Mi madre esboza una sonrisa. ?Ha echado guindilla! Y comemos sonriendo y charlando de nuestras cosas. Para distraerla, decido contarle la historia de Massi.

– ?Sabes, mama? He conocido a un chico…

Pero veo que, de improviso, cambia de expresion. No se por que me parece que el tema no le interesa mucho… ?Al contrario, le preocupa! De manera que cambio de inmediato de tercio.

– Al principio me gustaba, pero despues de hablar un poco con el, se me paso. ?Es normal? ?Alguna vez me gustara alguien de verdad?

Veo que esta ultima pregunta, falsa, la distrae de verdad.

– Oh, claro, no te preocupes por eso, todo lleva su tiempo…

Y seguimos asi, y yo la escucho mientras la ayudo a levantar la mesa. Metemos los platos sucios en la pila, a la izquierda, y ella habla sin cesar, me cuenta cosas de cuando era una nina como yo…, del primer chico que conocio. Y de vez en cuando le hago tambien alguna pregunta.

– ?Era guapo?

Mi madre sonrie. Y yo dejo de sentirme culpable por Massi, si, le he dicho que no me gustaba, pero para tranquilizarla, que si luego un dia lo conoce no tiene por que saber que era la persona de la que le he hablado y, quiza, sigue gustandome. Me pela una manzana, me la como con ella y luego me voy a la cama no sin antes haber oido el consabido ruego.

– Caro, los dientes.

– Por supuesto…

Luego me meto en la cama. Pero los oigo discutir. A mis padres. Gritan, rinen, hasta dan portazos, y arman un buen escandalo. De manera que enciendo el iPod. Desde mi habitacion se puede ver la de mi hermano. La puerta sigue abierta. Rusty James no ha regresado. Lo sabia, esta resistiendo. El es asi. No creo que vuelva. Por un instante, me gustaria llamarlo y decirle algo, y hacerle sentir que, en cualquier caso, lamento lo que ha ocurrido, que es mi hermano y que lo anoro. Solo que hay momentos en los que es necesario resistir el deseo de hacer una llamada, porque quiza uno esta enfadado y necesita estar solo, no hablar con nadie, ni siquiera con las personas que te quieren. Pero, al menos, al libro de los oraculos puedo preguntarle lo que quiero saber con todas mis fuerzas. Lo coloco sobre mi barriga. Tengo los auriculares del iPod en los oidos. Lo he puesto en modorandom, de forma que las canciones suenan al azar. Me encanta sorprenderme con la musica que se va sucediendo, acabas escuchando temas que no te esperas porque no los has elegido tu, pero, tal vez, incluso eso tenga un significado… Acto seguido apoyo la mano sobre la cubierta del libro. La acaricio y expreso con toda claridad mi pregunta: ?volvera pronto Rusty? Lo abro pasados unos segundos. Lo levanto sobre mi barriga para poder leer bien: «Hay cosas que es preferible que sucedan.» Cuando leo esta frase, me siento morir. No me lo puedo creer. No es posible. No. No volvera. Y casi me entran ganas de echarme a llorar. Por si fuera poco, justo en ese momento oigo a Ligabue en el iPod: «Esta es mi vida…, siempre pago yo…, jamas me han pagado a mi…» Y las lagrimas resbalan por mis mejillas y de repente me siento sola, sin esa seguridad que solo el sabia darme: mi hermano. Y sigo llorando. Me gustaria poder contarle a alguien todas las cosas que en ese momento me pasan por la cabeza, pero no se a quien dirigirme, o quiza me gustaria que ahora entrasen de improviso en mi dormitorio mi padre y mi hermano y me dijesen; «Perdona, Caro, ?no llores! Era una broma.» Pero no es asi. Y eso que entonces no sabia cuantas cosas tenian que cambiar aun.

