la dejo sola con sus sucios pensamientos.
Fue a la cocina. Aun quedaba un resto de carne asada, corto un trozo y se lo puso en la lengua: asada solo por la superficie. Cuando volvio a tumbarse en la cama, dejo que la saliva reblandeciese y entibiase la carne antes de tragar con los ojos cerrados.
Un instante de breve placer.
Varias veces se desperto con la mano sobre los senos y sintio una verguenza roja como la sangre. ?Por que habia nacido en un cuerpo con tan morbidos impulsos? ?Por que no pudo amarla el Dios de sus padres? ?Por que castigo a sus padres, cuando ella estaba dispuesta a sacrificarlo todo?
Una noche, no se desperto hasta que no era demasiado tarde. Volvio en si justo en el momento mismo de la verguenza.
Y su madre le hablo en suenos.
Habian visto lo que hacia.
Una gran sala. Estaba sentada en una silla y alli estaba de nuevo el agua, a su alrededor. No podia moverse. Algo le pasaba a su pierna derecha, por alguna razon le impedia zafarse de alli. Un ruido la asusto y alzo la vista. Alli estaba el, delante de ella, con su traje negro, tan ingente que no alcanzaba a verle la cara. Quiso huir, pero algo tenia la pierna derecha que se lo impedia. Detras de el, en el suelo, yacia un hombre gravemente herido, las ropas blancas destrozadas. Manaba sangre de las heridas que los clavos abrieron en sus manos y la sangre tintaba el agua de rojo y el hombre la miro suplicando ayuda.
La voz del hombre imponente resonaba como el tronar de la tormenta.
– Jesus murio en la cruz por tus pecados, porque tus manos te llevaron por el mal camino y por tus deseos impuros.
Oyo ruido a sus espaldas. Gente congregada, presente alli por su culpa, por lo que habia hecho. Sentia la quemazon de sus miradas en la nuca.
– Existen tres formas de amor: nuestro amor a Dios, el amor que Dios nos profesa y el erotico, que nos aparta de Dios.
El agua avanzaba acercandosele por ambos lados. Sus padres estaban sentados a cierta distancia, con las manos entrelazadas. Suplicantes, alzaban la vista hacia el hombre que hablaba, rogando ayuda.
– La verguenza del deseo consiste en que es independiente de la voluntad. La virtud exige un total control sobre el cuerpo. ?Lo comprendes, Maj-Britt?
Su nombre resonaba entre las paredes, pero ella era incapaz de responder. Algo estaba asfixiandola. La gente que habia detras y la que ella no podia ver posaba las manos sobre su cabeza.
– Antes del pecado original, Adan y Eva podian reproducirse sin intervencion del deseo, sin ese apetito que hoy nos doblega, el cuerpo entero se hallaba bajo el control de la voluntad.
El nivel del agua seguia subiendo. El hombre que yacia herido en el suelo desaparecio bajo la superficie y ella queria acudir corriendo en su ayuda, pero no podia. Su propia pierna y todas aquellas manos la retenian. Sus padres no tardarian en desaparecer tambien, se ahogarian por su culpa, porque los habia obligado a, en su desesperacion, acudir alli para ayudarle.
– Has de aprender a cultivar y cuidar tu relacion con Dios, a purificar tu espiritu infecto. Un verdadero cristiano se abstiene de la maldicion de la sexualidad. Lo que has hecho es pecado, has abandonado el camino recto.
Las paredes se derrumbaron con atronador estruendo y la habitacion quedo inundada de agua. Sus padres permanecian sentados en el completo silencio de su afliccion sin oponerse al agua que los cubria. Ya no era posible respirar, no respirar, no respirar.
Cuando se desperto estaba boca arriba. Intento rodar para ponerse de costado, pero su cuerpo se lo impedia. Se le habia caido al suelo el gran almohadon y ahora se hallaba inerme, presa de su propio peso. Como un escarabajo patas arriba, se esforzo en vano por recobrar el control, pero el esfuerzo le agoto las ultimas reservas de oxigeno de sus pulmones. Se asfixiaria. Moriria alli, vencida por su propio cuerpo, aquel cuerpo que, durante toda su vida, gordo o delgado, constituyo su prision. Ahora su cuerpo habia triunfado. Al final, se habia salido con la suya y la habia derrotado, la habia obligado a doblegarse y a rendirse.
Alli la encontrarian. La tal Ellinor la hallaria al dia siguiente y les contaria a los demas del servicio domiciliario que murio tumbada en su propia cama, asfixiada por su propia grasa.
Por siempre una verguenza.
Con un ultimo esfuerzo, logro girar y ponerse de lado, hasta que cayo al suelo con estruendo. El brazo izquierdo quedo aprisionado, pero no sentia el dolor, solo la liberacion del aire al encontrar un angosto pasaje hasta los pulmones.
Las horas transcurrian despacio. El brazo izquierdo se le durmio casi enseguida, pero Maj-Britt no se atrevio a moverse, no se atrevio a correr el riesgo de volver a caer de espaldas. Finalmente, no le quedo otra opcion. Gracias a un desplazamiento minimo, logro dar rienda suelta al flujo sanguineo del brazo. Lo peor era el dolor lumbar. El mismo que, ultimamente, actuaba sordo e ininterrumpido pero que, cada vez con mas frecuencia, se intensificaba tanto que le costaba caminar.
Tuvo suerte, Ellinor llego temprano. El reloj que tenia junto a la cama marcaba poco mas de las diez cuando por fin oyo la llave en la cerradura.
– ?Soy yo!
No respondio. Ellinor no tardaria en encontrarla de todos modos. Oyo como dejaba las bolsas de la compra en la mesa de la cocina y saludaba a
– ?Maj-Britt?
Enseguida la vio aparecer en la puerta del dormitorio. Maj-Britt vio que se asustaba.
– Por Dios santo, ?como estas?
La joven se acuclillo a su lado, aun sin tocarla.
– ?Madre mia! ?Cuanto tiempo llevas asi?
Maj-Britt era incapaz de articular palabra. La humillacion que la embargaba era tan honda que sus mandibulas se negaban a moverse. Entonces noto las manos de Ellinor sobre su cuerpo, y fue tan espantoso que sintio deseos de gritar.
– No se si podre levantarte yo sola. Me temo que tendre que solicitar los servicios de guardia de Trygghetsjouren.
– ?No!
La amenaza disparo el bombeo de adrenalina por su cuerpo y Maj-Britt estiro el brazo hacia el larguero de la cama para intentar tomar impulso.
– Nos las arreglaremos solas. Intenta meter el cojin debajo de la espalda.
Ellinor actuo tan rapido como pudo y Maj-Britt no tardo en estar medio sentada. El dolor lumbar le daba ganas de gritar, pero resistio y siguio luchando. Y asi continuaron, obligando a los cojines a entrar uno a uno. Les llevo cerca de media hora, pero lo consiguieron, sin la ayuda de Trygghetsjouren y sin necesidad de soportar su tacto repugnante. Cuando, jadeante, pudo por fin hundirse en el sillon, cuando ya todo habia pasado, experimento una sensacion extrana.
Se sentia agradecida hacia Ellinor.
No tenia por que hacer aquello. Segun las reglas, deberia haber llamado al servicio de Trygghetsjouren. Pero Ellinor renuncio porque ella se lo pidio y, entre las dos, lo consiguieron.
Hubo de rebuscar la palabra en lo mas hondo.
– Gracias.
Maj-Britt la dijo sin mirarla pues, de haberlo hecho, habria quedado impronunciada en la garganta.