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El barco dentro de la botella era una pequena obra de arte, penso Henrik: una fragata de tres mastiles con velas de tela blanca, casi quince centimetros de largo tallados en una sola pieza de madera. Cada vela tenia un cabo de hilo negro, y todas estaban atadas y aseguradas con pequenas piezas de madera de balsa. El barco, con los mastiles tumbados, habia sido introducido con cuidado en la vieja botella de ron con la ayuda de un alambre de acero y unas pinzas y empujado a un azulado mar de masilla. Despues, con agujas de hacer punto dobladas, se habian levantado los mastiles y desdoblado las velas. Por ultimo, la botella se habia sellado con un corcho lacrado.
Seguro que todo ello habia costado semanas de trabajo, pero los hermanos Serelius lo destrozaron en un par de segundos.
Tommy Serelius tiro la botella desde la estanteria de forma que el cristal estallo en afiladas esquirlas en el pulido suelo de parque de la casa. El barco aguanto la caida, pero debido al impulso continuo por el suelo un par de metros. Lo detuvo la bota de Freddy, el hermano pequeno. Lo ilumino con curiosidad durante un par de segundos con la linterna, despues levanto el pie y aplasto el barco por completo con tres fuertes pisotones.
– ?Trabajo en equipo! -exclamo luego.
– Odio esa jodida artesania -dijo Tommy, que se rasco la mejilla y le dio una patada a los restos del barco que habia en el suelo.
Henrik, el tercer hombre presente en la casa, salio de uno de los dormitorios donde habia estado buscando cosas de valor en un armario. Vio los restos del barco y nego con la cabeza.
– ?Dejad de romper cosas, joder! -exclamo en voz baja.
A Tommy y a Freddy les gustaba el ruido del cristal al romperse, de la madera al despedazarse; Henrik se habia percatado de ello la primera noche de trabajo, cuando se metieron en media docena de casas de verano cerradas al sur de Byxelkrok. A los hermanos les gustaba destrozar; de camino al norte, Tommy habia atropellado a un gato blanco y negro de ojos brillantes que se encontraba al borde de la carretera. La rueda derecha hizo un ruido sordo cuando la furgoneta paso por encima del gato, y al segundo siguiente ambos hermanos estallaron en risas.
Henrik nunca rompia nada, para entrar en las casas levantaba la ventana con cuidado. Pero una vez dentro, los Serelius se volvian unos vandalos. Arrojaban el mueble bar al suelo, tiraban los vasos y los platos. Tambien rompian los espejos. En cambio, los jarrones de cristal de Smaland hechos a mano se salvaban, ya que podian venderse.
Por lo menos, eso no afectaba a los insulares. Desde el principio, Henrik habia decidido que solo elegiria casas que fueran propiedad de gente del continente.
A Henrik no le gustaban los hermanos Serelius, pero tenia que cargar con ellos: como cuando unos parientes llegan de visita para quedarse una noche y despues se niegan a partir.
Aunque Tommy y Freddy no eran de la isla y ni siquiera eran amigos o parientes suyos. Eran amigos de Morgan Berglund.
Habian llamado a la puerta de su pequeno apartamento de Borgholm a finales de septiembre, a las diez de la noche, cuando estaba a punto de acostarse. Al abrir, se encontro con dos jovenes de su misma edad, anchos de espaldas y con el pelo al rape. Ambos saludaron con la cabeza y entraron en el recibidor sin pedir permiso. Olian a sudor, a aceite y a asiento sucio de automovil, y el hedor se esparcio por el apartamento.
– Hubba bubba, Henke -dijo uno de ellos.
Llevaba puestas unas grandes gafas de sol. Resultaba comico, pero no era una persona de la que reirse. Tenia largas marcas rojas en las mejillas y la barbilla, como si alguien lo hubiera aranado.
– ?Que tal? -pregunto el otro, mas alto y mas ancho de espaldas.
– Bien -contesto el, despacio-. ?Quienes sois?
– Tommy y Freddy. Los hermanos Serelius. Joder, ?no nos conoces, Henrik? Seguro que si.
Tommy se recoloco las gafas y se rasco con fuerza la mejilla. Ahora Henrik sabia de donde provenian los aranazos: no habia tenido una pelea, se los causaba el mismo.
Luego, los hermanos se dieron una vuelta por el pequeno apartamento y se dejaron caer sobre el sofa, frente al televisor.
– ?Tienes patatas fritas? -pregunto Freddy.
Puso las botas sobre la mesa de cristal de Henrik. Cuando se desabrocho el anorak, dejo al descubierto una barriga cervecera bajo una camiseta azul claro que ponia «SOLDIER OF FORTUNE FOREVER».
– Tu amigo Mogge te manda saludos -dijo Tommy, el hermano mayor, y se quito las gafas. Era algo mas delgado que Freddy, miraba fijamente a Henrik esbozando una media sonrisa y llevaba una bolsa de cuero en la mano-. A Mogge se le ocurrio que podriamos pasar por aqui.
– Por Siberia -anadio Freddy, que habia cogido el bol con patatas fritas que Henrik habia sacado.
– ?Mogge? ?Morgan Berglund?
– El mismo -respondio Tommy, y se sento en el sofa junto a su hermano-. Sois amigos, ?no?
– Lo eramos -replico Henrik-. Mogge se mudo.
– Lo sabemos, esta en Dinamarca. Trabajaba ilegalmente en un casino de Copenhague.
– Repartia cartas -dijo Freddy.
– Hemos estado por Europa -prosiguio Tommy-. Durante casi un ano. Uno se da cuenta de que Suecia es pequena de cojones.
– Un jodido patio -anadio Freddy.
– Primero estuvimos en Alemania. En Hamburgo y en Dusseldorf, nos lo pasamos de puta madre. Despues nos fuimos a Copenhague, donde tambien lo pasamos bien. -Tommy echo un vistazo alrededor-. Y ahora estamos aqui.
Asintio y se llevo un cigarrillo a los labios.
– Aqui no se puede fumar -senalo Henrik.
Penso en cual seria la razon por la que los hermanos Serelius habrian abandonado las grandes ciudades europeas -donde se lo habian pasado tan cojonudamente- y habian regresado a un lugar tan poco poblado de Suecia. ?Se habrian peleado con la persona equivocada? Tal vez.
– No podeis quedaros aqui -anuncio, y miro la habitacion-. Como veis, no tengo sitio.
Tommy se habia guardado el cigarrillo. Parecia no escuchar.
– Somos satanistas -dijo-. ?Te lo habiamos dicho?
– ?Satanistas? -repitio Henrik.
Los dos hermanos asintieron.
– ?Adoradores del diablo? -inquirio Henrik sonriendo.
Tommy no sonrio.
– No adoramos a nadie -respondio-. Satanas representa la fuerza del hombre, eso es en lo que creemos.
–
– Exactamente -dijo Tommy-.
– No.
– Un gran filosofo -apunto Tommy-. Crowley veia la vida como una lucha constante entre los fuertes y los debiles. Entre los listos y los tontos. Donde los mas fuertes y los mas listos siempre ganan.
– Tiene su logica -contesto Henrik, que nunca habia sido religioso. Tampoco pensaba empezar a serlo entonces.
Tommy siguio estudiando el apartamento.
– ?Cuando se fue? -pregunto.
– ?Quien?
– Tu chica. La que puso cortinas, flores secas y todas esas chorradas. No has sido tu, ?verdad?
– Se marcho en primavera -reconocio Henrik.
Lo asalto un involuntario recuerdo de Camilla leyendo tumbada en el sofa donde ahora se sentaban los
