La luz amarilla revelo bancos: filas de bancos de madera.

Bancos de iglesia.

Se encontraba en el extremo de lo que parecia una antigua capilla de madera dentro del altillo. Un pequeno oratorio bajo el alto techo inclinado, amueblado con cuatro bancos flanqueados por un estrecho pasillo.

Los bancos estaban secos y agrietados y con los bordes gastados; carecian de cualquier tipo de ornamento y parecian salidos de una iglesia medieval. Joakim comprendio que debieron de colocarlos alli al mismo tiempo que se construyo el establo, pues no habia ninguna puerta por la que pudieran haberlos introducido.

No vio pulpito ni tampoco ninguna cruz. Arriba del todo de la pared exterior habia una sucia ventana. Bajo ella, un papel colgaba de un clavo, y, al acercarse, vio que se trataba de una pagina de una vieja Biblia familiar: un dibujo de Dore de una mujer, quiza Maria Magdalena, que observaba sorprendida la tumba abierta de Jesus. La piedra redonda que la tapaba estaba en el suelo, y la abertura se abria como un agujero negro.

Joakim observo un buen rato el dibujo. Luego se dio la vuelta y descubrio que los bancos de madera que quedaban detras de el no estaban vacios.

Habia cartas sobre ellos.

Y ramos de flores secas.

Y un par de zapatos blancos de nino.

En uno distinguio algo pequeno y blanco, y cuando se acerco vio que se trataba de un puente con dientes postizos.

Pertenencias. Recuerdos.

Tambien habia varios cestitos trenzados que contenian notas. Joakim cogio uno de ellos y saco el papel con cuidado. A la luz de la linterna pudo leer:

Carl, olvidado por todos, pero no por mi ni por el Senor.

Sara

En otro cesto habia una postal amarillenta con la imagen de un apacible angel sonriente. Joakim cogio la postal, le dio la vuelta y vio que en la parte de atras alguien habia escrito en tinta, con una florida caligrafia:

Carinosos pensamientos para mi amada hermana Maria. Todos los dias rezo a Nuestro Senor Dios para que pronto podamos reunirnos.

Con profunda anoranza.

Nils Peter

Joakim dejo la postal en el cesto con cuidado.

Aquel era un lugar de oracion: una habitacion condenada en honor de los muertos.

En uno de los bancos habia un libro. Al cogerlo, vio que se trataba de un grueso cuaderno escrito con una letra demasiado pequena y apretada para poder leerla en la penumbra; en la primera pagina, en tinta negra, ponia: El libro de la nevasca.

Se lo guardo dentro del anorak.

Se estiro y miro alrededor una ultima vez, entonces descubrio un pequeno agujero en la pared junto al ultimo banco.

Se acerco y comprendio de que se trataba. Era el agujero que el mismo habia abierto en los tablones hacia unas semanas.

Esa noche habia metido el brazo por el mismo tan lejos como pudo. En el banco, bajo la pequena abertura, estaba lo que habia palpado: una prenda de ropa doblada.

Una gastada chaqueta vaquera que a Joakim le parecio haber visto antes.

Al reconocer unas pequenas chapas en el pecho que decian «RELAX» y «PINK FLOYD» supo a quien pertenecia. La habia visto noche tras noche cuando miraba hacia la calle tras las cortinas de Appelvillan.

Era la chaqueta vaquera de su hermana Ethel.

Invierno de 1961

Fui yo quien descubrio el gran altillo del heno en el establo, pero convenci a Markus para que subiera conmigo y lo exploramos juntos. Fue mi primer amor y quiza tambien el mejor.

Pero duro muy poco.

MIRJA RAMBE

Las tardes de otono e invierno, Markus y yo nos movemos a escondidas con un quinque, entre cuerdas y cadenas, y abrimos baules y miramos antiguos documentos del faro.

Parece una chatarreria, pero en el altillo hay cosas fantasticas: infinidad de recuerdos de la historia centenaria de la casa. Todo lo que cada familia y cada farero han dejado tras si en ludden parece terminar, tarde o temprano, en el establo, y acaba olvidado.

Al cabo de unas semanas, subimos todas las mantas que pudimos encontrar y construimos una pequena tienda de campana con ellas. Hurtamos pan, vino y cigarrillos y empezamos a hacer picnics alli arriba, a pesar del frio que hacia, para olvidar el triste dia a dia.

Le muestro a Markus la pared del fondo, con los nombres grabados de los muertos. Reseguimos las letras con los dedos y fantaseo, llena de emocion, sobre las tragedias que han ocurrido en ludden a lo largo de los anos.

Grabamos nuestros nombres en el suelo del altillo, muy cerca el uno del otro.

Pasan tres picnics antes de que se atreva a besarme en la boca. No le permito hacer mucho mas -aun me angustia el recuerdo del viejo medico-, pero vivo varias semanas con sus besos.

Y puedo pintar a Markus abiertamente.

De repente, la casa ya no es el fin del mundo sino el centro del universo, y empiezo a creer que Markus y yo podemos hacer lo que queramos, viajar a donde deseemos. Pasamos el largo invierno juntos.

El mar esta frio y el verano se demora mucho en llegar, como de costumbre en la isla, pero a finales de mayo el sol brilla y calienta los prados de nuevo. Tambien es entonces cuando Markus se dispone a partir: no conmigo, sino solo. Ha sido llamado a filas y debe cumplir un ano de servicio militar en el continente.

Prometemos escribirnos. Muchas cartas.

Despues de que haga la maleta, lo acompano a la estacion de tren de Marnas. Esperamos de pie en silencio, junto a otros islenos. El tren de Oland dejara de funcionar ese ano, y en la sala de espera reina un ambiente sombrio.

Markus se ha marchado, pero Ragnar Davidsson sigue atracando su barca en ludden y se acerca a nuestra casa.

El y yo solemos discutir de arte, aunque el nivel es bastante bajo. Todo empieza un dia en que, al entrar en el recibidor, descubro que la puerta de la habitacion del medio esta abierta. Al mirar dentro veo a Davidsson de pie. Observa los oscuros cuadros que cubren las paredes.

Al parecer, hasta ahora no se habia fijado en la gran coleccion de arte de Torun, y no le gusta. Niega con la cabeza.

– ?Que te parece? -le pregunto.

– Todo es negro y gris -contesta-. Solo una mezcla de colores oscuros.

– Asi es la nevasca de noche -digo.

– Pues parece… mierda -replica el.

– Tambien se puede interpretar de una forma simbolica -intento explicarle-. Es una nevasca nocturna, pero al mismo tiempo representa el alma…, el alma de una mujer atormentada.

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