hubiera llegado alguien con un gran paquete para ella y no quisiese abrirlo en seguida para hacerla suspirar un poco, pero ella sabia que el paquete estaba lleno de regalos. No sabia aun de que clase de regalos se trataba, pero pensaba que eran preciosos: precisamente las cosas que mas deseaba. Seguia ahi con el paquete cerrado, pero la nina sabia que todo era un juego y por eso sonreia de aquella forma especial. ?Que feliz era, pues! ?Que tranquila y confiada estaba! ?Que extraordinario momento para no olvidar nunca mas!

La vida en persona le habia traido el gran paquete de sus dones y solo faltaba cortar las cintas de colores y abrir el envoltorio para saber cuales eran. Desde luego, para una nina tan bonita e inocente debian de ser regalos estupendos, a saber, una juventud despreocupada, diversiones elegantes y amores, la celebridad tal vez, la riqueza y una casa, entre el cesped, llena de sol, un marido guapo, bueno y enamorado, una serie interminable de estaciones felices, hacia abajo, hacia abajo, hasta el horizonte lejanisimo, invisible de tan lejano: los dones de la vida.

Ahi estaban, los dones de la vida, en la alcoba del tercer piso de Via Schiasseri: aquellos muebles triviales, aquel trajin dia tras dia en busca a saber de que, aquellas cartas miserables, aquellos frasquitos de cremas y perfumes, aquellos vestidos y zapatos en el armario, aquellos recuerdos de cien hombres desconocidos, aquel desparramado forcejeo, aquellas carreras en taxi de un extremo a otro de Milan, aquellas llamadas de telefono, aquellos ardides, mentiras, citas -desnudarse, volverse a vestir, desnudarse otra vez-, aquella corta juventud que al cabo de poco se marchitaria, aquel descenso inapreciable de peldano en peldano, no darse cuenta de estar sola, cuando, en realidad, estaba espantosamente sola. En derredor no habia para ella, tras tantas sonrisas, sino el deseo de su cuerpo, el gusto por arreglarse el cuerpo, el afan por obtener dinero gracias a su cuerpo y el desprecio que subia y se ocultaba tras los cumplidos, porque la nena era aun joven y guapa, pero en el futuro, cuando decayera la lozania de la carne, se ocultaria un poco menos y un dia estaria del todo al descubierto y uno solo la querria de verdad, pero este era un inutil, porque ella no podia aguantarlo: para ella era una pesadilla que no soportaba mas, a lo que se debia el gusto por traicionarlo y humillarlo. Tambien sabia que un dia el engano no podria continuar mas, pero era algo mas fuerte que ella y asi iba despenandose por entre mil luces, carcajadas y sonidos y en derredor estaba la ciudad negra, fria, caliginosa y enemiga, que la incitaba a despenarse.

Cierto dia lejano la nina miro hacia arriba con una sonrisita timida e incluso maliciosa: el paquete esta cerrado -queria decir-, pero yo soy astuta, se lo que hay dentro, conozco todas las cosas bonitas que hay dentro. Y por eso sonreia. Oh, si hubiera podido saber. La nina habia dejado ya de existir desde hacia un tiempo y en su lugar habia una chiquilla vistosa, que no era una chiquilla, porque entendia demasiado de amores, habia una mujer de cara tensa que miraba en derredor como un animalito acosado, mientras huia, testaruda, hacia la ruina.

Antonio estaba de nuevo en su casa. La furia, ?ay!, se habia apagado, habia llegado la noche, los hombres habian trabajado, las luces de las casas se apagaban una tras otra y nadie sabia lo que habia sucedido. A las ocho de la tarde, Laide habia aparecido en su estudio, aun no habia ido a su casa, no habia visto su nota, segun decia, pero estaba claro que se trataba de la ultima mentira.

«Hay alguien, ?verdad? ?Hay alguien tras todo esto?»

Ella habia dicho que si con la cabeza. El estaba sentado al escritorio y ella se le habia acercado, se le pegaba incluso con las piernas.

«Mira, no saldre mas, hare todo lo que quieras: si quieres, me quedare siempre encerrada en casa».

Tendido en la cama, con las miradas fijas en las malvadas grietas del techo, volvia a ver aquella carita palida y asustada. El altar de la ciudad, espejismo de la infancia, constelacion de luces intimas y caricias, se hacia anicos y se desplomaba.

«No», le habia dicho Antonio, «todo seria inutil, durante dos meses seguire pensando en ti. Manana te mandare la mensualidad, pero, ?comprendes que me has hecho sufrir?»

Ella dijo que si con una sena. Fuera, en la rojiza aureola que sobresalia por encima del inmenso conglomerado de casas, por la noche volaban los lentos humos de la gasolina, banderas desquiciadas y despenadas, y un ritmo de melancolica musica martilleante los arrastraba despacio hacia las cavernas del norte.

