Eso era lo que le habia contado su amigo.

Pero Antonio, despues de la despedida, no se sintio, en realidad, otro, no se echo a reir, sino que, al contrario, se encontraba peor. Antes al menos existia la esperanza y las propias luchas cotidianas, las esperas y palpitos, las llamadas por telefono, llenaban su existencia, era, en una palabra, una lucha, una manifestacion de energia y vida. Ahora ya no habia nada que hacer, solo quedaba rumiar en la cabeza siempre las mismas cosas malditas sin escapatoria, porque ni siquiera por un instante se apartaba su pensamiento de ella, de como era, como hablaba, como caminaba, como reia: hasta la menor particularidad de la extraordinaria chiquilla que tanta guerra le habia dado. En tan negra infelicidad el hombre Antonio se debatia intentando aferrarse a todos los sostenes concebibles y, por ejemplo, se le ocurrio ir a ver a Piera, una amiga de Laide que habia ido a verla a la clinica un dia en que tambien el estaba alli y le habia parecido una muchacha hermosa y divertida. Despues Laide le habia dicho que Piera habia tenido durante anos un amigo viejo, pero riquisimo, y que lo habia perdido estupidamente, al dejarse sorprender en la cama con otro. Tal vez aquella Piera hubiese podido serle de ayuda, si ella hubiera aceptado, si a el le hubiese resultado de gusto, mucho mas divertida y elegante que Laide, si le hubiera servido para olvidar un poco, para brindarle una tregua. Mas aun: unos meses antes, Piera le habia telefoneado para ofrecerle un abrigo de piel que queria vender y le habia dado su numero de telefono.

Quedo en ir a comer con ella, pero, cuando volvio a verla, inmediatamente comprendio que pensar en una substitucion era absurdo; al contrario, fue presa de una desesperacion mayor aun que antes. Ahi la tenia, sentada frente a el en un restaurante de moda, en medio de un tropel de gente, y observandolo divertida.

«Bueno, a ver, ?se puede saber por que querias verme?», le dijo tuteandolo de entrada.

«No lo se», dijo el, ya desmontado, «probablemente porque eres de un estilo que me gusta».

«?No seria mas bien para tener noticias?»

«?Noticias de que?»

«De tu Laide. Pero, ?no te basta aun haber quedado como un gilipollas durante mas de un ano delante de todo Milan?»

«?Como dices?»

«?Como! ?Aun lo dudas?», y se rio. «Gilipollas, si, gilipollas, me dan ganas de repetirtelo durante horas: gilipollas, gilipollas… Bueno, no pongas esa cara… ?Sabes que eres un tipo extraordinario?… ?Una lumbrera!… Cuando te vi en la clinica y en la habitacion estaba tambien su amigo, con aquella cara de cordero, ?como se llama?»

«?Marcello?»

«Si, Marcello y tu estabas alli mirandola embelesado y ella te llamaba 'tio', no se, me dije: '?Es posible que no se de cuenta? ?Es posible que sea tan imbecil?'»

«Pues te juro que…»

«?Que lo creias? De sobra lo se, que lo creias. Precisamente por eso eres un gilipollas de tomo y lomo… y tanto lo eres, que aun ahora no te has convencido y has querido verme con la esperanza de que yo te diga que no, que no es verdad, que Laide te queria, que te era fiel… Mira, tu eres un buen hombre, lo se, pero te juro que una ingenuidad como la tuya nadie la concebiria».

El guardo silencio, rendido por aquella tortura.

«Recuerdo la primera vez que vi a tu Laide, habia bajado al Due con un amigo mio, con mi chulo, porque yo soy una puta, lo sabes, ?verdad?, y tenia mi chulo, como todas las putas, y era yo quien lo mantenia… conque me vi a una chiquilla que bailaba el rock and roll con una cabellera negra que le bajaba por la espalda y unas piernas magnificas -ah, eso si, ?si yo tuviera unas piernas semejantes!-, aquellos hermosos muslos largos y llevaba una faldita ahuecada y debajo nada, verdad, y, cuando se agachaba, cosa que hacia aposta, la falda se le subia hasta aqui y se le veia todo, todas las veces habia un aullido en la sala… estaba tambien aquella pobre desgraciada de Fausta, recuerdo, y, despues de que esta me la presentara, vino a sentarse a nuestra mesa. El caso es que, por si te interesa, te dire que aquella misma noche mi chulo se la llevo a la cama y no te cuento las guarradas que le hizo… pero tu sufres de verdad, gilipollas… tu te sientes morir, lo veo, al oirme decir estas cosas… ?quieres que lo deje?»

