vigesimo aniversario de su nombramiento como jefe del Estado, pero en todo caso solo a titulo vitalicio, no patrimonial; ademas, rara vez iba alli, y si lo hacia era solo para agasajar a dignatarios extranjeros y promover asi la causa del socialismo y del comunismo. ?La casa a orillas del Mar Negro? Se la donaron la Asociacion de Escritores y la Editorial Lenin en reconocimiento de su contribucion a la literatura y por haber renunciado a la mitad de los derechos de autor de sus
A medida que avanzaba el proceso, Petkanov se mostraba mas imprevisible, no al reves. El fiscal general no podia saber, al inicio de cada sesion, si el acusado iba a replicarle en tono francamente agresivo, con jovialidad, filosofia barata, sensibleria, o si mantendria un testarudo silencio, y mucho menos cuando o por que decidiria pasar de un humor a otro. ?Se trataba de una curiosa estratagema tactica, o era indicio de una personalidad intimamente indecisa? Mientras se dirigia en su automovil al Ministerio de Justicia, con su legajo de declaraciones superficialmente incriminatorias para el acusado, Peter Solinsky se decia que su plan de familiarizarse con la personalidad de Petkanov para poder anticiparse a sus movimientos habia hecho escasos progresos. ?Llegaria alguna vez a conocer a aquel individuo?
Como si el ex presidente hubiera escogido su humor del dia a proposito para fastidiarle, cuando Solinsky llego al sexto piso le encontro de lo mas optimista. Y ?por que no iba a ser la personificacion de la jovialidad? A fin de cuentas, ?quien era Stoyo Petkanov, sino una persona normal, con un caracter normal, que llevaba una vida normal?
– ?Sabes, Peter? Estaba recordando mi juventud. De nino solia ir de excursion con la Union de la Juventud Comunista. Recuerdo la primera vez que subimos al monte Rykosha. Era a finales de octubre, y ya habia nevado, pero el manto de nubes impedia que se viera desde la ciudad la cima del monte.
– Ahora no puede verse en todo el ano -comento Solinsky-. Por la contaminacion. Todo eso es lo que hemos ganado.
– Estuvimos subiendo toda la manana. -La interrupcion no inmuto a un Petkanov ya embalado en su relato-. El terreno era aspero, pedregoso, y la senda no se distinguia siempre con claridad. En varias ocasiones tuvimos que cruzar el rio de piedras. Lo llaman…, con un termino geologico, no recuerdo ahora. Al rato entramos en una nube y no podiamos ver a pocos pasos de distancia por donde ibamos; suerte que el sendero estaba bien marcado, que otros habian pasado por alli antes que nosotros.
»Estabamos ya comenzando a sentir hambre y un poco desanimados, aunque ninguno de mis companeros se quejaba, con las botas empapadas y los musculos doloridos, cuando de pronto salimos de la nube. Y alli, por encima de la capa de nubes, brillaba el sol, el cielo estaba azul, la nieve comenzaba a fundirse y el aire era puro. Entonces, espontaneamente, sin que nadie lo hubiera planeado, entonamos a coro 'Caminando por el sendero rojo', y asi nos animamos mutuamente a alcanzar la cumbre, cogidos de los brazos y caminando juntos.
Petkanov observo a su visitante. Durante decadas, aquella anecdota habia provocado murmullos aprobatorios y lagrimas furtivas; pero en Solinsky solo pudo ver una hosca beligerancia.
– ?Ahorreme sus analogias baratas! -le espeto el fiscal general. ?Santo Dios! Las habia estado oyendo toda su vida: parabolas, exhortaciones, moralejas cortadas a medida, retazos de sabiduria popular… Cito uno que le vino por casualidad a la memoria-:
– Muy cierto -asintio condescendiente Petkanov-. ?Has visto plantar alguna vez un arbol sin haber hecho un hoyo?
– No, probablemente no. Pero, en cambio, he visto demasiados hoyos abiertos en los que se han olvidado de plantar los malditos arboles.
