frenar con las manos.

– Ay, ay… Ay.

Me miro la palma para ver si tengo alguna herida, pero no veo nada, estoy ilesa.

– Eh… -Gibbo llega junto a mi y me ayuda a levantarme-. ?Se puede saber que haces?

– Me he hecho dano. -Me froto la falda-. ?Me he caido de culo! -Luego, preocupada por Ale, miro hacia atras-, ?Se ha roto la falda?

– Dejame ver.

Me hace dar media vuelta. Espero un poco. -?Y bien?

Me vuelvo y veo que Gibbo esta sonriendo.

– No, no, nada… Creo que todo esta bien, ?pero que muy bien!

– ?Imbecil! ?Venga, vamos a bailar!

Y echo a correr, ligeramente dolorida pero con unas ganas enormes de vivir, de bailar, de gritar, de sonar De enamorarme en tu cara, Matt, y de esa tipa, «su novia». Asi que me precipito entre la gente y bailo como una loca -no es por nada, pero mejor que ellos-, y sigo el ritmo de maravilla y canto: «He esperado mucho tiempo algo que no existe, en lugar de contemplar como amanece…»

– Juradme una cosa…

Clod me mira sorprendida y arquea las cejas.

– ?Ahora? ?Se puede saber que te pasa esta noche?

– ?Si, ahora! ?Es importante: ahora y para siempre!

Alis es mas docil.

– Vale, dinos…

– A ver…

– Que nunca discutiremos por un hombre, que antes que traicionar nuestra amistad nos encerraremos en casa, jamas cometeremos una estupidez semejante, ninguna lagrima por nuestra culpa, confianza eterna, tranquilidad total, secretos solo para los demas… -Luego las miro titubeante y abro los brazos con las palmas de las manos vueltas hacia arriba-, ?Por favor, juradlo!

Un instante. Acto seguido, sonrien Y nos abrazamos y seguimos bailando como si fuesemos un unico cuerpo, saltando aqui y alla, felices, al ritmo de la musica. Y nos miramos a los ojos, cantando al unisono, a voz en grito. Y en ese momento me siento la persona mas feliz del mundo. Y cierro los ojos y bailo, abrazada a mis mejores amigas, sin poder imaginar lo que un dia sucedera.

– ?Aqui esta la tarta!

Alguien grita y todos se apinan alrededor de una mesa. La tarta tiene un monton de velitas altas en el centro, de todos los colores, que forman el numero catorce. Debajo puede leerse: «?Felicidades, Michela!» La homenajeada se acerca, y todos se apartan para hacerle sitio y ella se detiene en el espacio libre que han dejado justo delante del pastel. A continuacion esboza una sonrisa mientras nos mira a todos, los invitados, sus amigas, sus amigos, algunos familiares, varios camareros con los platos listos y los cubiertos mas alla, y su madre, que tiene ya la camara de fotos en la mano: que esta muy emocionada y que la hace bailar un poco delante de ella mientras trata de encuadrar… «?a esa magnifica hija!». A continuacion, Michela mira a todo el mundo.

– ?Puedo?

– ?Venga! ?Venga! -grita alguien.

Alguien saca el movil y hace una fotografia para aparentar interes. Luego Michela inspira, sopla las velitas y consigue apagar las ultimas despues de recuperar el aliento y haber soplado una segunda vez, aunque fingiendo que era la primera.

– Espera, espera, repitelo… He apretado antes de tiempo. -Su madre, faltaria mas.

– Mama, uf… -Michela piensa lo mismo que nosotros-. Venga, mama, asi no vale, si lo hago otra vez resultara falso…

Pero al ver a la madre tan disgustada alguien se saca al vuelo del bolsillo de los pantalones un encendedor, revelando a todos que ya fuma, pero brindando a esa madre una segunda y ultima oportunidad.

– ?Ya esta, encendidas, venga!

– Mama, no te equivoques otra vez porque no vuelvo a soplar, ?eh?