«No, no, tal vez sea mejor. Continua».

«Asi nos hicimos amigas, porque simpatica hay que reconocer que lo es. En aquella epoca ella tenia un viejo, pero tan feo, que daba miedo, uno que tenia una agencia, verdad, de esas de compraventa de inmuebles, pero el le apretaba el cinturon y habia que ver lo tiesa que iba, todas las noches a las ocho y media tenia que pasar por su oficina y alli sobre un canape… recuerdo que nosotras le deciamos: 'Pero, ?como te las arreglas para ir con un tipo semejante? Pero, ?es que no te da asco?', y ella decia: '?Que va! Mira, es un autentico senor y tan delicado al hacer el amor…' Pero con el, naturalmente, no tenia bastante… no se como podia tener siempre deudas por todos lados… conque tambien ella tenia sus planes… Recuerdo que una noche me dijo: '?Sabes, Piera, que esta tarde he gastado seis mil liras en taxis?…' '?Seis mil?', le dije yo. '?Y como ha sido?' 'Mira', dijo, 'me han surgido en una tarde cuatro oportunidades y, para no perderlas, tenia que apresurarme, porque es que vivian en uno y otro extremo de la ciudad…»

«Pero entonces, ?ganaba mucho?»

«?Que va! Una vez me dijo que en un mes habia hecho trescientas mil liras, pero a saber si seria verdad. Es una cabeza loca, Laide, una caprichosa. Es capaz de lanzarse de cabeza por nada. En cierta ocasion fue en tranvia hasta Lambrate y volvio por un servicio de unas dos mil quinientas liras: en Lambrate y a saber con quien. Yo no podia creerlo. Y ella se echo a reir: 'Mira', dijo, 'todo cuenta'… Y una noche, en casa de un amigo mio, aquella vez estaba tambien yo presente, habia un monton de gente, chicos y chicas y hubo uno que le prometio una dosis de coca, si ella pagaba una prenda».

«?Que prenda»

«'Aqui estamos siete hombres', dijo aquel cerdo, 'tu tienes que complacernos a los siete, uno tras otro'. Aquella noche Laide estaba bebida. El caso es que se sentaron en circulo y tendrias que haberla visto de rodillas… ?Deseas una descripcion detallada?»

«Menuda canalla eres tu».

«Animo, lumbrera. Un poco de tercer grado te viene bien».

«?Y de mi que decia?»

«?Ya salio! De ti decia que eras aburrido, que no le dabas respiro, que para tenerte tranquilo habia de telefonearte veinte veces al dia, que, cuando tenia que hacer el amor contigo, se sentia a morir, que no te dejaba poner los pies en su casa de noche…»

«Es cierto».

«Asi de noche estaba libre para hacer de las suyas. Tienes lo que se dice motivos para estar orgulloso. ?Sabes que por una temporada dormian alli Fausta y su amigo?»

«Si, me lo habia dicho».

«?Y tambien te dijo que dormian los tres en la misma cama, el en medio y con una chica a cada lado? ?Acaso crees que hablaban de filosofia?… Pero, ?que te pasa? Tu no estas bien… estas palido como… La culpa es mia… anda, vamos, ven a tomar un whiskey a mi casa y despues te vas a la camita».

Piera vivia en una casa nueva, tenia un pisito con terraza, muebles de bastante buen gusto, un gran armario lleno de vestidos, pero Antonio no sentia curiosidad por mirar, el mundo entero se le agitaba dentro.

«Anda, sientate, tienes una cara… te sentias a morir, ?verdad?, cuando te hablaba de tu amorcito. Si, yo soy mala, ?sabes que soy mala?»

«No, no tienes cara de mala».

«Pero contigo hay que ser malo, ahora comprendo muchas cosas: si yo hubiera estado en el lugar de Laide, te las habria hecho peores».

«?Porque?»

«Porque, con toda tu inteligencia, eres el hombre mas idiota que he conocido en mi vida e, igual que te creias todas las historias que te contaba Laide, ahora te crees todo lo que te cuento yo…»

«Entonces, ?no son ciertas?»

«?Que se yo? Algunas, si y otras menos, tu esta noche necesitabas una ducha escocesa».

Y lanzo una carcajada con ganas.

«Desde luego, son cosas espantosas; como comprenderas, para mi…»

«Imaginate si comprendo lo espantosas que son: te las he dicho aposta. Pero ahora, despues de haber hablado de Laide, ?por que no hablamos un poco tambien de ti?»

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