P. C. Cast
Profecia De Sangre
Partholon, 1
© 2004 P.C. Cast.
Titulo original: Elphame’s Choice
Traducido por Maria Perea Pena
A mi maravillosa hija, Kristin Frances,
mezcla perfecta de dos,
y mi inspiracion para Elphame.
Agradecimientos
Como siempre, le doy las gracias a mi agente y amiga, Meredith Bernstein. ?En este caso concreto, te mereces unas gracias enormes!
Tambien quiero darle las gracias a mi editora, Mary-Theresa Hussey. Gracias, Mary-Theresa, por llevarme por el buen camino durante la compleja tarea de construir un mundo.
Gracias a mi padre, Dick Cast, por su valiosa informacion sobre los lobos (?ha resultado ser muy beneficioso ser miembro de una manada!), y sobre la flora y la fauna en general.
Agradezco a mi cunada, Carol Cast, enfermera, que me haya proporcionado informacion detallada sobre horribles lesiones y cadaveres. Cualquier error relativo a los fluidos corporales es mio y solo mio.
Y me gustaria dar las gracias a mis estupendos lectores, que se enamoraron de Partholon hace anos y siguen pidiendo mas, y mas, y mas…
?De veras os lo agradezco muchisimo!
Prologo
Aquel dia habia comenzado con una normalidad enganosa.
La ofrenda del amanecer a Epona habia sido especialmente conmovedora. La diosa habia llenado a Etain tan completamente que, despues, ella habia llevado el brillo de su presencia durante toda la manana, y por una vez, pudo pasar un rato a solas, libre temporalmente de sus deberes como la Encarnacion de la diosa.
Las contracciones comenzaron como un vago malestar. No conseguia adoptar una postura comoda en el divan. Le hablo de manera desabrida, con una impaciencia poco corriente en ella, a la sirvienta que se acerco a cerciorarse de que su senora no necesitaba mas agua caliente. Ni siquiera la idea de darse un largo bano en su piscina de aguas termales le parecia agradable.
Etain penso que tal vez un paseo por su magnifico jardin la ayudaria a calmar lo que creia que era una digestion dificil de las fresas de la comida. Y le parecio que si, que el paseo ayudaba, hasta que rompio aguas violentamente sobre sus zapatillas de seda.
La normalidad tambien se habia roto.
– Era de esperar -susurro Etain.
Despues, con un gesto de dolor, apreto los dientes. Se inclino hacia delante y tuvo que apoyarse en el brazo de la mujer que la acompanaba.
– Shhh, Etain -dijo Fiona-. No hables, amiga mia. Concentrate en la respiracion.
Etain asintio e intento acompasar sus jadeos con las respiraciones calmadas y ritmicas de Fiona. La contraccion llego a su intensidad mas alta, y despues se atenuo.
Despues hubo un gran trajin. Las sirvientas cambiaron de ropa a la Encarnacion de la Diosa, y despues, avisaron a las Mujeres Sabias que vivian en los pueblos cercanos al Templo de Epona. Etain continuo paseando por los jardines agarrada a la cintura de Fiona; la amiga y consejera de la Elegida le habia asegurado que caminar ayudaria en el nacimiento del nino.
Fiona sonrio a Etain para darle animos, y las dos mujeres se volvieron y se dirigieron hacia los ventanales de la habitacion de Etain, que daban a su jardin privado. Las cortinas de color dorado se mecieron suavemente. La Encarnacion de la diosa inspiro profundamente y se preparo para la siguiente contraccion.
– Creo que esto es lo peor de todo -dijo. Como siempre, le hablaba a Fiona con plena confianza.
– ?El que?
– Lo inevitable de lo que va a suceder. No puedo impedirlo. No puedo hacer una pausa, ni alterarlo de ninguna manera. La verdad es que me gustaria poder decir: «Ha sido interesante, pero ahora quiero parar. Quiero banarme, tomar una buena comida y dormir bien durante toda la noche. Seguimos manana, ?de acuerdo?».
Fiona se echo a reir.
– Eso si seria agradable.
– ?Agradable? -pregunto Etain, e hizo un gesto de dolor muy poco propio de una diosa-. Seria maravilloso.
Etain tomo aire y pudo apreciar la fragancia dulce de las lilas de su jardin, que estaban en flor. Las delicadas cortinas se hincharon con el aire en la puerta, y aletearon como unas mariposas gigantes sobre los petalos de las rosas. Se detuvieron a pocos metros hacia el interior de la camara que habia acogido a la Amada de Epona durante muchas generaciones. La brisa les llevo el canto de las mujeres que entonaban alabanzas.
– «Somos la corriente del agua, el flujo de la marea, somos el torrente de sabiduria verdadera».
Aquellas palabras estaban entrelazadas con una armonia de tonos. El compas subyacente era hipnotico. Atraia a la Elegida de Epona, y le calmaba los nervios. Lentamente, su cuerpo hinchado se relajo, la cancion de saludo de las mujeres se apodero de sus sentidos.
– «Somos el sonido del crecimiento de la raiz de una diosa, que se extendio con fuerza y conocimiento, un brote interminable».
Aquellas palabras impulsaron a Etain hacia delante, y ella entro en su aposento con impaciencia. Las Mujeres Sabias llenaron la habitacion. Ante la aparicion de la Encarnacion de la Diosa, el ritmo de su cantico aumento. Ellas giraban con tanta gracilidad que parecia como si flotaran. Etain y Fiona se colocaron en el centro de su circulo de jubilo.
– «Somos el alma de la mujer, un regalo asombroso, rico y sabio. ?Nos elevamos para alabar!».
Con la palabra «elevar», las mujeres alzaron los brazos hacia la cupula y giraron nuevamente, tarareando la melodia. La ropa de seda que llevaban flotaba a su alrededor como si fueran hojas que caian de los arboles, y las envolvia en rayos de luz brillante. Todas las mujeres estaban sonriendo, como si tomaran parte en un evento maravilloso y no pudieran contener la felicidad que las embargaba. Mientras Fiona ayudaba a su senora a tomar asiento en el divan, ambas vieron un resplandor sin forma que rodeaba a cada una de las bailarinas, como si fueran halos espirituales.
– Magia -susurro Etain.
– Por supuesto -respondio Fiona-. ?Esperabas menos para el nacimiento de una diosa?
– Por supuesto que no -dijo Etain. Sin embargo, aunque llevaba casi una decada como Elegida de Epona, todavia le resultaba facil sentirse sobrecogida por el poder de su diosa.