– ?Era para esa Vanja Tyren?

Otra vez atrapada. Una vez mas, su ya olvidada «mejor amiga» la obligaba a entrar en un juego que ella no habia elegido. No pensaba permitirlo. No pensaba responder. Pero de nada sirvio. Al no recibir respuesta, Ellinor siguio hablando sola, y sus palabras hicieron que las llagas se convirtiesen en grandes agujeros abiertos al entorno hostil.

– ?La Vanja Tyren que se cargo a toda su familia?

5

«Liderazgo: herramientas y metodos para producir resultados.» Se habia inscrito en el curso hacia varios meses, mucho antes de que Thomas apareciese en su vida. En un tiempo en que cualquier insolita interrupcion en la monotonia de su dia a dia era mas que bienvenida. Entonces ansiaba que llegara el dia de partir.

Ahora, todo era diferente. Ahora no comprendia como iba a soportar los cuatro dias que duraba el curso.

Una empresa farmaceutica le pagaba los gastos. Ni por un instante lograron convencerla de que les preocupaban sus dotes de liderazgo o su capacidad para, como jefa, motivar al personal que tenia bajo su direccion. En todo caso, les preocupaba su capacidad para motivar a su personal para que eligiese justamente sus farmacos a la hora de extender las recetas, pero ambas partes intervenian en el juego. No era la primera vez que una farmaceutica demostraba una dosis adicional de aprecio por alguno de los medicos de la clinica. Y tampoco seria la ultima.

Ella misma no se consideraba demasiado buena como jefa pero, por lo que sabia, el personal de su seccion estaba satisfecho. Ellos rara vez sufrian las peores cualidades de su faceta de jefa; al contrario, era mas bien la propia Monika quien se llevaba todo el trabajo extra. Siempre le habia costado delegar en otros las tareas mas aburridas, era mas facil hacerlas uno mismo y evitarse malas caras. Si le pedia a alguien que hiciera algo, siempre sentia la necesidad de compensarlo para mantenerlo de buen humor. Pero en realidad se trataba mas bien de asegurarse de que la seguirian apreciando; de que no le caeria mal a nadie.

En su papel de medico tenia mas seguridad en si misma. Si no la hubieran considerado competente, no le habrian ofrecido el puesto de jefa hacia cuatro anos. La clinica se administraba en regimen privado, el principal propietario de la sociedad anonima era una fundacion y que le hubiesen ofrecido un puesto de director medico constituia un claro reconocimiento. Habia nueve consultas y ella era responsable de Cirugia General. Claro que sus cualidades como jefa podian mejorarse y, de haber sido en su vida anterior, la vida que transcurrio antes de conocer a Thomas, se habria lanzado sobre esa tarea con todo su empeno. Ahora ya no se le antojaba tan importante. A Thomas le parecia bien como era, con todas sus carencias. Y ahora lo unico que deseaba era disfrutar de esa sensacion.

Tan solo le faltaba por revelarle un defecto.

El mas feo, el mas bajo de todos ellos.

Estaba esperando en la estacion de autobuses. Thomas la habia llevado alli en el coche y, pese a que les habian pedido que mantuvieran apagados los telefonos moviles durante los cuatro dias del curso, ella le prometio que lo llamaria todas las noches. Ahora lamentaba no haber ido en coche. Una mujer a la que no conocia la llamo y le pregunto si no podian ir juntas en su vehiculo, le dijo que los directores del curso le habian dado su nombre y su numero. «?Por que no?», penso entonces, cuando le hicieron la pregunta. Ahora habria preferido estar a solas. Estar completamente sola, disfrutando de la sensacion que experimentaba. De repente, todo se habia transformado en una espera cierta, euforica. Era perfecto, no necesitaba nada mas. Si aquello era la felicidad, comprendia bien el esfuerzo del ser humano por conseguirla.

Miro el reloj. Ya eran las nueve menos veinte y la mujer le prometio que la recogeria a las ocho y veinte. Habia casi cien kilometros hasta el lugar donde se celebraba el curso y, si no salian pronto, llegarian con retraso a la primera reunion. Ella llevaba muy a gala su puntualidad y sintio una punzada de irritacion.

