– Si, igual que cada una es muy duena de encerrarse en un apartamento y matarse comiendo. Pero nada de eso implica necesariamente que no se tenga un cerebro, ?no?

Ya no se dijeron nada mas aquel dia. Y Maj-Britt estallaba de rabia de pensar que Ellinor hubiese dicho la ultima palabra. En cuanto se quedo sola, llamo a la pizzeria.

Habian pasado seis dias desde que mando la respuesta. Seis dias en que el malestar empezo a resonar lento pero seguro, aunque no la importuno mas de lo que podia soportar; ya tenia bastante con irritarse por la actitud de Ellinor. Hasta que una manana volvio a oir un golpe seco en la inutil cesta del correo y, antes de que la ranura del buzon se hubiese vuelto a cerrar, ya sabia que se trataba de otra carta de Vanja. Lo sentia en todo el apartamento, no necesitaba levantarse y acercarse a la puerta para tener la certeza.

Dejo la carta en la cesta, evitando mirar hacia la puerta cuando pasaba por el vestibulo. Pero llego Ellinor, como no, y, radiante de alegria, le puso la carta delante de las narices.

– ?Mira! ?Tienes carta!

No queria ni tocarla. Ellinor la dejo en la mesa de la sala, donde se quedo mientras ella limpiaba y Maj-Britt fingia estar sola, muda y sentada en su sillon.

– ?No piensas leerla?

– ?Por que? ?Acaso quieres saber lo que dice?

Ellinor siguio limpiando y se puso a charlar con Saba. El pobre animal no encontraba sosiego y Maj-Britt la veia sufrir tumbada y en silencio. Se levanto y se encamino al bano.

– ?Te duele la espalda?

Y pensar que aquella muchacha era incapaz de aprender a mantenerse calladita.

– ?Por que?

– Porque te he visto hacer una mueca de dolor y llevarte la mano a la espalda. Quiza deberia verte un medico.

?Jamas en la vida!

– En cuanto termines de limpiar aqui y hagas por desaparecer, mejorara enseguida, ya veras.

Dicho esto, cerro la puerta del bano y alli se quedo hasta estar segura de que aquel ser tan desagradable se habia marchado.

Pero dolerle le dolia, desde luego. El dolor estaba siempre presente y ultimamente cada vez menos difuso. Aunque jamas permitiria que nadie le quitase la ropa y la tocase para examinarla.

Alli seguia la carta. Dias y noches, consumiendo cada particula de oxigeno del apartamento hasta el punto de que Maj-Britt sintio deseos de salir de alli por primera vez en mucho tiempo. No se veia capaz de tirarla. Comprobo que, en esta ocasion, era gruesa, mucho mas gruesa que la anterior. Y alli estaba como una burla gritandole dia y noche.

«No tienes ninguna fuerza de voluntad, so gorda. Al final caeras en la tentacion y me leeras.» Como asi fue. Una vez vacio el frigorifico y cerrada la pizzeria, no pudo resistirlo mas. Aun cuando ella no queria leer ni una sola de las palabras escritas por Vanja.

?Hola Maj-Britt!

?Gracias por tu carta! ?Si supieras la alegria que me dio recibirla! Sobre todo al saber que tu y los tuyos estais bien. Una prueba mas de que hay que escuchar la voz del corazon. La ultima vez que te vi estabas embarazada y recuerdo el sufrimiento que te causaba haberte casado con Goran contra la voluntad de tus padres. Me alegra mucho saber que todo fue bien y que tus padres terminaron por entrar en razon. No es bueno irse de este mundo dejando asuntos pendientes; resulta muy duro de sobrellevar para los que se quedan. ?Si supieras lo que admire entonces tu determinacion y tu valor! ?Aun hoy los admiro!

A menudo pienso en nuestra infancia. En lo distintas que eran tu vida y la mia. En mi casa siempre estaba todo manga por hombro, como tu misma recuerdas, y nunca sabiamos en que estado llegaria mi padre a casa, si es que llegaba. Nunca lo dije abiertamente, pero sentia mucha verguenza por ello ante vosotros, sobre todo ante ti. Pero tambien recuerdo que tu preferias jugar en mi casa, que con nosotros estabas a gusto, y a mi eso me ponia tan contenta… Admito que tus padres me daban un poco de miedo. La gente hablaba mucho de la Comunidad de la que erais miembros y de las normas tan estrictas por las que se regia. En mi casa, justamente, nadie hablaba de Dios. Algo intermedio entre tu casa y la mia habria sido lo mejor, sin duda, ?al menos en lo referente al alimento espiritual!

