respondio:

– Ha admitido que no tiene mucha experiencia como cocinera, pero es joven y muy dispuesta. Estoy de acuerdo contigo en que aprenderia rapidamente.

– Meara se va a enfadar. Odia perder a sus subordinados.

Elphame sonrio.

– Pues cocinale algo especial como oferta de paz.

Wynne asintio.

– Algo dulce.

– Muy dulce.

Algo interrumpio las risas de Elphame.

– ?Elphame!

Reconocio la voz grave de Danann, se levanto y atraveso rapidamente el Gran Salon. Se encontro con el centauro en el patio central, y se quedo sin aliento al ver su expresion grave.

– Tu hermano te necesita.

El centauro se dio la vuelta y salio corriendo hacia las puertas de la muralla. Elphame lo alcanzo alli. Justo fuera del castillo habia una gran confusion. Los hombres estaban ensillando freneticamente los caballos, y los centauros se acercaban desde el bosque. Elphame oyo que alguien gritaba el nombre de Brighid. Y, en mitad de todo el mundo estaba Cuchulainn, inmovil, esperando a que ensillaran su caballo. Estaba muy palido y tenia a Fand en brazos. La lobezna estaba manchada de sangre. Elphame corrio hacia el.

– Es Brenna -le dijo Cuchulainn.

– ?Que le ha pasado? ?Donde esta?

Elphame miro a Fand. La lobezna no tenia ninguna herida, asi que la sangre no era suya.

– He encontrado a Fand junto a la poza del bosque, sola. Llame y busque a Brenna, pero no estaba alli. He visto huellas raras. No las entendi -dijo Cuchulainn con la voz entrecortada-. He vuelto a buscar a Brighid, y a recoger esto -anadio, y senalo su espada, que llevaba bien atada a la espalda.

A Elphame se le encogio el corazon con el mismo frio que habia sentido un poco antes.

Brighid se acerco a ellos al galope.

– ?Que ha pasado?

– Creo que alguien, o algo, ha atacado a Brenna -dijo Cuchulainn, y le entrego la lobezna al hombre que acababa de ensillar su caballo. Despues, monto de un salto-. Cerca de la poza donde os banasteis. No se interpretar las huellas.

– Ensenamelas.

Cuchulainn senalo hacia la carretera y, sin decir una palabra mas, todos lo siguieron rapidamente. Elphame corrio al lado de su hermano, intentando no pensar.

Junto al gran pino, Cuchulainn dejo la carretera y desmonto rapidamente. Continuo unos cuantos metros y se detuvo junto a la cesta de comida abandonada.

– Aqui -dijo, y senalo el suelo.

Las flores silvestres que acababan de abrirse, y la hierba verde, estaban manchadas de salpicaduras de sangre.

Brighid hizo un gesto al grupo para que no siguieran avanzando y se inclino para estudiar el terreno. Elphame vio que su rostro se contraia, y un momento despues, la Cazadora alzo la vista y clavo los ojos en los de la Jefa del Clan, antes de volver a mirar el suelo. Cuando hablo, lo hizo sin apartar la vista de las huellas.

– Quedaos detras de mi.

El grupo se dividio en columnas de a dos, y Elphame y Cuchulainn iban dirigiendo a los que caminaban detras de Brighid. Ella se dirigio rapidamente hacia la carretera siguiendo las huellas, que seguian a las de Brenna. La Cazadora cruzo la carretera y volvio al bosque. Pronto giro bruscamente hacia el norte.

Elphame corrio hasta ponerse a su altura.

– ?Hay algun rastro de Brenna?

– Esa cosa la lleva.

Elphame se sintio enferma y volvio a ponerse junto a su hermano. Siguieron a la Cazadora sin hablar. Al principio, Brighid se movia con seguridad y rapidez, pero cuando el terreno comenzo a ascender y a formar los riscos escarpados, intercalados con riachuelos y barrancos, el ritmo de la Cazadora se aminoro y, finalmente, ella se detuvo. Se volvio a mirar a Cuchulainn con frustracion.

