Duncan salio corriendo hacia la cocina.

– Sientate antes de que te caigas -le dijo Danann a Elphame.

Elphame obedecio y se sento en el suelo, cerca de Lochlan. El le sonrio debilmente y deslizo la espalda por la columna hasta que se sento a su lado. Seguia teniendo mal aspecto, pero respiraba con mas facilidad y tenia algo de color en las mejillas.

– El no mato a Brenna -le dijo Elphame al centauro, que estaba rebuscando por la bolsa de la Sanadora.

– Claro que no -dijo Danann.

– ?No creias que yo la habia matado? -pregunto Lochlan.

Danann arqueo las cejas.

– Nuestra Elphame no es tan tonta como para casarse con un monstruo.

– Entonces, ?por que me dijiste que se lo consultara al espiritu de la piedra? -inquirio Elphame.

– Ya sabes la respuesta, Diosa.

Fue Lochlan quien hablo antes de que lo hiciera Elphame.

– Para lo que va a venir, ella necesita tener certidumbre, en el corazon y en el alma.

– Sabes que tal vez la verdad no cambie las cosas -le dijo el viejo centauro, mirandolos a los dos significativamente.

– Solo se una cosa. Estoy cansado de esconderme, y creo que por fin Partholon va a saber que existimos. Lo que suceda despues esta en manos de Epona.

– Bien, si quieres conquistar Partholon, te sugiero que antes nos dejes limpiarte y curarte las heridas.

Duncan volvio con un odre de vino, una palangana, una jarra de agua y algunas vendas. Danann tomo la jarra y las vendas y le hizo un gesto a Duncan para que le diera el odre de vino a Elphame, antes de que el guardia volviera a su puesto, junto a la fuente.

– Bebe -le dijo Danann.

Ella obedecio con gusto. Tenia la boca increiblemente seca. Cuando termino, le dio el odre a Lochlan.

– Bebe -repitio.

El bebio mientras Elphame estudiaba sus heridas.

– Debemos sacarle la flecha -dijo Danann-. Seguramente deberiamos coserle la herida del hombro, pero ha pasado demasiado tiempo, y creo que el dolor que sentiria no mereceria la pena a cambio del beneficio.

Elphame asintio.

– Quitale la camisa y limpialo lo mejor que puedas. Despues de sacarle la flecha habra que cauterizar el agujero. Ire a la tienda de Brenna a buscar el hierro que utilizaba ella, y despues lo dejare calentando -dijo Danann con el semblante grave, y le apreto el hombro antes de dejarlos solos.

Elphame comenzo a verter agua de la jarra en la palangana, y noto que Lochlan la estaba mirando.

– No era asi como queria presentarme al clan.

– No -dijo ella suavemente, pensando en el cuerpo sin vida de Brenna. Con dedos torpes, comenzo a deshacerle las lazadas de la camisa-. Todo ha salido muy mal, Lochlan -anadio mientras deshacia nudos.

El le tomo la mano, y ella lo miro a los ojos.

– Nuestro amor no. Nuestro amor no se ha estropeado. Recuerda que pase lo que pase, no lamento ni un solo instante de nuestro amor.

– He traido el caldo, mi senora.

Brendan los interrumpio, y Elphame miro hacia arriba y se percato de que el guardia estaba observando sus manos unidas. Lentamente, Lochlan la solto, aunque miro a Brendan sin vacilar.

– Dame tu cuchillo -le ordeno Elphame al guardia.

Brendan obedecio y ella comenzo a cortar la camisa ensangrentada de Lochlan. Cuando termino, le devolvio el cuchillo a Brendan y tomo la taza de caldo humeante de sus manos para entregarsela a Lochlan. El comenzo a beber para reunir fuerzas. Elphame se puso a limpiar las heridas de su companero, aunque sabia el dolor que le estaba causando. Lochlan cerro los ojos y se apoyo en la columna. De vez en cuando se llevaba el odre a los labios con mano temblorosa.

Danann se aproximo con un par de tenazas en la mano. Las rodillas le crujieron cuando se arrodillo junto a Lochlan.

– Esto es lo que tenemos que hacer -le dijo el centauro al hombre alado-. Yo cortare por aqui, justo debajo del timon de la flecha. Despues contare hasta tres y tirare con fuerza. Entonces llegara la parte mas incomoda - afirmo, y se volvio hacia el guardia -. Brendan, el hierro de cauterizar esta en el hogar de la cocina. Cuando haya sacado la flecha, ve rapidamente por el.

– Esa sera la parte incomoda -ironizo Lochlan.

Danann sonrio.

– No la mas atractiva.

Lochlan se rio suavemente, y despues hizo un gesto de dolor.

– Entonces, comencemos ya, Maestro.

– Agarra el timon -le dijo Danann a Elphame.

«No pienses en que es Lochlan», se dijo ella, mientras agarraba el final de la flecha. «Piensa que es un extrano al que estas intentando ayudar».

Con un crujido, las tenazas partieron la madera de la flecha.

– Ahora, inclinate hacia delante -le dijo Danann a Lochlann.

Elphame penso que Lochlan iba a caerse. El ala rota quedo sobre su espalda, y ella tuvo que levantarla y doblarla para exponer el extremo de la flecha que sobresalia de su hombro. Lochlan emitio un grunido de dolor al notar que ella le tocaba el ala.

El centauro agarro la cabeza de la flecha y apoyo la otra mano, con firmeza, sobre la espalda de Lochlan.

– A la de tres -dijo-. Una, dos y ?tres!

El Maestro de la Piedra extrajo la flecha de un solo tiron, y despues apreto una venda contra el agujero para intentar detener el flujo de la sangre.

– ?Trae el hierro, rapido! -le ordeno Elphame a Brendan, que ya estaba volviendose hacia el Gran Salon.

Lochlan estaba inmovil contra el suelo de marmol, con la cabeza escondida en el hueco de su brazo derecho.

Elphame le acaricio el pelo, notando los temblores que sacudian su cuerpo.

– Casi ha terminado -le susurro, intentando que no se le quebrara la voz.

A los pocos segundos, Brendan volvio con el hierro al rojo vivo. El extremo redondo del instrumento brillaba con una luz roja.

Elphame apenas se dio cuenta de que varios miembros del clan habian seguido al guardia, y estaban observando la escena silenciosamente.

Danann le hizo un gesto a Brendan para que le entregara el hierro.

– Lochlan -le dijo el viejo centauro-. Debes permanecer muy quieto mientras te cauterizo la herida. ?Necesitas que te sujeten?

Lochlan miro a Elphame.

– Su contacto sera suficiente.

Entonces, le tendio la mano debilmente, y Elphame se la agarro con las suyas.

– Preparate -le dijo Dannan, y un instante despues, presiono con el hierro candente sobre la herida.

Fue Elphame quien grito cuando Lochlan se arqueo de dolor, y el hedor de la carne quemada los envolvio. Lochlan no dejo de mirarla, y no emitio ni un solo sonido. Cuando, por fin, Dannan aparto el hierro de su carne y comenzo a aplicarle unguento, Lochlan cerro los ojos y apoyo la cabeza en el brazo. No solto la mano de Elphame.

– ?Elphame? He traido esto para el.

Entre lagrimas, Elphame vio a Meara. La muchacha le ofrecia una manta cuidadosamente doblada. La dejo en el suelo, junto a Lochlan.

– Gracias -le dijo Elphame.

Cuando Meara se dio la vuelta, otra mujer se acerco.

– Wynne ha mandado mas caldo. El estofado es para vos, mi senora -dijo Kathryn, la nueva ayudante de cocina.

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