hermanos Serelius. Comprendio que Tommy era mas listo de lo que aparentaba: se fijaba en los detalles.

– ?Como se llamaba?

– Camilla.

– ?La echas de menos?

– Como a la mierda de perro -contesto al momento-. Sea como sea, no os podeis quedar aqui…

– Tranquilo, vivimos en Kalmar -apunto Tommy-. Ya nos hemos instalado, pero pensabamos trabajar aqui, en Oland. Asi que necesitaremos un poco de ayuda.

– ?Con que?

– Mogge nos conto a lo que os dedicabais durante el invierno. Nos conto sobre las casas de veraneo…

– Vaya.

– Dijo que no te importaria empezar de nuevo.

«Gracias, Mogge», penso Henrik. Se habia peleado con Morgan a la hora de repartir el dinero antes de que este se largara: quiza esa fuera su forma de vengarse.

– Fue hace mucho tiempo -dijo-. Cuatro anos…, y en realidad solo lo hicimos durante dos inviernos.

– ?Y? Mogge dijo que os fue bien.

– Nos fue bien -confirmo Henrik.

Casi todos los robos salieron bien, pero un par de veces fueron descubiertos por los vecinos y tuvieron que huir saltando los muros de piedra como ladrones de manzanas. Siempre fijaban de antemano al menos dos vias de escape, una a pie y otra en coche.

– A veces no habia nada de valor… -prosiguio-, pero una vez encontramos un mueble, era antiguo de cojones. Una arquimesa alemana del siglo dieciocho. En Kalmar nos dieron treinta y cinco mil coronas por ella.

Mientras hablaba le invadia el fervor, casi la nostalgia. Tenia mucho talento para forzar puertas y ventanas sin romperlas. Su abuelo habia sido carpintero en Marnas y habia estado igual de orgulloso que el de sus conocimientos.

Pero tambien recordaba lo enervante que le resultaba conducir por el norte de Oland una noche tras otra. En invierno hacia un frio helador, tanto a la intemperie como dentro de las casas cerradas. Y las urbanizaciones de veraneo estaban deshabitadas y en silencio.

– Las casa viejas son como mercadillos -comento Tommy-. Entonces, ?te apuntas? Te necesitamos para encontrar los caminos.

Henrik guardaba silencio. Penso que quien llevaba una vida triste y predecible debia de ser tambien triste y predecible. Y el no deseaba serlo.

– Entonces, ?estamos de acuerdo? -pregunto Tommy.

– Quiza -respondio el.

– Eso suena a un si.

– Quiza.

– Hubba bubba -exclamo Tommy.

Henrik vacilo mientras asentia.

Deseaba ser excitante, llevar una vida excitante. Ahora que Camilla se habia ido, las tardes eran tristes y las noches vacias, y sin embargo dudo. Lo que lo llevo a abandonar los robos no fue el peligro a ser detenido, se trataba de otra clase de miedo.

– El campo es muy oscuro -dijo.

– Eso suena bien.

– Oscuro de cojones -anadio Henrik-. En los pueblos no hay farolas y la electricidad de las casas suele estar cortada. Apenas se ve nada.

– Ningun problema -contesto Tommy-. Ayer robamos unas linternas en una gasolinera.

Henrik asintio despacio. Las linternas contrarrestaban la oscuridad, aunque solo en parte.

– Tengo un cobertizo que podriamos utilizar como almacen hasta que encontremos un comprador adecuado -dijo.

– Perfecto -asintio Tommy-. Entonces, solo tenemos que dar con la casa adecuada. Mogge dijo que tu conocias buenos sitios.

– Conozco unos cuantos -respondio-. Forma parte de mi trabajo.

– Danos las direcciones y nosotros controlaremos que sean seguras.

– ?Como?

– Le preguntaremos a Aleister.

– ?Que has dicho? -pregunto Henrik.

– Solemos hablar con Aleister Crowley -dijo Tommy, y coloco la bolsa sobre la mesa. La abrio y saco una pequena caja plana de madera oscura-. Nos ponemos en contacto con esto.

Henrik observo en silencio mientras el otro abria la caja y la colocaba sobre la mesa. En el interior habia letras, palabras y numeros grabados a fuego en la madera. Estaba todo el alfabeto, numeros del cero al nueve y las palabras «SI» y «NO». A continuacion, Tommy saco un pequeno vaso de la bolsa.

– Jugue a eso cuando era nino -comento Henrik-. El espiritu del vaso, ?verdad?

– Y una mierda, esto va en serio. -Tommy coloco el vaso sobre el tablero de madera-. Es un tablero de guija.

– ?Uija?

– Asi se llama -contesto Tommy-. La madera proviene de la tapa de un viejo feretro. ?Puedes apagar la luz?

Henrik sonrio para si, pero se acerco al interruptor.

Los tres se sentaron alrededor de la mesa. Tommy poso el dedo menique sobre el vaso y cerro los ojos.

En la habitacion se hizo el silencio. El mayor de los Serelius se rasco lentamente el cuello y aparento escuchar algo.

– ?Quien esta ahi? -pregunto-. ?Eres tu, Aleister?

Durante unos segundos no paso nada. Luego, el vaso comenzo a moverse bajo el dedo de Tommy.

Al dia siguiente al anochecer, Henrik condujo hasta el cobertizo de su abuelo para ponerlo en orden.

La pequena cabana de madera estaba pintada de rojo y se hallaba en una pradera, a una decena de metros de la playa, junto a otros dos cobertizos propiedad de veraneantes, y vacios desde mediados de agosto. Alli nadie los molestaria.

Habia heredado el cobertizo del abuelo Algot. Mientras este vivia, solian salir al mar varias veces durante el verano, tendian las redes y luego pasaban la noche en el cobertizo, para levantarse a las cinco y recoger la pesca.

Cuando se encontraba alli, en el Baltico, echaba de menos esos dias, era una pena que su abuelo hubiera muerto. Algot siguio con la carpinteria y la pequena construccion despues de jubilarse y hasta su ultimo ataque cardiaco parecio satisfecho con su vida, a pesar de no haber salido de la isla mas que un par veces.

Henrik abrio el candado del cobertizo y observo la oscuridad. Alli dentro todo estaba mas o menos como cuando murio su abuelo, hacia seis anos. Las redes colgaban de las paredes, el banco de carpintero seguia alli, igual que la estufa de hierro oxidada en un rincon. Camilla habia querido limpiar el cobertizo y pintarlo de blanco, pero a Henrik le parecia bien dejarlo como estaba.

Aparto los bidones de aceite, las cajas de herramientas y el resto de cosas que habia por el suelo de madera y cogio una lona para tapar la mercancia robada. A continuacion, fue por el muelle cercano hasta el cabo, donde respiro el aroma a algas y agua salada. Al norte vio elevarse del mar los dos faros de ludden.

En el embarcadero se encontraba su barca a motor, un fueraborda, y al mirarla vio que la lluvia habia inundado el fondo. Bajo hasta ella y empezo a achicar el agua.

Mientras tanto, penso en lo sucedido la noche anterior, cuando los hermanos Serelius y el se sentaron en la cocina y realizaron una sesion de espiritismo. O lo que fuera.

El vaso sobre el tablero se habia movido y respondio a todas las preguntas, pero seguro que era Tommy quien lo movia. Tenia los ojos cerrados, pero de vez en cuando debia de mirar a escondidas para hacer que el vaso acabara en el lugar correcto.

Resulto que el espiritu Aleister apoyaba de todo corazon sus planes de robo. Cuando Tommy le pregunto

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