Despues se acerco otra mujer con un chal de lana, y sonriendo timidamente, se lo puso por los hombros a su Jefa.
– Hace frio, mi senora.
Elphame, que era incapaz de hablar, sonrio para darle las gracias, y miro a su clan con la vista borrosa. Tenian una expresion sombria, pero no vio ira ni resentimiento en ellos, solo preocupacion.
– Cuidaos, mi senora -dijo uno de ellos.
Sus palabras rompieron el silencio del clan. Varios de los hombres se acercaron a Elphame, hablandole con suavidad y mirando con curiosidad al hombre alado que solo habia necesitado el contacto con su Jefa para soportar un dolor tan espantoso.
Capitulo 37
La noche transcurrio lentamente. Lochlan hablo muy poco mientras Elphame y Danann terminaban de curarle las heridas. Bebio una segunda taza de caldo y despues, envuelto en la manta de Meara, se apoyo contra la columna y cerro los ojos.
Elphame no queria alejarse de su amante, pero sabia que su clan la necesitaba, asi que mientras Lochlan descansaba, fue al Gran Salon y hablo con ellos. Nadie menciono al hombre alado, ni hablaron de la mision de Cuchulainn, pero la espera era algo tangible, y muchos miraban de reojo hacia la entrada del castillo. Nadie se marcho a su tienda a dormir, y Wynne y sus cocineras se afanaron en darles cafe y estofado a todos.
Estaba empezando a amanecer cuando Elphame volvio al patio principal para ver a Lochlan. Alguien les habia llevado unas sillas a Brendan y a Duncan, y estaban sentados a su lado, y Elphame se quedo sorprendida al ver que estaban hablando con el. Camino con sigilo para que no notaran que se acercaba.
– Ciento veinticinco anos -dijo Brendan, agitando la cabeza. Su expresion era de cautela, pero de curiosidad tambien-. No me imagino como puede ser vivir tanto tiempo. Ni siquiera pareces tan viejo como Danann.
Elphame sonrio, y noto una sonrisa en el tono de voz de Lochlan.
– Yo no quisiera medir mi sabiduria con la del centauro. Puede que yo tenga muchos mas anos que el, pero su experiencia es mucho mas valiosa. No querria enfrentar mi ingenio con el suyo.
Duncan solto un resoplido.
– Ninguno querriamos -dijo, y despues hizo una pausa, como si estuviera pensando cuidadosamente lo que iba a decir-. Vi lo que paso cuando La MacCallan le pregunto al espiritu de la columna la verdad sobre ti. Si hubieras sido el culpable de la muerte de la Sanadora, nuestra senora lo habria sabido.
– Yo no mate a Brenna, pero te dire con sinceridad que llevare la culpa de su muerte hasta la tumba. Deberia haber encontrado la manera de evitarlo -dijo Lochlan.
– El destino puede ser muy cruel -dijo Brendan.
Duncan asintio.
Elphame se acerco en aquel momento.
– Esta amaneciendo -dijo-. Wynne tiene comida caliente para vosotros. Os relevo temporalmente de la vigilancia.
En aquella ocasion, en vez de vacilar, los dos hombres se pusieron en pie, le hicieron una reverencia a Elphame y se dirigieron en silencio hacia el Gran Salon. Elphame, una vez a solas con Lochlan, se dio cuenta de que no sabia que decir. Coloco un monton de vendajes y tapo el frasco de unguento.
– Sientate a mi lado un momento, corazon mio.
Elphame lo miro a los ojos. Estaba palido, y tenia unas profundas ojeras. La manta se le habia caido del hombro herido, y el vendaje blanco tenia manchas de sangre. Estaba un poco mas erguido que cuando ella pensaba que se habia quedado dormido, pero todavia seguia apoyado en la columna, como si el tambien obtuviera fuerza de ella.
Con un suspiro, Elphame se sento a su lado.
– Es tan dificil saber lo que tengo que hacer, Lochlan -le dijo con tristeza-. ?Como equilibro lo que siento con lo que soy?
– Lo estas haciendo bien. Te son leales, Elphame. No tienes que preocuparte por perder a tu clan.
