– Tiene cierta logica -dijo Curran.
Lochlan les dio la espalda y se puso a mirar hacia la lluvia. Parecia que aceptaban sus invenciones y medias verdades, pero el no iba a permitirse sentir alivio hasta que supiera que habian vuelto a las Tierras Yermas y estuviera seguro de que Elphame no corria peligro.
Keir lo miro con el ceno fruncido, y se apoyo contra la pared de la cueva. Fallon miro a su companero, y despues se reunio con Lochlan a la entrada de la cueva.
– ?Todavia la quieres, amigo mio? -le pregunto suavemente.
– No. Nunca la he querido. Todo fue una ilusion.
– Asi es mejor. Ahora, por fin, podras elegir una companera de entre los nuestros.
Lochlan asintio con tirantez.
– Estas distinto, Lochlan -dijo Fallon con preocupacion.
– Tenias razon. Llevo demasiado tiempo alejado de los mios -dijo, y esbozo una sonrisa forzada-. Vamos, debes descansar. Manana debeis emprender el camino de vuelta. El castillo esta muy cerca, y esta lleno de humanos y centauros. No es seguro que esteis aqui.
– Como tu digas, Lochlan -dijo Fallon, e inclino la cabeza respetuosamente antes de volver junto a su companero.
Lochlan oyo que se acomodaban para pasar la noche en la cueva. El tambien estaba muy cansado, pero sabia que no iba a dormir. Si dormia, sonaria. Sonaria con Elphame, y aquella noche no podia permitirselo. Salio de la cueva en silencio. Habian cesado los truenos, pero seguia lloviendo. Subio a la loma que habia sobre la entrada de la cueva y miro hacia las tierras que hubieran podido ser su hogar. Las tierras de El MacCallan le habian llamado, pero el no podria responder nunca a aquella llamada. No importaba lo que le dijeran su sangre y su corazon, ni que Elphame pensara que el la habia abandonado y traicionado. Debia dejar aquel lugar.
Viajaria al Templo de la Musa, aunque sabia que era un viaje inutil. La idea de que la Encarnacion de una Musa pudiera cumplir la Profecia no era nueva para el. Lochlan y su madre habian hablado muchas veces de ello, y a ambos les habia parecido factible. Su madre siempre habia estado convencida de que la clave de la Profecia se le revelaria a Lochlan cuando Epona enviara a una mujer marcada por la diosa para que la completara. Y el hecho de que su madre tuviera razon no era un gran consuelo para el en aquel momento.
?Y que iba a pasar con la Encarnacion de la Musa? ?Seria capaz el de secuestrar a una joven inocente y llevarla a su muerte? ?No seria eso lo mismo que alimentar la oscuridad que habia en su interior y alejarlo mas de su condicion humana? Apreto los dientes. No importaba. Lo haria, si servia para salvar a Elphame. No habia nada que el no estuviera dispuesto a hacer por ella. Podia incluso dejarla.
Se le encorvaron los hombros. Eso no salvaria a Elphame para siempre. Su gente veria que la muerte de la Encarnacion de la Musa no cumplia la profecia. Ellos habian creido durante anos que la diosa ungulada que poblaba sus suenos era la salvacion de la locura. Y volverian a creerlo.
?Tendria que enfrentarse a su propia gente para salvarle la vida a Elphame? Lochlan se tapo la cara con las manos e hizo algo que no habia hecho desde la muerte de su madre. Lloro.
Fallon se acurruco contra el cuerpo de Keir. El la cubrio con sus alas para darle calor. Despues, le hablo al oido.
– Tu amigo miente -le susurro.
Ella se aparto para mirarlo a los ojos.
– ?Que quieres decir, Keir?
– A pesar de la lluvia y de su sudor, percibi el olor de la diosa en el. Olia a su sangre y a su sexo -le dijo Keir.
Fallon lo estudio con atencion. Ella no habia percibido ningun olor extrano en el cuerpo de Lochlan, pero el sentido del olfato de Keir era mas agudo que el suyo. En algunas ocasiones, el habia superado incluso a Lochlan con su asombrosa capacidad para seguir una pista.
