junio de 1976 adjudico usted, o dio instrucciones para que le fuera adjudicada, o permitio la adjudicacion, al citado Milan Todorov, de una vivienda de tres habitaciones en el bloque Oro del poligono Amanecer?

Petkanov volvio a sentarse y agito la mano en un ademan de fastidio.

– ?Tiene usted un buen piso? -pregunto sin dirigirse a nadie en particular-. ?Y usted? ?Y usted? ?Y usted? -Se dio la vuelta en su duro sillon y, dirigiendose a la maternal funcionaria de prisiones que permanecia de pie a sus espaldas, le pregunto-: ?Y usted?

[-Pues yo tengo un apartamento miserable -dijo Dimiter-. La quinta parte de un apartamento de mierda.

– Y ?que esperas? Le debes dos anos de salario al presidente Bush. Aun tienes suerte de no vivir con los gitanos.

– Trabajamos y cometimos errores. Trabajamos y nos equivocamos.

– De verdad que la jodimos.]

Maria Solinska tuvo que esperar una hora frente al bloque 1 del poligono de la Amistad hasta que llego el autobus. No, yo no tengo un buen piso, pensaba. Quiero un apartamento mas espacioso para Angelina, donde no se nos vaya la luz cada dos horas, donde no haya cortes de agua como el de esta misma manana. Daba la impresion de que la ciudad entera se venia abajo. La mayoria de los automoviles no podian circular a causa de las restricciones de gasolina. Y hasta los transformados para funcionar con gas permanecian cubiertos con plasticos, puesto que se habia limitado el consumo de gas a usos domesticos. Los autobuses funcionaban cuando la compania recibia alguna cisterna de combustible, si los mecanicos podian ponerlos en marcha, y si los sinverguenzas que los conducian se dignaban presentarse al trabajo, entre trato y trato de compraventa de dolares en el mercado negro.

Habia cumplido cuarenta y cinco anos. Se consideraba atractiva aun, aunque eso no podia deducirlo con certeza de la intermitente fogosidad de Peter. Durante el cambio, todos habian estado demasiado ocupados, o se sentian demasiado cansados, para hacer el amor: era otra cosa que se venia abajo. Y despues, cuando volvieron a hacerlo, los atenazo el temor a las consecuencias. Durante el ultimo ano estadistico, el numero de nacidos vivos habia sido superado tanto por el de abortos como por el de defunciones. ?Que mejor dato para conocer la situacion de un pais?

A decir verdad, no se le podia pedir a la esposa del fiscal general que tomara el autobus para ir a la oficina y que viajara en el emparedada entre rollizas posaderas campesinas. Siempre habia trabajado de firme, y no lo habia hecho mal, a su juicio. Su padre fue un heroe de la lucha contra el fascismo. Y su abuelo uno de los primeros miembros del Partido, al que se habia afiliado antes que el propio Petkanov. No habia llegado a conocerle, y durante anos la familia apenas si se refirio a el; pero, cuando llego aquella carta de Moscu, pudieron sentirse de nuevo orgullosos de el. Le habia mostrado a Peter el certificado, pero el se nego a compartir su satisfaccion y comento malhumorado que dos errores no constituian un acierto. Una respuesta tipica de su actual actitud, taciturna, presuntuosa en su encumbramiento.

Se caso con el a los veinte anos. Muy poco despues el padre de Peter cometio alguna estupidez; la gente dijo que habia salido bien librado con el exilio. Y luego Peter, casi a la misma edad que entonces su padre, habia abandonado el Partido, estupida, provocadoramente, sin ni siquiera pedirle consejo. Tenia una vena de inestabilidad en su caracter, un afan de meterse en problemas, como se los habia buscado su padre… ?Hasta que tuvo la ocurrencia de ofrecerse para llevar la acusacion contra Stoyo Petkanov! ?Un profesor de mediana edad jugando a ser heroe! Lastimoso. Si fracasaba, seria una humillacion para el; pero, incluso aunque consiguiera una sentencia condenatoria, la mitad de la gente le odiaria y la otra mitad diria que deberia haber hecho mas.

