Vuelvo a casa muy contenta. Ahora Sandro me cae bien. Al principio pensaba que era uno de esos tipos raros a los que les gustan las ninas, y no porque yo sea muy pequena, pero, en fin, si un tio de treinta anos se obsesiona con una chica como yo, no debe de ser muy normal. En cualquier caso, yo nunca estaria con alguien de esa edad. Pero es un gran trabajador al que le gusta lo que hace y, al final, he comprendido que lo suyo es pura simpatia. Es mas, se ha tomado muy en serio mi desesperado y vano intento de encontrar a Massi… Pero incluso llegue a pensar por un instante que el podia ser un joven de treinta anos al que no le gustan las ninas como yo…, sino los hombres. No se por que se me ha ocurrido esa idea tan extrana. Quiza porque me parece raro que hoy en dia la gente dedique su tiempo a los demas sin albergar segundas intenciones. Pero luego, despues de ver como mira a Chiara, ya no tengo ninguna duda. No es solo que le gusten las mujeres, ?esta perdidamente enamorado de esa chica! A saber si habra hecho algo, yo que se, algun intento, aparte de babear detras de ella como un estupido. No hay nada peor que los demas nos vean embobados ante la belleza del amor, ?Que narices! En la vida no sucede a menudo. Yo lo sabia y, de hecho, cuando llego Massi estaba mas que preparada para poner todas mis cartas en juego. El destino, sin embargo, me puso la zancadilla. Ojala no me hubiesen robado el movil, quien se lo iba a imaginar. Basta, no quiero darle mas vueltas.
Estoy en el autobus que me lleva de vuelta a casa. Hasta he encontrado un asiento libre. El libro que me ha regalado Sandro es, a decir poco, divertido. Piensas en algo, lo abres y encuentras la respuesta en la pagina. Es el
?Bien! Mejor dicho…, ?genial! Es lo que queria oir. Gracias, libro. Tu si que sabes escuchar mis oraciones. Bueno, otra pregunta, ?no? Para ser un poco mas precisos… ?Que quieres decir con eso? ?Porque «pronto» puede significar dias, semanas, o incluso meses y anos! Y, en fin, me gustaria poder interpretar bien ese «pronto». De modo que pienso en ello, cierro los ojos, apoyo la mano en la cubierta para volver a transmitirle toda mi curiosidad y abro de nuevo el libro por la mitad. Esta vez, la respuesta me la tomo mas en serio; «Hay que ser practicos.»
?Que me lo digan, a mi! ?Yo seria en seguida practica con Massi! Anda que no soy ordinaria. Pero, querido libro, ?que quieres decir? ?Que tengo que seguir buscandolo, que debo esforzarme mas? ?O ser practico quiere decir olvidarse de Massi y buscar a otro, mas facil? En fin, que me asaltan mil dudas. De manera que, cuando estoy a punto de retomar la lectura, entiendo que solo tengo una certeza: ?me he saltado mi parada! Toco de inmediato el timbre para la parada siguiente, ?solo que esta lejisimos de casa!
– Perdone… -le digo al conductor-. ?Puede dejarme aqui, por favor? Me he pasado mi parada. Se lo ruego.
Me responde sin mirarme siquiera.
– No podemos, es el reglamento…
– Gracias, ?eh?
Se lo agradezco, pero en realidad pienso algo muy diferente. Vaya lata, resoplo y vuelvo a la puerta central. Claro que no pueden, ?acaso no lo se? ?Por eso se lo he pedido con tanta amabilidad! Pero ?que clase de respuesta es esa? Costaria tan poco ser un poco mas afable con el projimo. Nada, que conazo,…, tengo que esperar a la siguiente parada. Y, ademas, ?no podrian ponerlas mas cerca? Una mujer que ha oido la pregunta que le he hecho al conductor se inmiscuye en mis pensamientos.
– No pueden abrir cada vez que alguien se lo pide; de lo contrario, ?para que servirian las paradas?
Me mira como si me dijese «?como es posible que no lo entiendas?». Me gustaria responderle: «Con respecto a las paradas, tal vez este de acuerdo, pero ?para que sirven, en cambio, los plastas como usted? ?Pero si ya lo sabia! A que viene su comentario, ?eh? ?Acaso aporta algo?»
