— Debeis de estar en un error, senor -dijo con frialdad-, o tal vez sois victima de una confusion de nombres, pero nunca he sabido que mi difunto esposo tuviera un hermano…
— E incluso un hermano mayor. Me apresuro a anadir, sin embargo, que siempre lo ignoro. Ya os lo he dicho, se trata de una vieja historia muy repetida, la de unos amorios de juventud que acaban mal… pero dejan fruto.
Perceval considero que habia llegado el momento de intervenir.
— Si he entendido bien, senor, sois un bastardo.
El otro lanzo un suspiro capaz de derribar las paredes.
— Es posible ver las cosas de ese modo, pero yo no habria debido serlo. Cuando el difunto mariscal estaba todavia sujeto a la patria potestad y llevaba el nombre de marques d'Autancourt que mas tarde paso a su hijo, se enamoro perdidamente de mi madre, que era muy bella pero pertenecia a la pequena nobleza de Boulogne. Ella quedo encinta y, como habia hecho anteriormente Enrique IV con Mademoiselle d'Entragues, el le entrego antes de partir a la guerra una promesa de matrimonio firmada, si el hijo que ella esperaba era varon. Por desgracia, el padre de mi madre, al que de ninguna manera quiero llamar mi abuelo, se dio cuenta del estado de su hija, y era un hombre de gran severidad. La encerro en un convento a la espera de que ella diera a luz, y dio la orden de que se hiciera desaparecer al hijo, fuera nino o nina, para casar despues a su hija con el hombre rico al que la destinaba. Mi madre no pudo soportar su destino: consiguio huir del convento con la ayuda de un joven que la amaba y que queria ir a America. Yo naci en el barco. Mas tarde, ellos conocieron a Monsieur Belain d'Esnambuc en la isla de Saint-Christophe, y, por supuesto, se casaron… Pero mi madre siempre conservo la promesa de matrimonio que habria debido hacer de mi un duque de Fontsomme… y el dueno de todo esto.
Lo dijo sin colera, e incluso con una dulzura que a Sylvie le parecio mucho mas desagradable. Tampoco le gusto a Perceval.
— Como bien decis,
— En absoluto, en absoluto, pero… una promesa de matrimonio debidamente firmada es una cosa seria, que podria ser tomada en consideracion por el Parlamento en caso de que la senora duquesa no tuviera un heredero varon.
— Se ve que venis de lejos,
— ?Postumo! Ya veis que estoy mas al corriente de lo que creeis, senora. Como su padre abandono este mundo antes de su nacimiento, no pudo reconocerlo… Por consiguiente, no es duque de Fontsomme sino porque vos sois su madre.
Sylvie se sintio palidecer, pero Perceval decidio que ya habia oido bastante. Sin moverse del lugar que ocupaba cerca del sillon de su ahijada, senalo la puerta.
— ?Fuera! No se lo que esperabais al venir a contarnos vuestros chismes, pero me parece que ya hemos perdido bastante tiempo. ?Vamos, fuera!
Al mismo tiempo, cogio una campanilla colocada en una mesa para hacer volver al lacayo, pero Sylvie le detuvo con un gesto; estaba un poco asombrada de ver a Perceval, siempre tan dueno de si, perder de repente toda su flema.
— ?Un instante! Deseo saber un poco mas sobre este personaje. Lo primero, me parece muy facil decir que se esta en posesion de un documento, pero ademas hay que mostrarlo…
— Si solo se trata de eso, puedo hacerlo ahora mismo… al menos su copia fiel, porque no es conveniente llevar consigo a todas partes algo tan importante. Lo he reproducido todo con fidelidad, incluso el dibujo del sello, que es de cera verde.
Sylvie echo una ojeada al facsimil, y luego lo entrego a Perceval.
— Una copia fiel, ?eh? -gruno este-. ?Quien nos dice que no es todo lo que poseeis?
