Davidsson niega con la cabeza.
– Mierda -dice de nuevo.
Al parecer, no ha leido a Simone de Beauvoir. Yo tampoco, claro, pero por lo menos he oido hablar de ella.
En un ultimo intento de defender a Torun, digo:
– Un dia valdran mucho dinero.
Davidsson gira la cabeza y me mira como si estuviera loca. Luego pasa por mi lado y se va de la casa.
Cuando entro en mi habitacion veo a mi madre sentada junto a la ventana y enseguida me doy cuenta de que ha escuchado toda la conversacion. A pesar de que esta casi ciega, mira con fijeza por la ventana.
Intento distraerla con otras cosas, pero niega con la cabeza.
– Ragnar tiene razon -dice-. Todo es una basura.
Desde que Markus se fue he dejado de subir al altillo. Me recuerda demasiado a el, y me resulta demasiado solitario.
Pero nos escribimos, claro. Yo soy la que mas escribe: envio varias largas cartas como respuesta a una suya corta.
Las cartas de Markus tratan sobre todo de maniobras militares, y no llegan con mucha frecuencia. Por el contrario, yo relleno hoja tras hoja con mis suenos y planes. ?Cuando volveremos a vernos? ?Cuando le daran permiso? ?Cuando se licenciara?
No lo sabe con seguridad, pero me promete que nos veremos pronto.
Empiezo a comprender que tengo que irme de ludden, coger el ferry hacia el continente y hacia Markus. Pero ?como podria dejar a Torun? No es posible.
27
Henrik sabia que la policia lo buscaba. Hacia una semana que un agente le habia dejado dos mensajes en el contestador y lo habia citado a declarar en la comisaria.
Habia pasado de ir.
Esa situacion no podia durar mucho, pero necesitaba tiempo para borrar las pruebas de su carrera como ladron. Lo primero era, por supuesto, deshacerse de la mercancia robada que tenia en el cobertizo.
– No puedo guardarla mas tiempo -le dijo a Tommy por telefono-. Teneis que venir y ocuparos de ella.
– De acuerdo… -Tommy no sonaba preocupado en absoluto-. Nos pasaremos el lunes con el coche. A las tres.
– ?Traereis el dinero?
– Claro -dijo el otro-, tranquilo.
El lunes era la vispera de Nochebuena. Henrik trabajo en Marnas, pero cuando acabo a las dos, se fue directo al cobertizo de Enslunda.
Mientras iba por la carretera de la costa oyo que el servicio meteorologico pronosticaba una gran nevada para la tarde y fuertes vientos en Oland y Gotland; tambien advertia de una tormenta en el Baltico. Pero el tiempo aun era bueno y el cielo azul. Unas nubes grises se acercaban a la isla por el este, pero Henrik pronto volveria a casa, a Borgholm.
Como de costumbre, los cobertizos estaban desiertos. Al llegar al suyo, Henrik dio media vuelta y condujo marcha atras el ultimo tramo, hasta la barca de plastico que se encontraba sobre un remolque. La semana anterior Camilla y el habian estado alli. La joven habia querido entrar a ver el cobertizo, pero el habia logrado impedirselo. En cambio, habian sacado la barca del agua y le habian quitado el motor fueraborda. No habian conseguido cubrir el casco con una lona, pero ahora Henrik lo haria.
Al caminar por la hierba aspiro el aroma de algas que flotaba en el aire y por un instante penso en su abuelo muerto; luego alzo el enganche del remolque para asegurarlo al coche.
La idea de quedarse parte de la mercancia robada se le ocurrio poco despues, cuando se encontraba en el cobertizo, mirando todo lo que habian acumulado durante el otono. En total habria un centenar de articulos grandes y pequenos, antiguos y modernos. Henrik no se habia fijado en todos, y seguro que los hermanos tampoco.
Su barca no estaba registrada en ninguna parte, la policia no podia saber que tenia una. La dejaria aparcada en la zona industrial de Borgholm y cuando quisiera iria haciendo viajes con ella para recoger los objetos robados.
Henrik se decidio. Cogio unos viejos jarrones de piedra caliza que quiza valieran unas quinientas coronas en una tienda de antiguedades, y se los llevo a la barca.
Empezo a nevar; copos como plumones caian florando y se despositaban suavemente en el suelo.
Con cuidado, coloco los jarrones en el panol del asiento de proa. Luego regreso al cobertizo y cogio una caja de whisky anejo.
Al final, en la barca habia una docena de articulos ocultos entre los asientos. Estaba abarrotada de mercancia robada. Fue al cobertizo a buscar una lona verde, cubrio el casco de proa a popa y a continuacion lo ato con una larga cuerda de nailon.
Listo.
Los copos habian seguido cayendo sin parar y habian formado una fina capa blanca en el suelo.
Cuando Henrik fue a cerrar con llave el cobertizo, un sordo zumbido se superpuso al rumor del viento. Volvio la cabeza.
Entre los arboles vio acercarse un coche por la carretera, una furgoneta negra.
Eran los Serelius, que poco despues frenaron en la rotonda, junto al remolque.
Las puertas del coche se abrieron y se cerraron de un portazo.
– ?Hola, Henrik!
Los hermanos se acercaron a el a traves de la nevada, ambos sonreian. Iban preparados para el frio, con anoraks negros, botas y gorras de cazador forradas de piel.
Tommy llevaba ademas unas grandes gafas de esquiar, como si estuviera de vacaciones en la montana. El viejo Mauser colgaba de su hombro.
Estaba bajo los efectos de alguna sustancia, Henrik lo noto a pesar de los cristales de espejo que ocultaban sus ojos. Como de costumbre, tenia aranazos en el cuello y le temblaba el menton. Eso no era buena senal.
– Asi que ha llegado la hora -dijo Tommy-. La hora de felicitarnos la Navidad.
Al ver que Henrik no respondia, solto una carcajada.
– No, no solo eso…, tambien tenemos que recoger las cosas.
– Las cosas -repitio Freddy.
– El botin.
– ?Y el dinero?
– Si, claro. Nos lo repartiremos como hermanos. -Tommy seguia sonriendo-. ?Acaso crees que somos unos ladrones?
Era un chiste muy manido, pero Henrik sonrio tenso y se dio cuenta de que, en realidad, no habian hablado de como repartirian el botin.
Vio que Freddy se encaminaba al cobertizo y abria la puerta de par en par. Luego desaparecio en la oscuridad del interior, pero reaparecio enseguida con un televisor entre los brazos.
– Si, eso fue lo que dijimos -asintio Henrik-. Como hermanos.
Tommy paso junto a el y se encamino hacia el remolque de la barca.
– Por fin me he decidido a llevar la barca a casa -dijo Henrik-. ?Que vais a hacer, os marchareis?
– Si…, volveremos a Copenhague. Pero primero iremos a la casa de los faros. -Tommy senalo hacia el norte con la mano-. A buscar la coleccion de cuadros. ?Vienes con nosotros?
El nego con la cabeza. Vio que Freddy habia colocado el televisor en el coche y habia regresado al cobertizo.
– No, no tengo tiempo -contesto-. Como te he dicho, me voy a llevar la barca a casa.