Sin embargo, en ese mismo instante, el autobus se detiene, me pego a las puertas y, en cuanto estas se abren, salto apresuradamente y echo a correr como un rayo en direccion a casa.
Llamo al interfono.
– ?Quien es?
– Yo.
Subo corriendo la escalera. Llamo a la puerta, me abre Ale.
– Hola. -Despues recorro a toda prisa el pasillo-. Ya he vuelto, mama,
Pero ?que pasa aqui? En la cocina no hay nadie. Las puertas de cristal del salon estan cerradas. Ale pasa por mi lado.
– Estan alli… Creo que tienen para un buen rato… Yo voy a comer.
Y se encamina hacia la cocina. Quiza me reuna con ella, pero primero quiero saber lo que esta pasando. Soy demasiado curiosa. De modo que me acerco. Oigo la voz de mi madre.
– Pero tal vez cambie de idea.
Mi padre grita como de costumbre.
– Ya esta, es por eso… ?La culpa es tuya por defenderlo siempre!
Veo la escena a traves de un resquicio. Estan los dos y, entre ellos, mi hermano Rusty James.
– ?Se puede saber por que discutis? ?Por que gritas, papa? ?Por que te enfadas siempre con mama? Ella no tiene la culpa. La decision es mia. Tengo casi veinte anos…, puedo tomar mis decisiones, ya sean mas o menos acertadas, ?no?
– ?No! ?De acuerdo? ?No, porque son equivocadas! -Mi padre vuelve a alzar la voz-. Siempre son equivocadas… ?Esta claro? ?Dejas la universidad! ?Que puede haber de bueno en eso?
– Que no me gusta estudiar medicina.
– Ah, claro, tu quieres pasion. Quieres ser escenografo.
– Guionista.
Mi hermano sacude la cabeza y se sienta en el brazo del sillon. Mi padre vuelve a la carga.
– Ah, claro… ?Y todo el dinero que me he gastado para que pudieses estudiar, para que te licenciases en medicina, para ofrecerte un puesto el dia de manana? ?Adonde ha ido a parar? Perdido, todo el dinero echado a perder. Pero ?a ti que mas te da, verdad?
Mi hermano exhala un suspiro.
– Te lo devolvere, ?de acuerdo? Te restituire todo lo que te has gastado conmigo. Asi saldaremos nuestras deudas.
Veo que papa se aparta de la mesa, se acerca a el, aferra su cazadora, tira de la manga y casi lo hace caer del sillon cuando lo sacude con rabia.
– Oye, no seas arrogante conmigo…
Rusty James casi se resbala. Vuelve a levantarse y se planta delante de el. Mi padre es mas bajo, pero acaban de todas formas uno frente al otro y le agarra la pechera.
– ?Lo has entendido, eh? ?Lo has entendido? -grita cada vez mas fuerte, con la boca desmesuradamente abierta, sujetandolo por el cuello de la cazadora y con su cara a un milimetro de la de Rusty. Sus gritos son cada vez mas fuertes-, ?Lo entiendes o no?
Espero que no suceda nada malo. Parece una de esas escenas de una pelicula en que al final uno tiene un cuchillo o una pistola, o en que entra un tipo diciendo «manos arriba» y, de todas formas, dispara y al final siempre hay alguien que acaba muerto en el suelo. Pero eso pasa en las peliculas. Mientras que aqui… Papa y Rusty estan cada vez mas cerca, papa lo sujeta por el cuello de la cazadora. Rusty permanece inmovil, duro, despues empieza a empujarlo con el pecho para que retroceda. Tambien mi padre empuja, sus pies resbalan en el parquet del salon, en la alfombra, que esta muy desgastada. Mi padre da unos pasos hacia atras, Rusty lo empuja y el se resiste en vano. Mi hermano sonrie. Mi padre alza una mano de la pechera, se la pone en la mejilla y Rusty James gira la cara hacia el otro lado como un caballo que patea, que escapa de su dueno, rebelde, rabioso, encabritado, falta poco para que se enzarcen.
– ?Quietos, quietos! -Mi madre se interpone entre ellos. Antes de que sea demasiado tarde, antes de que