«Ahora vete, te lo ruego», le habia dicho, «pues tengo que hacer un trabajo urgente».

Se habia dominado decentemente, no habia hecho escenas. Como si aquel estupido trabajo fuera mas importante que ella, como si aquel adios fuese una despedida habitual y el dia siguiente hubieran de volver a verse y, en cambio, no volveria a verla nunca mas, la negra Milan antigua y tenebrosa estaba a punto de recuperarla y engullirla y desapareceria en el laberinto, por un instante su sonrisa de golfilla centellearia reflejada en la puerta vidriera, despues en la convulsa multitud que se apretujaba en el pasadizo, el perfil de su nuca desapareceria en un lejano estruendo de rock, entre Laide y el se abriria una distancia inmensa, con llanuras, mares y montanas por medio, y un telon de silencio y obscuridad. No habia nada que no le recordara a ella: las propias grietas del techo, el fasciculo de Topolino, el sillon, el frasco de lavanda, el animalito de madera sobre la libreria, el perfil de las casas mas alla de la ventana, todo en el mundo se referia a ella, sin ella la vida carecia ya de sentido en el trabajo, en las charlas, en la comida, en el vestido, todo era absurdo e idiota sin ella y asi abria de aqui a alla una abertura horrible dentro de el y de este salia un convulso rio de lagrimas.

Si, desde luego, en conjunto era una historia ridicula, un caso como tantos otros, trivial, erroneo, comico, desgraciado. Era tan sencillo entenderlo, tenia por fuerza que acabar asi.

'Vamos, animo, buenas noches, hasta manana, no querra usted hacer una tragedia, espero, enderece mas bien el nudo de la corbata. Una carcajada necesaria. Buenas noches.'

Y, sin embargo, tal vez se encontrara en la hora decisiva de la vida… y era un infierno. Si hubiese estado enfermo, si le hubiera sucedido una desgracia, si lo hubiesen metido en la carcel, parientes y amigos lo habrian ayudado. En aquel caso, no. Estaba prohibido. Aunque fuera terriblemente peor. Arrojado a tierra, pisoteado, devastado por dentro y por fuera, abandonado en el fango, expulsado a patadas de la sala. Aun asi, no habia piedad disponible para el.

'?Quisiste olvidar tu edad? ?Desafiaste solo con tus fuerzas la maldad de una chiquilla que estaba dando el asalto a la vida? ?Te obstinaste en un juego desconocido que no era para ti? ?Creiste que podrias volverte nino? Hacia falta una cara distinta de la tuya. La partida habia acabado y tocaba pagar. Las puertas que se cerraban, la soledad, el vacio, el desierto, los mudos sollozos que nadie oiria. Ya has llegado a puerto, hombre estupido, que te creias a saber que'.

La angustia era una ola negra que lo elevaba y lo hundia a sollozos. ?Donde estaria ella en aquel momento? Abajo pasaban los automoviles. Junto a la cama estaba el telefono, que tantas cosas habia escuchado. Nunca habia estado tan negro, tan inmovil, inutil, taciturno, muerto.

XXXIV

Pero el, Antonio, no era uno de esos hombres que, cuando la suerte los ha machacado, se guardan todo dentro y, al verlos, nadie lo diria siquiera. Tras la despedida, tuvo, naturalmente, un nuevo ataque de furia, ira y violencia. En cierta ocasion un amigo le habia dicho:

«Ya veras como a la hora de la verdad resulta mucho menos grave de lo que se cree. Tambien yo queria locamente a aquella mujer que tu sabes y por ella perdia los dias y las noches y cuanto mas iba tras ella como un perrito y le besaba los pies, mas me las hacia ella de todos los colores y yo me volvia loco, pero era absolutamente incapaz de alejarme de ella. Ahora bien, un dia me dije: 'U hoy o nunca'. No es que ella me hubiera hecho una faena peor que las habituales; al contrario, aquel dia estaba muy carinosa, pero yo me dije: 'Venga, chico, porque, si no, te vas a dejar hasta la piel', conque entonces, de buenas a primeras, dije: 'Basta'. Y, cuando ella telefoneo, dije: 'Basta', sin mas cuentos y ella, naturalmente, insistio varios dias, hizo incluso dos o tres escenas de lagrimitas, pero yo habia dicho: 'Basta', y, en cuanto decidi romper, pensaba que me quedaria lelo o me volveria loco y, en cambio, me encontre de maravilla en el preciso instante en que decidi romper, pero, entendamonos, lo habia decidido en serio, no se trataba de una idea a medias, por decirlo asi, en aquel preciso instante me senti otro y, desde luego, me dolia, pero era un dolor soportable, exactamente como cuando vamos a que nos saquen una muela que nos hacia ver las estrellas. Como ves, no hablo a tontas y a locas, hablo por experiencia personal. Hazme caso, Dorigo, haz tambien tu lo mismo y despues te echaras a reir incluso al pensar en el veneno que tragaste para nada».

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