— El simple hecho de que podeis quedarosla, a fin de empaparos de ella lo bastante para comprender que no se trata de una broma. Vereis el original cuando este en manos de un juez. Esperaba no verme obligado a llegar hasta ese punto…
— Con exactitud -replico Sylvie-, ?que esperabais al presentaros en esta casa? ?Que yo iba a deciros: estamos desolados de ocuparla en vuestro lugar, senor duque, y vamos a hacer lo necesario para entregaroslo todo para vuestro mayor disfrute? Y eso a pesar del hecho de que me case en el Palais-Royal, en presencia del rey, la reina y el cardenal Mazarino…
Fulgent de Saint-Remy esbozo una sonrisa indulgente que trataba de ser apaciguadora.
— Calmaos, senora duquesa. Nunca he imaginado nada por el estilo. Solo… que soy pobre, no tengo familia… y esperaba encontrar una.
— ?Aqui? ?Con nosotros? -exclamo Sylvie, asombrada de la audacia del personaje.
— ?Por que no? Vuestro difunto esposo y yo eramos medio hermanos… y creedme que yo seria un tio muy aceptable para vuestros hijos.
— ?Vuestras bromas no tienen gracia, muchacho! -gruno Perceval-. ?Marchaos de inmediato, y aprisa!
— ?Para ir adonde? ?Ved! No tengo ni una perra chica… -Y para demostrar que no mentia, se levanto y dio la vuelta a sus bolsillos. Luego anadio-: La miseria es mala consejera. Mi viaje hasta aqui me ha costado todo lo que me quedaba.
— ?Y habeis pensado que un chantaje era el medio adecuado para reflotar vuestras finanzas? -repuso Perceval con sarcasmo-. Pues bien, os ha fallado. Podeis presentar vuestro… papel mojado a todo el Parlamento, nadie os hara caso; y si intentais un proceso, puede durar anos.
— En el actual estado de cosas, sin duda carezco de los medios para pleitear. Pero si por casualidad, ?Dios no lo quiera!, el joven duque desapareciera… Y debo anadir que Monsieur Colbert me protege.
Al grito de horror de Sylvie respondio la exclamacion del caballero de Raguenel, y la campanilla fue agitada con tal frenesi que comparecieron cuatro criados.
— ?Echad fuera a este hombre, y que no vuelva nunca a esta casa! -grito Perceval.
Al mismo tiempo, Sylvie fue a coger una bolsa de un armario y la entrego al hombre al que se llevaban.
— Ninguna necesidad se ha dirigido a mi nunca en vano. Hay aqui cincuenta escudos: haced buen uso de ellos, y no volvais nunca.
Los ojos de Saint-Remy brillaron. Sonrio abiertamente, y se libro de los lacayos con una violenta sacudida:
— ?Se salir sin ayuda…! Muchas gracias, senora duquesa. Sois una buena persona, y me acordare de ello.
Escoltado por los criados, salio de la sala con aires de emperador. Mientras, la colera de Perceval se volvio ahora contra Sylvie.
— ?No estas un poco loca para haberle dado ese dinero? ?Le has oido? ?Se acordara de tu generosidad! ?Eso quiere decir que no vas a poder librarte de el! ?Nunca! ?Lo entiendes?
El terror que se habia apoderado de la joven cuando Saint-Remy hablo de la posibilidad de la muerte de su hijo se convirtio en una violenta crisis nerviosa.
— ?Pues bien, sera uno de mis pobres, y eso sera todo! ?No habeis comprendido lo que ha dicho? Si no le ayudamos la tomara con Philippe…, ?y yo no quiero que le ocurra nada malo a mi nino!
— ?Sylvie, Sylvie! Acabas de poner en marcha un engranaje que ya no se detendra. Ha comprendido que tenias miedo, y se aprovechara a fondo. Hoy se ha contentado con lo que le has dado, y que era excesivamente generoso, pero manana pedira el doble, y luego (?por que no, sabes acaso donde se va a detener una persona con tal desverguenza?) la mano de tu hija, porque pretende a toda costa entrar en la familia. ?Que haras entonces?
— Decidme que proponeis.
— Traernos a Philippe con nosotros y renunciar al colegio hasta que nos hayamos librado de ese hombre.
— Ya se me habia ocurrido. Ademas, entre el abate de Resigny y vos aprendera por lo menos tanto como en el colegio. ?Que mas?
— Hacer lo necesario para eliminar este peligro, porque es grave, no lo dudes. Para empezar, averiguare