Mao. Y la segunda era una cita famosa del Libro rojo, una frase que los Guardias Rojos repetian mientras golpeaban a la gente y destrozaban sus posesiones a principios de la Revolucion Cultural.

Por otro lado, el comentario del hombre tambien daba a entender que habia matado a Yang porque, a su modo de ver, la muchacha se habia convertido en una amenaza para el. Su asesinato, y el posterior abandono de su cadaver en el jardin de Xie, podria haber servido para acabar con el viejo -tambien una amenaza- de no haberle proporcionado Jiao inesperadamente una coartada.

– Eres un monstruo demente, matas como si arrancaras malas hierbas -grito Jiao histerica.

– ?Perra desagradecida!

El hombre la abofeteo con fuerza.

– ?Hijo bastardo de Mao!

Su protesta dio paso a un sonido sordo: «Mao» debia de estar impidiendo que gritara. Por la noche, el alboroto procedente de la habitacion de una joven soltera podria llamar la atencion de los vecinos.

Chen se levanto de un salto y asio el borde de la puerta, pese a que aun no estaba seguro de como actuar. La violencia domestica no era una de sus prioridades en aquellos momentos, y podria enterarse de muchas mas cosas si Jiao y el hombre continuaban peleandose.

El inspector jefe tropezo con algo en el interior del vestidor y a punto estuvo de caerse. Era la escoba. Quedo paralizado al notar un bulto bajo el pie. Habia algo duro entre las fibras de bonote de la escoba. Se agacho y lo examino bajo el resplandor de la lucecita. La cabeza de la escoba parecia gastada, pero estaba atada con un cordel relativamente nuevo.

Tal vez, tras desatar las fibras de bonote, Jiao hubiera insertado algo en su interior y luego las hubiera vuelto a atar.

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