Miro atras y echo una ojeada al quiosco de prensa. Sin querer, se fijo en las portadas de los diarios vespertinos.

NINA DE TRECE ANOS OBLIGADA A PROSTITUIRSE DURANTE TRES MESES.

Y al lado, la competencia.

OCHO DE CADA DIEZ PERSONAS RECIBEN EL DIAGNOSTICO EQUIVOCADO. LA TOS PUEDE SER UNA ENFERMEDAD MORTAL. COMPRUEBE SI ES USTED UNO DE ESOS OCHO.

Meneo la cabeza. Casi cabria sospechar que los que hacian los diarios fuesen expertos en neurociencias. Apelar al sistema de alarma de sus posibles compradores era un metodo seguro de llamar su atencion. Alli estaba, incorporado en la parte mas recondita del cerebro, con la mision, como en todos los mamiferos, de detectar posibles peligros en el entorno. Las portadas eran en si mismas una gran senal de alarma. Una posible amenaza. Lo que necesitaban saber quienes estaban asustados era por que, no solo como y, desde luego, no contado con tan sucios detalles. Eso no detenia el miedo, mas bien al contrario, y Monika sospechaba que, a la larga, la prensa vespertina ejercia en el clima social mayor influencia de lo que ella creia. Nadie podia sustraerse a su influencia y, ?como iban a deshacerse los lectores de todo ese miedo que no dejaban de suministrarles, sino guardandolo en algun escondrijo para con el cargar las tintas sobre la suspicacia hacia los extranjeros y la sensacion general de desesperanza?

El hecho de que la gente comprase diarios con esas portadas suponia el triunfo del cerebro primitivo sobre la inteligencia de la corteza cerebral.

Una furgoneta roja aparecio a gran velocidad desde Storgatan, pero ella no le presto mucha atencion. REFORMAS BORJES, se leia rotulado a grandes letras en el lateral. Si no recordaba mal, la mujer dijo que se llamaba Ase. La furgoneta freno y se detuvo con el motor en marcha. La mujer que iba al volante tenia unos cincuenta y cinco anos y se inclino hacia el asiento del acompanante para bajar la ventanilla.

– ?Monika?

Ella saco el asa de su maleta trolley y se acerco al coche.

– Ah, ?asi que eras tu? Hola, si, yo soy Monika.

La mujer volvio a enderezarse en su asiento y salio de la furgoneta. Se acerco a Monika y le tendio la mano para presentarse.

– Siento que hayas tenido que esperar, pero ?puedes creerte que no ha habido manera de arrancar el coche? Dios mio, que desastre. He tenido que coger el de mi marido, espero que no te importe. He intentado retirar lo mas gordo de la mugre de los asientos.

Monika sonrio. Hacia falta algo mas que una furgoneta para echar por tierra su buen humor.

– Desde luego, no importa.

Ase tomo su maleta y la metio en la parte trasera. Monika avisto un cuadro de metal con herramientas de carpinteria y un hacha de hoja roja sujeta con una cuerda. Ase cerro la puerta lateral.

– Suerte que al final solo seremos nosotras dos. Intente localizar a algunos mas de aqui pero, por fortuna, ya se habian organizado para ir juntos. De lo contrario, habrian tenido que ir en el maletero.

– Ah, pero ?habia mas gente de aqui?

– Cinco mas. Solo se que venia alguien del ayuntamiento y alguien de la cadena de moda KappAhl, creo. O quiza de Lindex, no lo recuerdo.

Monika abrio la puerta y subio al asiento del acompanante. Un ambientador en forma de pino verde se balanceaba colgando del espejo retrovisor. Ase se dio cuenta de que Monika se habia fijado en el y exhalo un suspiro.

– De verdad que quiero a mi marido, pero desde luego no se puede decir que haya tenido nunca buen gusto.

Abrio la guantera y guardo el pino. El aroma permanecio en la cabina un rato mas y la mujer bajo la ventanilla antes de meter la marcha y arrancar.

– Bueno -dijo con un respiro de alivio-. Por fin estamos en camino. Un par de mananas asi al ano y no llega

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