Acuerdate de aquella vez cuando «jugabamos a los medicos» en vuestra lenera, con aquel nino, Bosse Oman. Tendriamos diez u once anos, diria yo, ?verdad? Recuerdo el miedo que te entro cuando tu padre nos descubrio y Bosse dijo que habia sido idea tuya. Aun me averguenzo de no haberle dicho que era yo la responsable en aquella ocasion. Claro que las dos sabiamos que a ti no te permitian jugar a esas cosas, asi que de nada habria servido. Era un juego inocente al que jugaban todos los ninos. Despues de aquello, estuviste sin ir a la escuela varias semanas y, cuando volviste, no querias contar por que habias faltado. Habia muchas cosas que yo no entendia, nuestras vidas eran muy diferentes. Como aquella vez, varios anos despues, debiamos de ser adolescentes, cuando contaste que solias pedirle a Dios que te ayudase a apartar aquellos pensamientos que tu no deseabas tener. Todas pensabamos en los chicos a esa edad y no creo que yo comprendiera como sufrias, mas bien me parecia un tanto extrano y nada mas. Y con lo guapa que eras, los chicos siempre se fijaban en ti, asi que supongo que te tenia envidia por eso. Tu, en cambio, le pedias a Dios que te destruyese para ensenarte a obedecer y…

Maj-Britt dejo caer la carta al suelo. Desde lo mas hondo de todas las cosas olvidadas surgio la angustia como un tornado. Se levanto del sillon a toda prisa, pero no habia llegado al pasillo cuando vomito.

7

Eres medico. Puedes hacerlo. ?Cuenta cualquier cosa!

Veintitres miradas expectantes vueltas hacia ella. La mente de Monika estaba limpia. Tan solo un recuerdo apuntaba como un quiste surgido de la nada haciendo imposible toda version ficticia. Transcurrian los segundos. Un participante le dirigio una sonrisa alentadora, otro comprendio su agobio y opto por apartar la mirada.

– Si lo prefieres, podemos pasar al siguiente y asi nos lo cuentas un poco mas tarde. Por si quieres reflexionar unos minutos.

La mujer le sonrio con amabilidad, pero la compasion era mas de lo que Monika podia soportar. En aquellos momentos, las veintitres personas alli presentes la consideraban incapaz. Si a algo habia dedicado ella su vida era precisamente a que la considerasen lo contrario. Y lo habia conseguido. Se lo decian a menudo. Sus colegas en el trabajo le decian que era muy capaz. Y ahora, entre aquellos veintitres desconocidos, acababan de ofrecerle la posibilidad de un trato especial a causa de su limitacion. Todos los alli reunidos la veian como una simple mediocre, incapaz de realizar la tarea que Mattias habia superado de un modo tan brillante. La necesidad de recuperar su posicion era tan intensa que logro vencer su falta de resolucion.

– Estaba dudando solo porque el recuerdo en el que pensaba trata tambien de un accidente.

Su voz resono firme y con cierta indulgencia intencionada. Todas las miradas volvieron a centrarse en ella, incluso las de aquellos que la habian apartado con discreta consideracion.

La mujer que la sometia a aquella tortura tuvo el mal gusto de sonreir.

– No importa. La idea era que asociarais libremente y, por lo general, son ese tipo de vivencias dificiles las primeras en acudir a nuestra memoria. Adelante, cuenta lo que quieras.

Monika trago saliva. Ya no habia vuelta atras. El unico recurso era aplicar pequenas correcciones alli donde la verdad fuese insoportable.

– Yo tenia quince anos y Lasse, mi hermano mayor, dos anos mas. Estaba invitado a la fiesta de su novia, Liselott, cuyos padres estaban fuera y, puesto que a mi me gustaba uno de los amigos de mi hermano, lo convenci para que me dejase acompanarlo. -Sentia los latidos de su corazon y se pregunto si los demas podrian oirlos-. Liselott vivia algo lejos, asi que decidimos que nos quedariamos a dormir en su casa. Nuestra madre no tenia una

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