– ?Estas loca!
– Si, como una cabra.
Y aparca con un viraje tan repentino que me lanza contra la puerta, ?hasta el punto de que podria haber salido volando por la ventana si esta no hubiese estado cerrada!
– ?Eh, ya veo que has frenado!
Se echa a reir. Desenchufa el iPod y se lo mete en el bolsillo- Nos apeamos. Hay un monton de coches sin carnet: Chatenet, Aixam y Lieger. Los reconozco todos. Samantha, Simona. Elettra, Marina. Cuanto me gustaria tener uno. Dentro de poco cumplire catorce anos. Quien sabe si mis padres estaran pensando en regalarmelo. Les he dado a entender de todas las formas posibles que me encantaria, ?incluso me he quedado dormida varias veces con el catalogo de la Chatenet encima, abierto sobre la cara, como si fuese un periodico! No me importaria en absoluto que fuera usado, en caso de que quieran ahorrarse un poco de dinero. Mis padres trabajan mucho, y en casa no nadamos en la abundancia. Claro que yo tengo mi paga, voy a un buen colegio y no me puedo quejar. A mi hermana Ale le compraron la moto cuando tenia unos catorce anos y medio. A Rusty James, a los quince, pero desde entonces no ha pedido nada mas y se las ha arreglado solo inventandose mil trabajos, fiestas en locales o en bares, por ejemplo, para poder comprarse la moto que tiene ahora. Sin embargo, su sueno es tener un coche, siempre lo dice: «Me encantaria tener un viejo Mercedes Pagoda como el de Richard Gere en
Yo no he visto esa pelicula, ?pero si mi hermano dice eso es porque ese coche debe de ser precioso!
Observo con mas detenimiento los microcoches de mis amigos. Hay uno nuevo, es azul oscuro metalizado con unos numeros claros en las puertas de diferentes tamanos. Parece una extrana secuencia: uno de esos complicados acertijos como los de
– ?Buenas noches!- Alis saluda al senor que esta en la puerta con una lista en la mano-. Sereni y Bolla.
El tipo comprueba nuestros apellidos en la lista y luego se aparta risueno para dejarnos entrar. ?Menuda casa! Es esplendida. La entrada esta en la curva de Parioli, un lugar del que ya habia oido hablar, pero en el que nunca habia estado.
– ?Habeis llegado!
Clod se asoma desde un arbol que hay detras de la curva, donde se ha escondido.
– ?Que estabas haciendo ahi?
– Adivina. Os estaba esperando.
– Pero si hay media clase ahi dentro, podrias haber entrado.
– Ohhh, que pesada eres… Me daba verguenza, venga, entremos juntas.
Y eso hacemos. Nada mas doblar la esquina, aparece ante nuestros ojos la casa en todo su esplendor. Parece una de esas viejas casonas que se ven en las fotografias del campo, solo que por lo general se encuentran en la Toscana o en Umbria o, en cualquier caso, fuera de Roma, ?pero esta esta en pleno centro! Y, ademas, la musica suena a todo volumen.
– ?Finleyl
Bajo el porche hay un disc-jockey que mueve la cabeza al ritmo de la musica. Se muerde el labio, lleva una gorra con la visera al reves y nos saluda alzando la barbilla en direccion a nosotras.
– ?Vamos! -Pone otra cancion haciendo
Alis se separa del grupo y se une a las chicas que bailan junto al borde de la piscina, se quita al vuelo los zapatos y se queda descalza. La musica es increible. El tipo ha entendido que nos gusta y alza el volumen. Los
– ?Que hacemos? ?Vamos?
Miro a Clod esperando su respuesta.
– No- ?Me da verguenza!
– ?De que? Venga, nos divertiremos, escucha que musica. -La aferro por un brazo y la arrastro-. ?Vamos, ven!
Pero ella opone un poco de resistencia y eso me impide avanzar.
– ?Eh! -Se rie-. ?Que pasa? -le pregunto riendome a mi vez.
– ?Ya lo sabes!
?Que pesada es! En cualquier caso, en el fondo tambien quiere venir, aunque si se para, no hay manera de arrastrarla. Asi que al final, de esa forma tan tonta, llegamos junto a Alis y empezamos a bailar, y veo que tambien estan las otras chicas de la clase: Martina, Vittoria, Stefy, Giuli, y Lallo y los otros… Incluso los Ratas. Veo a Luca y a Fabio… Alguien me toca en el hombro.
– ?Eh! ?Pero si eres Caro!
Me vuelvo y esbozo una sonrisa. Es Matteo. ?Matt! Sigo bailando delante de el y le respondo a voz en grito para hacerme oir por encima de la musica.
– ??A quien buscabas?!
– A ti… Pero no te habia reconocido. Estas guapisima.
Enrojezco un poco, pero sigo bailando mientras lo miro a los ojos. Caramba, luna, ayudame, dime que no se nota que estoy roja como un tomate. ?Dimelo, te lo ruego! Y sigo bailando y lo miro a los ojos y sonrio, dando muestras de una gran torpeza. Pero ?por que ha de sucederme siempre lo mismo cuando lo veo y me hace un cumplido? Tengo la impresion de que ha entendido lo que me ocurre y que lo hace adrede. Por fin consigo responder algo mas o menos coherente.
– Lo dices solo porque voy mas maquillada.
– De eso nada… No me habia dado cuenta. ?Ven!
Y esta vez es el el que me coge un brazo y el que tira de mi con tanta fuerza que casi me hace tropezar. Y corro detras de el mientras Alis y Clod me ven escabullirme como arrastrada por una banda elastica.
– Eh, ?adonde van? -Clod se acerca a Alis.
– Pero ?es que no sabes que Matt, como ella lo llama, le gusta desde siempre?
Por suerte, no me da tiempo a oirlas, estoy ya lejos de ellas, mas alla del jardin, del bufet, arrastrada por el entusiasmo de ese loco de Matt. Se da cuenta de que he visto lo que hay sobre la mesa.
– Venga, luego volvemos a comer algo, ?vale?
Asiento con la cabeza, aunque en realidad me importa un comino. De manera que me arrastra al interior de la casa y atravesamos unos salones antiguos llenos de cuadros y de estatuas y de bustos de marmol apoyados sobre unas elegantes columnas. Parece que estemos en uno de esos museos que hemos visitado alguna vez con el colegio.
– Ven, quiero ensenarte algo…
Matt me sonrie. Me parece aun mas guapo de como lo recordaba. Dios mio, ?como era la historia? Ah, si, cambio de colegio porque sus padres se mudaron de casa. Es alto, delgado, tiene el pelo castano claro y los ojos marrones. Un cruce entre Colin Farrell, Brad Pitt y Zac Efron. En fin, supongo que habreis entendido a que me refiero. Pues si, esta buenisimo. Por si eso no bastara, viste genial: unos vaqueros militares, unos zapatos North Sails, un sueter sin camisa debajo con el cuello de pico y coderas con doble costura de color ligeramente mas oscuro que el del sueter, azul esmalte. Un sueno. Pero ?para que os lo cuento? «?Pues no nos lo cuentes!», me responderian Alis y Clod. Menos mal que no pueden oir mis pensamientos… ?Y menos mal que tampoco los puede oir el! Al menos, eso espero.
– ?En que estas pensando?
– ?Eh? -Veo que sonrie-. No, en nada. Nada… En lo grande que es esta casa.
Sigue sonriendome. Tengo la impresion de que no me cree. ?Como iba a creerme? Me ruborizo de nuevo. Y ya van dos.
– ?Hemos llegado!
Entramos en una sala repleta de armaduras.
– Mira…