los procesos dependia basicamente del azar y que, en definitiva, su destino estaba en manos de un irresponsable psiquicamente perturbado.
Cuando estaba obligado a despachar con alguien, la situacion era surrealista.
Los clientes hablaban, yo no oia ni una sola palabra, pero asentia. Ellos seguian hablando, tranquilizados. Al final les estrechaba la mano con una sonrisa de comprension.
Parecian apreciar que el abogado les hubiera dejado desahogarse asi, sin interrumpirles, y que, evidentemente, hubiera comprendido sus problemas y sus exigencias.
Era una buena persona, fue el comentario que le hizo a mi secretaria una jubilada que queria querellarse contra el vecino porque le ponia notas obscenas en el buzon. No parecia ni siquiera un abogado, dijo. Era verdad.
Ellos estaban contentos y yo, en el mejor de los casos, solo tenia una vaga idea del problema. Juntos nos dirigiamos hacia la catastrofe.
Fue en esta fase -despues de haber conseguido dormir durante alguna noche- cuando ocurrio algo nuevo. Me empezaron a dar ataques de llanto. Al principio me ocurria en casa, por la noche, recien llegado, o por la manana cuando me despertaba. Luego, fuera de casa. Caminaba por la calle, mis pensamientos se alejaban sin control y rompia a llorar. Conseguia controlar la situacion, a pesar de todo, tanto en casa como en especial por la calle, pero cada vez me resultaba un poco mas dificil. Me concentraba en mis zapatos o en las matriculas de los coches y principalmente evitaba mirar a la cara a los transeuntes, quienes -estaba convencido del todo- se habrian dado cuenta de lo que me estaba ocurriendo.
Al final me paso en mi despacho. Era una tarde y hablaba de algo con mi secretaria cuando note como llegaban las lagrimas y una sensacion dolorosa en la garganta.
Empece a contemplar obtusamente una pequena mancha de humedad de la pared y al mismo tiempo respondia con movimientos de cabeza, atemorizado por si Maria Teresa descubria lo que estaba ocurriendo.
Efectivamente, lo comprendio muy bien, de repente se acordo de que tenia que hacer unas fotocopias y con mucho garbo salio de la habitacion.
Pasaron apenas unos segundos y empece a llorar y no me detuve tan facilmente.
Pense que no valia la pena esperar a que el fenomeno se repitiera, por ejemplo, durante un juicio.
Al dia siguiente llame a mi medico y le pedi el nombre de aquel especialista.
5
El psiquiatra era alto, macizo, imponente, con la barba y las manos como palas. Me lo imagine mientras inmovilizaba a tortazos a un loco furioso y le ponia la camisa de fuerza.
Fue bastante amable, teniendo en cuenta la barba y la mole. Me lo hizo contar todo y asentia. Esto me parecio tranquilizador. Despues pense que tambien yo asentia cuando hablaban los clientes y me senti menos tranquilo.
Y dijo que sufria de una forma especial de trastorno de adaptacion. La separacion habia funcionado en mi psique como una bomba de relojeria y llegado a un determinado punto se habia producido un efecto de ruptura. O mejor, una serie de rupturas en cadena. No habia obrado bien descuidando el problema durante tantos meses. Se habia producido una degeneracion del trastorno de adaptacion, que corria el riesgo de transformarse en una depresion de gravedad media. Estas situaciones no debian ser subestimadas. No tenia que preocuparme, sin embargo, porque el hecho de haber acudido al psiquiatra constituia un signo positivo de autoconciencia y una premisa para la curacion. Ciertamente era necesario un tratamiento farmacologico, pero en definitiva, en el plazo de algunos meses, decididamente la situacion habria mejorado.
Pausa y mirada intensa. Debia de formar parte de la terapia.
Luego se puso a escribir, rellenando una pagina del recetario con nombres de ansioliticos y antidepresivos.
Tenia que tomar aquellos potingues durante dos meses. Tenia que intentar distraerme. Tenia que evitar estar reflexionando sobre mi mismo. Tenia que intentar captar los aspectos positivos de las cosas evitando pensar que mi situacion no tenia salida alguna.
Tenia que darle trescientas mil liras, de recibo ni hablar y nos vemos dentro de dos meses para el control.
Al saludarme, en la puerta, me desaconsejo que leyera los folletos explicativos de los medicamentos. Era un verdadero conocedor de la psique humana.
Busque una farmacia alejada del centro, para no encontrarme con nadie. Queria evitar que delante de cualquiera de mis clientes, o de cualquier colega mio, el farmaceutico le gritara al dependiente en la trastienda frases del tipo: «Mira en el armario de los psicofarmacos si tenemos el valium psiquiatrico extrafuerte para este senor».
Tras haber dado algunas vueltas en coche escogi una farmacia del barrio Japigia, en la periferia de la ciudad. La farmaceutica era una chica huesuda, de aspecto poco sociable, y le di la receta sin mirarla a la cara. Me sentia tan a gusto como un seminarista en un sex-shop.
La farmaceutica huesuda estaba preparando la cuenta cuando interprete el papel que habia preparado: «Como ya estoy aqui, cogere una cosa para mi. ?Tiene vitamina C efervescente?»
Me miro un segundo, sin decir nada. Conocia el guion. Luego me dio la vitamina C, junto con todo lo otro. Pague y me largue como un ladron.
Al llegar a casa, desempaquete, abri las cajas y lei los folletos explicativos de los medicamentos. Todos eran interesantes, pero mi atencion fue atraida de manera hipnotica por los efectos colaterales del antidepresivo: el compuesto a base de Trankimazin.
La descripcion empezaba con simples vertigos para pasar rapidamente a sequedad bucal, vision confusa, estipticidad, retencion urinaria, temblores y alteracion de la libido.
Pense que de la alteracion de la libido ya me habia ocupado yo solo y segui leyendo. Asi descubri que un numero reducido de hombres que toman Trankimazin desarrolla erecciones prolongadas y dolorosas, es decir, lo que se llama priapismo.
Este problema podia incluso requerir una intervencion quirurgica de emergencia, la cual podia, a su vez, determinar una discapacidad sexual permanente.
El final, sin embargo, era tranquilizador: el riesgo de sobredosis mortales por consumo de Trankimazin era afortunadamente mas bajo respecto al relacionado con el consumo de antidepresivos triciclicos.
Acabada la lectura, empece a meditar.
?Que se hace en el caso de una ereccion prolongada y dolorosa? ?Se va al hospital aguantandosela con la mano? ?Se usan calzoncillos
Es mas: ?que hace falta para una sobredosis mortal de Trankimazin? ?Bastan dos pildoras? ?Hay que tomarse la caja entera?
No halle respuestas para aquellas preguntas, pero el compuesto acabo en el retrete junto con todos los demas medicamentos que me habia recetado mi psiquiatra. Mi ex psiquiatra.
Vacie a conciencia todos los envases y tire de la cadena. Luego tire a la basura las cajas, los frascos, las ampollas y los folletos explicativos.
Cuando hube acabado me servi medio vaso abundante de whisky -
Mientras empezaban a pasar las primeras imagenes, encendi un Marlboro -
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