– Esta bien.

– ?Me has entendido? Mira que no volvere a hacerlo…

– ?Si, ya te he dicho que si…, Michela! ?Si no perdieras tanto tiempo discutiendo en lugar de soplar, a estas alturas lo habrias hecho ya!

Michela sopla de nuevo las velitas y su madre, por suerte, consigue por fin inmortalizar el momento. Luego Michela se dirige al disc- jockey. Salta a la vista que esta loquita por el.

– Eh, Jimmy, ?me pones la que tanto me gusta, por favor?

Por su parte, Jimmy no parece muy interesado por el producto Michela.

– ?Cual?

– Venga, esa que dice: Nananana…

Prueba a canturrear algo.

– Ah, ?por que no te presentas al concurso ese de television, «La Corrida»? Hay mas posibilidades de que ganes ese programa que yo entienda de que cancion se trata.

– ?Anda ya! -Michela sonrie como si nada, sin imponer su papel de homenajeada, y prueba de nuevo con la melodia-. Nananana… -Jimmy cabecea- ?Me estas tomando el pelo! Has entendido de sobra cual es, venga, ?es la de los Negramaro!

– Ah…, ?podrias haberlo dicho antes!

Asi que Jimmy pone el disco, que, en efecto, no se parece en nada a la extrana cantilena de Michela. Casi como una senal, los camareros empiezan a repartir los platos con pedazos de tarta entre los chicos mas hambrientos. Yo estoy al lado de Clod en el preciso momento en que llega el suyo. Y despues el mio.

– Por favor, senorita, es para usted.

– Gracias.

Resulta comico cuando la gente mayor que tu, hasta el punto de que podrias ser su hija o, como mucho, su hermana pequena, te habla de usted.

Mmm…, que bien huele. Chocolate negro, amargo en su punto justo. Corto un poco con la cuchara. Por dentro esta tibia y va rellena de una crema, tambien de chocolate, que chorrea. Por el aroma que desprende debe de estar para chuparse los dedos. Pero es que, claro, ahora lo recuerdo, la han comprado en Cioccolati, el sitio en el que yo…, como no me habian invitado a la fiesta… Mientras me llevo la cucharilla a la boca, me viene a la mente. ?Nooo! ?Como es posible que no lo haya pensado antes?

– ?Detente, Clod! -Ya ves. Me mira en el preciso momento en que se mete un trozo en la boca-. No te la comas…

A esa no hay quien la pare… ?Que puede detener a alguien como Clod en uno de sus momentos favoritos? De hecho, se encoge de hombros como si dijese: «?Y por que deberia hacerlo?», y se lo traga de golpe, un unico bocado, enorme; lo mastica dos veces a toda velocidad y con una sonrisa mofletuda y complacida lo hace desaparecer del todo A continuacion sacude ligeramente la cabeza y me sonrie.

– ?Por que no tenia que comermela? Esta deliciosa.

– ?Ah, si?… Pues porque esta llena de guindilla.

Me mira y hace un ruidito con la boca, como si dijese: «?Se puede saber de que estas hablando?»

– ?Te acuerdas? Te dije que de una forma u otra vendriamos a esta fiesta… ?Quien podia imaginar que nos invitarian gracias a Alis!

Apenas concluyo la frase. Clod pone los ojos en blanco, abre la boca y emite una especie de alarido, pero como si se hubiese quedado sin aliento.

– ?Ahhhh, quema! ?Quema! ?Es terrible!

Voy sin perder tiempo a por un vaso de agua y se lo llevo corriendo.

– Ten, ten, bebe… -Clod me lo arrebata de las manos y lo apura de un sorbo.

– No digas nada, por favor. -Me tiende el vaso vacio sacudiendo la cabeza-. Mas, mas… -Me precipito a buscar mas agua, como si tuviese que apagar un incendio. La verdad es que le arde la garganta, como a todos los demas.

– ?Socorro!

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