El teniente general Ganin se presento, como en la anterior ocasion, apretando contra el pecho una carpeta de cartulina. Tal vez habia despertado de esta guisa, y la unica manera de librarse de ella era ir a entregarsela al fiscal general.

– Esperamos, senor, que el juicio este desarrollandose tal y como usted deseaba.

– Gracias. ?De que se trata?

Solinsky tendio el brazo y cogio sin mas la carpeta, animando al jefe de seguridad a que se explicara.

– Si. Es un informe de nuestras investigaciones a proposito de los trabajos realizados en la Division Tecnica Especial de la calle Reskov. Principalmente del periodo que va de 1963 a 1980, fecha en que la citada division fue trasladada al sector nororiental. Muchos de los informes de cuando estaba en la calle Reskov se han conservado intactos.

– ?Por orgullo profesional?

– ?Quien sabe, senor fiscal! -exclamo el general; se le notaba algo envarado y tenso, mas como un tenientillo de provincias que como una figura clave en la reestructuracion del pais.

– A proposito de otro tema, general…

– ?Senor?

– ?Sabe usted, por casualidad…? No es que sea importante… Me preguntaba si sabria usted que ha sido de aquel estudiante, de aquel barbudo que le beso en la plaza nevada.

– Kovachev. ?Claro que si! Organiza la cola de la oficina de visados del consulado de Estados Unidos.

– ?Quiere decir que trabaja en el consulado americano?

– No, ?que va! ?No los ha visto usted…, todos esos hombres que se reunen en la plaza de San Basilio Martir? Hacen cola para el consulado de Estados Unidos.

– No comprendo.

– Les da no se que aguardar en la calle, frente al edificio. Tal vez se averguenzan, o temen que la gente desapruebe su actitud, o que se meteran en lios… Algo por el estilo. Asi que tienen montada su propia cola en el parque, junto a la puerta de Poniente. Kovachev lo organiza. Te dan un numero, y cada manana te presentas a ver si has llegado a la cabeza de la cola; si aun no estas en ella, vuelves al dia siguiente. Nadie hace trampas. Todos le obedecen. Es un organizador nato.

– Le necesitamos de nuestro lado.

– No vendra. Ya lo he intentado. Me envio una postal cuando consegui estas. - Con un gesto automatico, Ganin se toco el hombro, como si su esposa le hubiera cosido dos estrellas doradas en su traje civil-. Decia simplemente: Dadnos generales, no pan.

Peter Solinsky sonrio. El tal Kovachev parecia todo un caracter. Al reves que su orondo general.

– ?Por donde ibamos? -pregunto.

– Sugeria -respondio Ganin recuperando su envaramiento- que tal vez le interesaria conocer nuestro resumen de las investigaciones realizadas en la calle Reskov, en cuanto se refiere a los logros conseguidos en el campo de la induccion de enfermedades simuladas.

– ?En concreto?

– Concretamente, en la induccion de los sintomas de paro cardiaco mediante drogas administradas por via oral o intravenosa.

– ?Algo mas?

– ?Como…?

– ?Como pruebas de que este trabajo de investigacion se haya aplicado en algun caso concreto?

– No, senor. Por lo menos, no en este dossier.

– Bien, general… Gracias.

– Gracias a usted, senor fiscal.

Habian malgastado otra larga tarde sin sacar nada en limpio. Era como estrujar una esponja: la mayor parte de las veces la esponja estaba seca, pero en las raras ocasiones en que no lo estaba, el agua se te escurria entre los dedos. Ejemplos perfectamente documentados de la descomunal avaricia del ex presidente, de su descarada codicia, su cleptomania y desenfrenadas malversaciones, parecian desvanecerse al presentarlos abiertamente en el tribunal ante los ojos de varios millones de espectadores. ?Aquella finca en la provincia noroccidental? Un regalo de cumpleanos ofrecido por la nacion agradecida en el

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