– Peter, muchacho… Te equivocas si crees que soy tonto. Se que el pueblo vive gracias a esas que tu llamas analogias baratas.
– Me alegra oirselo decir. Siempre supimos que, en el fondo, usted despreciaba al pueblo, que nunca confio en el. Por eso lo tuvo siempre bajo sospecha.
– ?Ay, Peter, Peter…! Puede que estes familiarizado con mi voz, pero deberias prestar atencion a lo que realmente estoy diciendo. Aunque solo fuera para servirte de ello en tu poderoso papel de fiscal general.
– ?Si?
– Si. Lo que yo decia es que se que el pueblo vive gracias a
– Un hombre del pueblo cuyos discursos y documentos selectos suman treinta y dos tomos.
– Un hombre del pueblo muy trabajador, si quieres. Pero se como hablarles, y escucharlos.
Solinsky ni siquiera inicio una protesta. Estaba empezando a sentir cierto cansancio. Que el viejo siguiera con su chachara; ya no estaban en el tribunal. No creia ni una palabra de cuanto decia Petkanov, y dudaba de que lo creyera el propio ex presidente. ?Habria algun termino de retorica para caracterizar esta clase de desequilibrada conversacion en la cual coinciden, de una parte, un indulgente monologo y de otra un despreciativo silencio?
– Lo que significa -concluyo Petkanov- que se muy bien lo que quiere el pueblo. ?Que te parece a ti que quiere, Peter? ?Sabrias decirmelo?
– Me da la impresion de que usted se ha erigido hoy en experto en la materia.
– Si, ciertamente, soy el experto. ?Que que quiere el pueblo? Quiere estabilidad y esperanza. Eso es lo que le dimos. Puede que no todo haya sido perfecto, pero con el socialismo la gente podia sonar que algun dia llegaria esa perfeccion. Vosotros… vosotros solo le habeis dado inestabilidad y desesperanza. Una ola de delitos. El mercado negro. Pornografia. Prostitucion. Mujeres desequilibradas que vuelven a farfullar sandeces delante de los curas. Y un sedicente principe heredero que se ofrece a si mismo como salvador de la patria. ?Os sentis muy orgullosos de estos logros?
– Siempre hubo delitos. Mintio usted ocultandolos.
– Venden pornografia en las escalinatas del Mausoleo del Primer Lider. ?Lo encuentras divertido? ?Te parece sensato? ?Crees que es un progreso?
– Bueno, felizmente el no esta ya dentro para leerla.
– ?Crees que es un progreso? Vamos, Peter, responde.
– Lo encuentro -replico Solinsky, que a pesar del cansancio conservaba intacta su belicosidad forense-, lo encuentro muy apropiado -Petkanov le clavo una mirada asesina-; quiero decir que el Primer Lider fue un especialista en pornografia.
– Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
– ?Pues claro que si! La comparacion es muy justa. Decia usted que le dieron esperanza al pueblo. No, lo que le dieron ustedes fue fantasia. Grandes tetas y penes descomunales, y todos a joder unos con otros interminablemente… Eso es lo que vendia su Primer Lider, o su equivalente politico, por lo menos. Su socialismo era una fantasia asi. Mas de una, de hecho. Por lo menos ahora hay algo de verdad en lo que venden junto al Mausoleo. Algo de verdad en toda esa basura.
– ?Quien se esta permitiendo analogias baratas, Peter? Me encanta oir como defiende la pornografia el fiscal general. Sin duda estaras igualmente orgulloso de la inflacion, del mercado negro, y de las putas que invaden las calles…
– Tenemos problemas -admitio Solinsky-. Estamos en un periodo de transicion. Hay que hacer reajustes penosos. Para empezar, hemos de comprender las realidades de la vida economica. Debemos producir lo que la gente quiere comprar. Solo despues alcanzaremos la prosperidad.
Petkanov cacareo encantado: