– ?Ahhh!

– ?Quema! Pero ?que es esto9 Quema muchisimo.

– ?Nos quieren envenenar!

La madre de Michela, la fotografa desmanada, se acerca a la tarta, pasa el dedo por encima y a continuacion la prueba como la mejor de las ninas caprichosas. Cuando comprende de que se trata, tuerce de improviso la boca

– ?Guindilla! -Y a continuacion, pronuncia una afirmacion aun mas grave-: Manana me van a oirlos de Cioccolati.

Solo pienso en una cosa: los de Cioccolati., ?comprenderan que he sido yo?

Clod me mira torciendo la boca.

– ?Se puede saber cuanta has puesto?

– ?Muchisima! Me sento muy mal que fuesemos las unicas a las que no habian invitado a la fiesta.

– Ya-

Cabecea. Le doy un empujon.

– Mira que la mitad la eche por ti, eh.

Mientras tanto, los demas siguen gritando.

– Agua, ya no queda agua… ?Podeis traer mas?

Los camareros llegan, a toda prisa, uno detras de otro, como si surgieran de la nada, transportando varias botellas de agua, unas mas frescas que otras, se las pasan a los invitados, alguno bebe directamente de ellas, otros, mas educados, la sirven en vasos a los sedientos y desesperados que parecen estar gritando «pica a rabiar». Y en medio de la cola que se organiza, para beber, entre la multitud que rodea las mesas y los camareros con las botellas, veo a Matt. Lleva de la mano a la tipa que, por todo nombre, me ha dicho que es «su novia». Tiene la lengua fuera y se da aire con la mano, como si esa especie de abanico improvisado pudiese servir para algo. ?Bien! Me habia olvidado por completo de ellos, es evidente que siempre hay una razon para dar un escarmiento. Y de esta forma se me ocurre una nueva maxima que debo escribir en la agenda: «La venganza nunca cae en saco roto.»

– Eh, ?vienes conmigo?

Gibbo me coge de la mano. Por lo visto, esta es la noche de los raptos.

– ?Adonde?

– Afuera, es una sorpresa. Miro alrededor- Venga, que esta historia de la guindilla, en lugar de animar la fiesta, la ha convertido en un funeral. ?Hasta el disc-jockey se ha quemado la garganta! Mira que espanto de musica… ?Sabes cuanto tardara en volver a ser divertida? Al menos cuarenta minutos…, siempre y cuando se reanude, claro Me gustaria saber a quien se le habra ocurrido echar guindilla en la tarta.,, A menos que sea un error del pastelero…

Me gustaria decirselo, pero quiza sea mejor que la historia no circule demasiado.

– ?Por que lo dices?

– Porque ha sido genial.

?Veis?, se lo podria haber dicho.

– ?Y por que ha sido genial?

– Porque me ha brindado la posibilidad de escaparme contigo.

Y me coge de la mano y tira de mi para que lo siga. En un abrir y cerrar de ojos estamos fuera de la casa.

– Parate aqui y cierra los ojos.

– ?Por que?

Lo miro preocupada, El me sonrie y abre los brazos.

– ?Te lo he dicho, es una sorpresa!

Reflexiono por un momento. Gibbo no es, desde luego, la clase de chico que me besara si cierro los ojos. E incluso en el caso de que lo fuese… Despues de la desilusion de Matt, no estaria mal. Esta noche esta guapo: lleva unos vaqueros ajustados con una vuelta alta, una sudadera Abercrombie azul oscuro y una gorra de cuadros celestes, blancos y azules. Pero que digo, ?esta guapisimo! En cualquier caso, jamas lo haria o, al menos, no a traicion. Cierro los ojos. Siento que se acerca, despues me coge la mano. Me sobresalto por un instante.

– Ven, sigueme.

Permanezco con los ojos cerrados.

– Eh, no me hagas caer. ?Y procura que no pise ningun «regalito»!

Gibbo se echa a reir.

– Jamas he visto una calle tan limpia. Tengo la impresion de que aqui limpian unos barrenderos especiales.

Aminora el paso.

– ?Estas lista? Hemos llegado. ?Abre los ojos!

Hasta ese momento los habia mantenido cerrados de verdad, en primer lugar porque me gusta ser sincera, bueno, siempre que sea posible, claro esta, y en segundo lugar porque me encantan las sorpresas. Y esa es, a decir poco, una sorpresa fantastica, en fin, especial, ?increiblemente especial! Una de esas sorpresas para las que no bastan las palabras.

– Entonces, ?te gusta?

– ?Te has comprado un microcoche! ?Si me gusta, dices?

Lo rodeo devorandolo con los ojos. Es el que vimos al llegar. Claro, ?de quien podian ser si no todos esos numeros? Ademas, es metalizado, azul oscuro con reflejos azul claro.

– ?Pediste tu que lo hicieran asi?

– ?Por supuesto! ?Te has fijado en las bandas blancas y celestes que parten de las ruedas delanteras y llegan hasta las de detras?

– ?Superguay!

– Y eso que aun no lo has visto por dentro.

Pulsa un boton y de inmediato destellan cuatro luces.

– ?Si hasta tiene alarma!

– Claro, ?con todo lo que le he metido, si me lo robaran seria como si desvalijasen una tienda de electrodomesticos!

– ?Que exagerado!

Pero, en efecto, cuando abre la puerta se encienden unas luces frias, azul claro, que iluminan el coche por debajo.

– Caramba, se parecen a las luces que salian en esa pelicula…

– A todo gas… la vimos en tu casa y recuerdo que te gustaron mucho. Por eso las he puesto.

Esbozo una sonrisa. No me lo acabo de creer. Sea como sea, me gusta el mero hecho de que lo haya dicho. De modo que subo. Gibbo se sienta a mi lado.

– ?Estas lista?

– ?Por supuesto!

Gibbo arranca y partimos. ?Solo que pensaba que hariamos unos cuantos metros para probarlo y, en cambio, no se detiene!

– ?Adonde vamos?

– A dar un paseo de ensueno.

– ?Y Alis y Clod?

– Ya las veras manana en el colegio.

Pues si, tiene razon.

– A fin de cuentas, la fiesta se ha acabado ya, venga.

– Vale, pero detente un momento, tengo que recoger una cosa del coche de Alis.

Gibbo da media vuelta mientras yo le mando un mensaje. Un segundo despues, ella sale por la verja.

– ?Que pasa? Me apeo al vuelo.

– Tengo que coger la bolsa que he dejado en tu coche.

– ?Te marchas? ?No me digas que Matt ha cambiado de opinion!

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