– Lo he perdido. Se mueve de una forma distinta a cualquier cosa que yo haya seguido antes. Sus pasos son tan largos que parece que vuela.

Cuchulainn solto las riendas de su caballo y se acerco a Brighid.

– No puedes perderlo. Tiene a Brenna.

– ?Ya lo se! -exclamo Brighid-. Daria cualquier cosa por poder seguirlo, pero se mueve por el aire.

Cuchulainn dio un paso atras, casi como si ella lo hubiera golpeado.

– Si no puedes seguir su rastro, ?como vamos a encontrarla?

– Vamos a formar una linea de busqueda -dijo Elphame de repente, y senalo a uno de los hombres que habia tras ellos-. Ve a Loth Tor y avisa a todo el pueblo. Que traigan antorchas. ?Rapido! -le ordeno. Despues se volvio hacia la Cazadora y su hermano-. Nos extenderemos desde aqui. Vamos a empezar a buscar. Yo volvere al castillo para avisar a todo el clan. Peinaremos este bosque como si fueramos langostas. Encontraremos a Brenna.

Abrazo con fuerza a su hermano, y sintio el temblor de su cuerpo rigido antes de que el le devolviera el abrazo.

Despues, Elphame asintio para despedirse de Brighid y salio corriendo por el bosque. Al principio, se concentro en la velocidad y en el terreno rocoso que estaba recorriendo, pero a medida que se acercaba al castillo, tuvo que enfrentarse a lo que no habia querido admitir.

Las huellas eran de una criatura Fomorian. Ella las habria reconocido sin la mirada de Brighid. No podia ser Lochlan. No podia creerlo. No era posible, ?o si? ?Y si el hecho de probar su sangre lo habia vuelto loco? ?Y si habia huido de ella porque se habia dado cuenta de que no podia mantener el control? Y ahora, Brenna estaba pagando el precio de su silencio, y de su decision de confiar en una criatura que era, en parte, un demonio.

«?No!», le grito el corazon. Lochlan era su companero. Su llegada habia sido predicha por el mismo Cuchulainn. No podia ser un monstruo, ni un loco. Las huellas eran de un Fomorian, si, pero Lochlan le habia dicho que habia mas miembros de su raza que estaban luchando contra la locura. Podria ser que una de aquellas criaturas hubiera seguido a Brenna y hubiera sucumbido a sus deseos mas oscuros.

Pero Elphame tenia que saberlo. Tenia que estar segura. Y solo habia una manera de conseguirlo…

Se detuvo en seco al borde del bosque que rodeaba su amado castillo. Bajo el refugio de los pinos se volvio hacia el norte, la direccion por la que Lochlan habia entrado en Partholon. Alzo las manos y le hablo al viento.

– ?Lochlan! Ven a mi…

El nombre de su amante brillo con magia ante ella. El viento lo recogio y lo llevo por el bosque.

Elphame inclino la cabeza, sintiendo el peso de su decision sobre el alma. Despues, salio de entre los arboles.

Capitulo 35

– Permaneced a diez pasos de vuestros companeros. Hasta que se nos unan los demas, no podemos permitirnos el lujo de mantener una linea apretada. Tenemos que hallar el rastro de la criatura, para saber en que direccion debemos seguir buscando -explico Brighid, mirando al grupo de hombres y de centauros que los rodeaban a Cuchulainn y a ella-. Avanzaremos juntos, despacio. Las huellas son unicas. Debeis buscar huellas de garra, grandes, mas grandes que las del casco de un centauro.

Los hombres se dispersaron entre murmullos. Cuchulainn se coloco junto a la Cazadora.

– ?Que es esta criatura? -le pregunto en un susurro.

Brighid recordo la mirada que Elphame y ella habian compartido cerca de la poza. Elphame sabia que las huellas eran las mismas que habia hallado en el barranco la noche de su accidente. ?Que podia hacer? ?Debia

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