– Lo unico que tienes que hacer es pensar en lo que has visto en sus ojos, y sabras que digo la verdad. La diosa ungulada es la adecuada, pero Lochlan ha elegido quedarsela para si.
Fallon cerro los ojos y apoyo la cabeza en el pecho de su companero. Recordo lo que habia visto en la mirada de Lochlan aquella noche. La respuesta era evidente. Habia visto agonia y dolor, todas las cosas que sentiria el noble Lochlan si hubiera elegido a la amante de sus suenos por delante de la salvacion de su gente.
Keir tenia razon. Fallon sintio ira.
Capitulo 33
La luz del sol entraba por las ventanas de su habitacion, y Elphame pestaneo bajo la claridad de la manana. Se incorporo con demasiada rapidez, y todo comenzo a girar a su alrededor. Tenia la cabeza embotada, y la boca seca. Era como si hubiera bebido demasiado vino la noche anterior, aunque en realidad no habia tomado ninguno. ?Que le ocurria? Se froto el cuello, que le picaba un poco, y noto dos pequenas heridas.
Lochlan…
Todo lo que habia ocurrido aquella noche volvio de golpe.
El la habia dejado.
Elphame respiro profundamente. No iba a llorar mas. Iba a pensar. Tenia que haber una explicacion racional para el comportamiento de Lochlan.
Al principio todo iba bien. El la habia consolado por la futura tristeza de Cuchulainn. Le habia prometido que se enfrentarian juntos a lo que les deparara el futuro. Y le habia hecho el amor.
Entonces habia probado su sangre, y se habia apartado de ella abruptamente.
«?No puede ser asi! ?No permitire que sea asi!».
?Que habia querido decir con aquello? El hecho de que hubiera probado su sangre no era nada espantoso. Sin embargo, Elphame sabia que el habia pasado toda su vida rechazando la herencia oscura de su padre, y la noche anterior le habia revelado que la lucha estaba volviendo loca a su gente. Se estremecio al recordar con que tristeza le habia hablado de los ninos. Tal vez, el hecho de probar su sangre habia sido como una rendicion para Lochlan, una especie de aceptacion, una batalla que habia perdido contra lo que mas odiaba de si mismo. ?Eso significaba que, a partir de aquel momento, ella estaba vinculada a aquel odio?
?No! No podia creerlo. Lochlan era su marido, y habia jurado ante Epona que la amaria. La noche en que se habian unido en matrimonio ella habia elegido confiar en el. El camino que tenian por delante no era facil, los dos lo sabian. Elphame no iba a vacilar ante el primer obstaculo.
Lochlan le habia dicho que no lo siguiera, asi que ella creeria en el y esperaria. Y hasta que volviera a aparecer, Elphame debia seguir con las actividades diarias de trabajo en el castillo y con la direccion de su clan. No podia permitirse los mismos lujos que otras mujeres jovenes. Su clan no necesitaba a una Jefa que no hiciera otra cosa que suspirar por su amor perdido.
?Habia perdido a Lochlan? Aquella idea le provoco un escalofrio.
Para recobrar la normalidad, se levanto, tomo un bano y se vistio. Estaba acabando de colocarse el broche de El MacCallan cuando alguien llamo a la puerta.
– ?Elphame?
Era Brenna, cuya voz sonaba vacilante.
– Pasa, Brenna -dijo Elphame, y esbozo una sonrisa de bienvenida-. Buenos dias.
La pequena Sanadora entro en el dormitorio, y Elphame tuvo la sensacion de que toda la brillantez que habia perdido ella la habia ganado su amiga. Ya no escondia la cara detras de la melena, y su rostro resplandecia. Avanzo con paso ligero por la habitacion, y Elphame se dio cuenta de que incluso su forma de vestir habia cambiado. Ya no llevaba la camisa atada bajo la barbilla.
– El amor te sienta bien, Brenna -le dijo.
– Es Cuchulainn el que me sienta bien -respondio Brenna, y se ruborizo, aunque no aparto la vista de su amiga.
– Me alegro de saber que todas sus aventuras del pasado por fin han tenido un buen uso -dijo Elphame.
Y, en cuanto hubo hablado, se arrepintio. ?Que cosa tan insensible acababa de decir! ?Acaso no podia pensar