– ?Y tu? ?Debo preocuparme por si te pierdo a ti?
– No puedes perderme, Elphame.
– ?Y si Cuchulainn no encuentra a tu gente, o si los mata y no permite que cuenten su historia? ?Y si los trae con vida hasta aqui y mienten, y dicen que fuiste tu quien mato a Brenna? Ninguno de los miembros del clan puede comunicarse con el espiritu de la piedra. Yo puedo evitar que Cuchulainn te mate, pero tendria que desterrarte, Lochlan. ?Lo entiendes?
– Entiendo que haras lo que tengas que hacer. Sin embargo, ni la muerte ni el destierro podran destruir el amor que siento por ti. Y no olvides que Epona esta presente en todo esto, Elphame. He decidido confiar en la diosa, tal y como hizo mi madre.
Elphame agito la cabeza.
– Yo no tengo tu fe.
Lochlan sonrio.
– ?No? Epona te marco antes de tu nacimiento. Tal vez solo necesites confiar en ti misma par escuchar su voz.
Elphame le acaricio la mejilla.
– ?Estas seguro de que no eres tan sabio como Danann?
– Completamente.
Entonces, ella se inclino hacia delante y lo beso con suavidad. Las alas de Lochlan se movieron involuntariamente, y el no pudo contener un gemido de dolor. Elphame se aparto rapidamente de el con preocupacion. Quiso acariciarle el ala herida, pero detuvo su gesto en el aire, porque no queria causarle mas dano.
– El ala se curara -dijo Lochlan, intentando consolarla, aunque tenia la voz entrecortada-. Yo no habria podido sobrevivir en las Tierras Yermas si hubiera sido fragil y me rompiera con facilidad.
– Pero es tu ala.
– Se me curara -repitio el-. No tengas miedo de tocarme.
Ella se estaba inclinando cuidadosamente hacia el cuando se oyo el sonido de muchos cascos de caballos que entraban en el castillo. Con el corazon acelerado, Elphame se puso en pie para recibir a Cuchulainn y conocer las noticias que su hermano les habia llevado.
Cuando Cuchulainn entro en el patio, ella apenas pudo reconocerlo. Estaba manchado de sangre y tierra, como Brighid, que iba a su lado. Sin embargo, el semblante de Cuchulainn no habia cambiado solo por la batalla y el cansancio. Su rostro se habia convertido en la mascara dura de un extrano. Detras del guerrero y de la Cazadora, los hombres y los centauros entraron en el patio. Elphame reconocio a varios hombres de Loth Tor. Alguien grito en el Gran Salon, y el clan salio al patio.
A la luz de las antorchas, Cuchulainn tiro de las riendas para detener al caballo y desmonto con rigidez. Despues desenrollo una cuerda de la montura. Elphame contuvo la respiracion mientras su hermano caminaba hacia ella, tirando de la cuerda, y vio a cuatro figuras aladas que entraron tambaleandose al circulo de luz. Lochlan se puso en pie con dificultad, pero ella no podia apartar la mirada de los prisioneros de su hermano.
Eran cuatro, tres hombres y una mujer. Tenian las manos atadas por delante y la cuerda que les unia las munecas pasaba despues alrededor de su cuello antes de conectar con el siguiente prisionero, de manera que si uno hubiera caido y hubiera sido arrastrado por el caballo de Cuchulainn, los demas se habrian ahogado. Estaban sangrando por multiples cortes y estaban cubiertos de suciedad y sangre, pero las heridas mas espantosas las tenian en las alas. Solo permanecian los esqueletos. Lo que era prueba de la fuerza que les proporcionaba su sangre oscura se habia convertido en jirones de carne destrozada.
No iban a curarse. Elphame lo supo con una certeza que la espanto.
– Las criaturas estaban en el lugar que el nos indico -dijo Cuchulainn, con la voz de un extrano-. No se dejaron capturar con facilidad, como hacen la mayoria de los criminales.
Tiro de la cuerda con crueldad y el hombre que estaba mas cerca de el, que era gemelo del prisionero al que