– Pornografia, querido Peter. Tetas y pollas. Tetas y pollas tambien para ti.
– ?Sabes que pienso?
– Piensas que deberiamos dejar de seguirlo, Dimiter.
– Si, pero ahora se por que razon lo pienso.
– Pasame la cerveza, por favor.
– Es algo asi… Nos han educado, ?no?, en la escuela, y con la prensa y la television, y nuestros padres, o algunos padres por lo menos, para que creyeramos que el socialismo era la respuesta a todo. Quiero decir, que el socialismo era justo, cientifico, que todos los viejos sistemas se habian experimentado y fracasaban, y que solo este, bajo el que teniamos la suerte de vivir, solo este era el unico… correcto.
– Eso no lo pensabamos ninguno, Dimiter; por lo menos no en serio.
– Tal vez no, pero es lo que suponiamos que los otros pensaban, ?no?, hasta que comprendimos, hasta que averiguamos que la mayoria estaba suponiendo tambien. Y entonces nos dimos cuenta de que el socialismo no era una verdad politica indiscutible, y que todas las cosas tienen dos caras.
– Eso lo mamamos desde crios.
– Si, ya entonces aprendimos que era cosa de elegir entre dos.
– Muy gracioso, Atanas.
– Lo que estoy tratando de decir es que, viendo el juicio dia tras dia, oyendo al fiscal, oyendo a la defensa, esperando a que los jueces decidan, siento que todo esto… le esta yendo demasiado bien.
– ?Porque las acusaciones son tan insignificantes!
– No, no, en absoluto. Porque todo este tinglado carece de realidad. Porque llega un momento en el que ya las cosas no tienen dos caras: hay una solamente. Todo cuanto sale de su boca es mentira, es hipocresia, es basura irrelevante. Ni siquiera deberia escucharsele.
– ?Habria que ir, entonces, a un juicio moral?
– No, tampoco. Tendriamos que haber dicho: este es un asunto que no admite dos caras. El mero hecho de
– ?Bravo, Dimiter! Pasale una cerveza. Permanecieron un rato en silencio. Luego dijo Vera: -Nos veremos manana en casa de Stefan. A la hora de siempre.
– Mi teniente general, alguien podria pensar que esta usted haciendo todo lo posible para conseguirle al ex presidente un veredicto de inocencia.
– ?Como dice, senor fiscal? -El jefe de las Fuerzas Patrioticas de Seguridad se quedo pasmado.
– Bueno…, viene usted siempre a verme cuando estoy preparando mis interrogatorios.
– Volvere mas tarde.
– No, no. Digame.
– Notas concernientes a la Policia Central de los anos 1970 a 1975.
– No sabia ni que hubiera existido ese cuerpo.
– Hubo muchas muestras de descontento en ese periodo… No, mejor dicho: hubo muchas muestras de descontento durante la primera mitad de ese periodo por la actuacion y las ambiciones de la ministra de Cultura.
Solinsky se permitio una sonrisa. Realmente, aquel soldado se habia transformado con excesivo exito en un burocrata.
– No me ira a decir que las fuerzas de seguridad desaprobaban algunas sinfonias de Prokofiev…
– No… Bueno, no exactamente; aunque, ahora que usted lo dice, hubo muchas criticas a proposito del programa del II Congreso Internacional de Jazz.
– Creia que el Partido estaba a favor del jazz como autentica voz de un pueblo oprimido por el capitalismo internacional.
– Y asi era. Se pronuncio mas de una vez en este sentido. Pero el particular individualismo de un concreto interprete oprimido, unido al personal interes de la ministra de Cultura por su bienestar, fue considerado perjudicial para el futuro del socialismo.
– Comprendo. -Tal vez hubiera una pizca de sentido del humor en aquel gordinflon-. ?Sin excepcion?
– Sin excepcion. Las ambiciones personales de la ministra de Cultura parecieron peligrosas y antisocialistas. Su gusto por bienes personales importados se tacho de decadente y antisocialista.
– ?Importaba tambien musicos personales?
– Tambien. Y las ambiciones y deseos del propio presidente con respecto a su hija, segun estas notas preliminares para un informe final que aun no ha visto la luz, fueron considerados lesivos para los intereses del Estado.
– ?Lo eran? -Solinsky empezaba a sentirse interesado. Aquello tenia poco que ver con la causa criminal numero 1, pero era ciertamente interesante-. ?Me esta usted diciendo que el Departamento de Seguridad Interior la asesino?
– No.
– ?Que lastima!
– No tengo pruebas para afirmarlo.
– Pero… ?y si encontrara usted esas pruebas?
– Se las comunicaria a usted, naturalmente.
– Digame, general… ?Hasta que punto afirmaria usted que estaba controlado en aquellos tiempos el Departamento de Seguridad Interior?
Ganin reflexiono unos momentos antes de responder:
– Yo diria que, poco mas o menos, como siempre. Quiero decir que siempre lo estuvo. En algunas areas, el control y la obligacion de informar eran estrictos. En otras, las operaciones eran aprobadas genericamente, y no se exigian informes detallados. Y en determinadas areas especiales el Departamento de Seguridad Interior actuaba segun su propio criterio acerca de lo mas conveniente para los intereses de la seguridad del Estado.
– ?Lo cual incluia cargarse a la gente?
– Por supuesto. No a muchos, que sepamos. Y, en todo caso, no desde hace algunos anos.
– Por falta de pruebas, claro.
– Exacto.
Solinsky asintio gravemente. Informes destruidos. Pruebas borradas. Cuerpos eliminados hacia mucho tiempo en el crematorio. Todos sabian lo que habia sucedido, lo supieron mientras sucedia. Sin embargo, cuando las personas como el trataban de elaborar una serie de acusaciones contra el hombre que lo habia dirigido, era como si nada de todo aquello hubiera ocurrido. O como si lo ocurrido fuera en cierto modo normal y, por lo tanto, casi disculpable. La conspiracion de la normalidad, incluso en el reino de la locura.
Porque, como todos estaban al tanto de lo que ocurria, todos lo habian aprobado tacitamente. ?O eso era demasiado rebuscado? Atribuir la culpabilidad a todos era otra moderna conspiracion popular. No, la gente no habia hablado fundamentalmente por temor. Un temor muy justificable. Y una parte de su tarea, ahora y todos los dias, en la television, era contribuir a erradicar el temor, a dar al pueblo la seguridad de que jamas tendrian que volver a rendirse ante el miedo.
Stoyo Petkanov se reia entre dientes cuando se subio al Zil estacionado al pie de la escalinata del Tribunal del Pueblo. No habia montado en uno de esos automoviles desde hacia anos. El siempre utilizaba un Mercedes, por lo menos en los ultimos tiempos. El Chaika que habian puesto a su disposicion hasta