sencilla: porque no habia sufrido realmente un paro cardiaco. Pues bien, senor Petkanov -prosiguio el fiscal general, endureciendo la voz para impedir la intervencion de las abogadas de la defensa, que ya se habian puesto de pie-, no se ni, francamente, me importa, hasta que punto exacto estaba usted enterado de esto, o hasta que punto exacto lo ignoraba. Pero hemos escuchado de sus propios labios que todo cuanto usted autorizo era, de conformidad con los articulos de la Constitucion de 1971, que usted promulgo, automatica y plenamente legal. Por consiguiente, esta no es ya una acusacion que formulo meramente contra usted en su condicion de persona individual, sino contra todo el sistema criminal y moralmente corrompido que usted presidio. Usted asesino a su hija, senor Petkanov, y comparece aqui ante nosotros como el representante y el principal dirigente de un sistema politico bajo el cual es
Peter Solinsky tomo asiento entre unos sonoros aplausos nada judiciales, pataleo estruendoso, golpes en las mesas e incluso algun estridente silbido. Era su momento, su momento para la historia. Habia acometido a su adversario con una horca, y le habia hecho morder el polvo, atrapandole el cuello entre los dos dientes del apero clavados en el suelo. Vedlo grunir y retorcerse, echando espumarajos de rabia, clavado alli para que todos puedan verlo, descubierto, convicto, juzgado. Era tambien
El realizador de television dividio atrevidamente la pantalla. A la izquierda, sentado, el fiscal general, con los ojos dilatados por el triunfo, erguida la barbilla y una sobria sonrisa en sus labios; a la derecha, de pie, el anterior presidente en un rapto de furia, pegando punetazos sobre la barandilla acolchada, vociferando a sus abogadas defensoras, amenazando con el dedo a los periodistas, mirando airadamente al presidente del tribunal y a sus impasibles asesores vestidos de negro.
– Digno de la television americana -le comento Maria.
Peter estaba cerrando tras de si la puerta del apartamento y llevaba aun la cartera en la mano.
– ?Te gusto? -Todavia respiraba la euforia del instante decisivo, el tumulto, las mieles del aplauso. Se sentia capaz de todo. ?Como no iba a poder con el sarcasmo de su mujer, si habia domenado las iras del que fue en otro tiempo un dictador todopoderoso? Sus palabras conseguirian arreglarlo todo, suavizar su vida domestica, endulzar la amarga desaprobacion de Maria.
– Fue vulgar e indecente, un desprecio a la ley, y te comportaste como un chulo. Supongo que despues acudirian a tu camerino una bandada de chicas para ofrecerte sus numeros de telefono.
Peter Solinsky entro en la pequena habitacion que le servia de estudio y miro a traves de la niebla hacia la Estatua de la Gratitud Imperecedera. Ese atardecer el sol no se reflejo en la dorada bayoneta. Era su obra. Habia extinguido aquel resplandor. Ahora podian llevarse de alli a Alyosha y convertirlo en teteras y plumillas. O darselo a los escultores jovenes para que lo transformaran en nuevos monumentos en honor de las nuevas libertades.
– Peter… -Estaba detras de el ahora, con la mano apoyada en su hombro; no podia decir si su gesto significaba una disculpa o un deseo de consolarlo-. ?Pobre Peter! -anadio, excluyendo asi la disculpa.
– ?Por que?
– Porque ya no puedo amarte, y porque dudo incluso que pueda respetarte despues de lo de hoy. -Peter no respondio ni se volvio para mirarla a la cara-. Ya se: otros te respetaran mas, y tal vez te amaran… Angelina se quedara conmigo, naturalmente.
– Ese hombre era un tirano, un asesino, un ladron, un mentiroso, un estafador y un pervertido: el peor criminal en la historia de nuestro pais. Lo sabe todo el mundo. ?Dios mio…! ?Si hasta tu empezabas a sospecharlo!
– De ser asi, no te habria costado probarlo, sin necesidad de prostituirte por la television e inventar pruebas falsas -replico ella.
– ?Que quieres decir?
– Vamos, Peter… ?De veras crees que el peor criminal de la historia de nuestro pais habria firmado un documento tan oportuno, y que Ganin lo descubrio por casualidad cuando la acusacion no estaba logrando el exito esperado?
Ni que decir tiene que lo habia pensado, y tenia preparada su propia defensa. Si Petkanov no habia firmado aquel memorandum, debia de haber firmado algo por el estilo. No hacian mas que dar forma concreta a una orden que probablemente curso por telefono. O con un apreton de manos, un gesto de asentimiento, o una desaprobacion pertinente que no llego a dar. El documento era autentico, aunque fuera una falsificacion. E incluso aunque no fuera verdadero, era necesario. Cada nueva excusa resultaba mas debil…, y tambien mas brutal.
Y en el glacial silencio en que veia hundirse su vida matrimonial, el sarcasmo afloro tambien incontenible en su boca:
– Bueno…, por lo menos nuestro sistema legal supone alguna pequena mejora sobre el que aplicaba la NKVD en Stalingrado hacia 1937.
Maria le retiro la mano del hombro.
– Es una pantomima de juicio, Peter. La version moderna de aquello. Puro teatro, nada mas. Pero estoy segura de que se sentiran muy complacidos.
Salio de la habitacion y el se quedo mirando por encima de la niebla, con la creciente certeza de que ella habia salido tambien de su vida.
Aquel pipiolo imbecil de fiscal ignoraba con quien se las veia. Si los trabajos forzados en Varkova no habian logrado doblegarle, cuando a algunos de sus camaradas mas recios se les aflojaban las tripas con solo pensar en una visita de la Guardia de Hierro, ?como iba a dejarse vencer por un abogaducho de tres al cuarto que habia sido solo el quinto en la lista de los propuestos para llevar la acusacion en el juicio? El, Stoyo Petkanov, no habia tenido problemas para enviar al cuerno al padre de aquel pipiolo, expulsandole del Politburo por diez votos contra uno y manteniendole bien vigilado en su exilio de apicultor. ?Que posibilidades iba a tener, pues, aquel mierda de hijo suyo, presentandose en el tribunal con una sonrisita estupida y un punado de pruebas falsificadas?
Ellos -todos ellos- tenian la absurda idea de que habian vencido. No en el juicio, claro, que no tenia mayor significado que el pedo de un cura, puesto que habian amanado el veredicto dos segundos despues de decidir las acusaciones, sino en la lucha historica. ?Que poco sabian de eso! «Al cielo no se llega con el primer salto.» ?Y cuantos saltos habian dado ellos y los de su calana a lo largo de siglos! Salta, salta, salta, como una rana moteada en su charca cenagosa. Pero hasta ahora
Ahora la gentuza capitalista y su prensa desvergonzada no hacian mas que vomitar mentiras sobre «el inevitable colapso del comunismo» y «las contradicciones inherentes al propio sistema», sonriendo al plagiar las mismisimas frases que ellos habian aplicado tantas veces -y aplicaban aun- al capitalismo. Habia leido algo a proposito de un economista burgues llamado Fischer, que aseguraba que «el colapso del comunismo significa la depuracion del capitalismo». Ya veremos, Herr Fischer. Lo que estaba ocurriendo era que, por un tiempo breve a escala historica, se le concedia al viejo sistema la ultima opcion a dar un saltito en su cienaga de ranas. Pero despues, inevitablemente, el espiritu del socialismo se desperezara de nuevo, y en
Trabajamos y nos equivocamos. Trabajamos y nos equivocamos. Tal vez la