Silvia, la madre de Carolina

Soy la madre de Carolina. Me Llamo Silvia. Tengo cuarenta y un anos, no me licencie en la universidad, hice el bachillerato de letras y no me ha servido para nada. Trabajo en una tintoreria. Mi sueno es ver felices a mis hijos. De verdad. A todos. Satisfechos y capaces de valerse por si solos. Por ese motivo me levanto por la manana y regreso cansada a casa despues de muchas horas. Pero no me pesa. Son mis hijos y los quiero muchisimo. Son tan diferentes, tan fragiles. Giovanni y Carolina se llevan muy bien, se que se echaran siempre una mano y eso me tranquiliza. Alessandra tiene sus manias esteticas y algunas debilidades que, en ocasiones, hacen que se comporte de manera distinta de como es en realidad. Porque Ale es buena, lo se. Giovanni es guapisimo, y bueno tambien. En la universidad no mucho, porque hasta ahora ha hecho muy pocos examenes y se, lo siento, que ese no es su camino, que lo sigue contra su voluntad para contentarnos, sobre todo a su padre. Hablo de la escritura, de como consigue conmoverme cuando cuenta algo. Tambien Carolina lo dice siempre. Ella cree en el. Como me gustaria que Rusty James, como lo llama Carolina, consiguiese lo que pretende. Se lo merece de verdad. Pero me asusta que se lleve una decepcion. Su padre no lo apoya, y lo mismo haran otras personas que piensan que el del escritor no es un autentico oficio, sino una pasion que no te da de comer. Se dice que solo publican los que tienen enchufe y el, por descontado, carece de uno. Por desgracia, no tenemos conocidos importantes que puedan ayudarlo. En ese campo, no. Dario, mi marido, ha dedicado todo su tiempo y atenciones a los «barones», los medicos que deambulan con sus batas por los pasillos del lugar donde trabaja. Espero que Rusty James tenga la fuerza suficiente para enfrentarse a todas las negativas que recibira, y que no se detenga nunca a pesar de ellas. Me gustaria estar segura de que he conseguido transmitirles, sobre todo, eso: que nuestra vida es nuestra y que nadie nos regala nada, que somos nosotras los que la construimos en funcion de nuestros verdaderos deseos. Solo que hay que tener mucha fe porque, de otra forma, ocurre justo lo contrario: nuestros miedos toman la delantera, somos nosotros mismos quienes lo echamos todo a rodar, y culpamos de ello a los demas. Mi vida es sencilla y puede que, a ojos de los demas, parezca modesta y sin satisfacciones. No es asi. Vivo como se vivir y de la manera que me permite, pese a los muchos sacrificios, sacar adelante a mi familia, una familia que he deseado ardientemente tal y como es. Y luego esta Carolina, mi Caro, que al final es la que mejor me entiende. De vez en cuando me dice que me quiere y que no podria quererme mas aunque yo ganase mucho dinero o tuviese un trabajo «chic». Asegura que soy una buena madre, honesta y autentica,y eso me enorgullece.

El amor. Me habria gustado que fuese como el que viven mis padres, pero el mio es un sentimiento realmente raro. No siento envidia, quiero a mi marido, pero se que, quiza con el tiempo, se ha extraviado un poco en sus frustraciones. En el fondo es un hombre bueno y todavia recuerdo los innumerables proyectos e ideas que tenia cuando era joven, cuando queria comerse el mundo y regalarme el «bienestar». Quiza nunca haya entendido - porque tal vez yo no he conseguido hacerselo sentir- que mi «bienestar» seria que estuviese un poco mas sereno, no verlo estallar y gritar como hace a veces. No obstante, se que es solo su manera de demostrar amor, de pedir comprension. ?Que sueno? Que mis hijos me den motivos de orgullo, y solo pueden hacerlo de una forma: siendo autenticamente felices, valientes, fuertes, y confiando en la vida. Conscientes en todo momento de que el hecho de estar vivos es, en verdad, un regalo maravilloso, que los demas, todos, incluso los que parecen diferentes o distantes, tienen algo bueno en el fondo, basta con darles un poco de confianza. Que no importa el dinero que uno tenga, porque cuando los autenticos valores estan bien enraizados en nuestro interior, constituyen una riqueza inagotable. Siempre he tratado de vivir asi. Y asi soy feliz.

Noviembre

Cuando tenga ochenta anos me gustaria poder decir que:

– He pasado un fin de semana en Alaska,

– He aprendido a bailar la danza del vientre.

– He besado a mas de cinco chicos y, por ultimo, a Massi.

– Me he comprado un vestido largo de color blanco.

– He tenido una tostadora de pan con sistema de expulsion automatico.

– Me he comprado una de esas enormes neveras americanas.

– ?Me he tomado un cafe con el cantante de Finley!

Hoy he acompanado a mi madre al cementerio. Cada vez que voy, Clod y Alis tienen que consolarme despues. Quiza con un helado y un paseo. Me entristece de una forma… Mi madre se dedica a colocar las flores que le compra al florista del quiosco de enfrente. Yo nunca se que decir. Todas esas personas recordando su dolor. Es algo que no acabo de entender porque, por suerte, todavia no he perdido a nadie. Mis abuelos, Luci y Tom, aun viven, y las personas que mas quiero siguen a mi lado. Quiza por eso me siento inquieta alli. Lo se, podria no ir, pero mi madre me lo pide siempre, me dice que le haga compania, ya que, de lo contrario, tendria que ir sola. Mi padre jamas va al cementerio. Mucho menos Ale. Antes la acompanaba Rusty James, pero ahora me lo ha pedido

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