La cancion termino, y las bailarinas rompieron el circulo. Algunas de ellas se acercaron a Etain, cada una de ellas con una sonrisa y una palabra amable.
– Epona os ha bendecido, Elegida.
– Este es un gran dia para la diosa, Amada de Epona.
Por separado perdian un poco de su magia, y volvian a convertirse en lo que eran, mujeres que habian acudido a apoyarla y animarla durante el nacimiento de su hija. Tenian edades distintas, bellezas distintas, pero una sola voluntad.
La siguiente contraccion comenzo en lo mas alto del abdomen de Etain. Se puso tensa mientras el dolor se intensificaba y la contraccion se apoderaba de ella y hacia temblar todo su cuerpo. Fue una oleada en la que se ahogaba.
Una joven le acaricio los hombros.
– No lucheis contra ella, Diosa -le susurro-. No es una batalla que hayais de ganar. Pensad que es el viento.
Otra de las mujeres anadio:
– Si, volad con el, mi senora.
– Y respira conmigo, Etain -le dijo Fiona. La Encarnacion de la Diosa pugno por controlar la respiracion mientras el dolor alcanzaba el punto maximo.
Despues de un momento interminable, el dolor se desvanecio temporalmente, y alguien le enjugo el sudor de la frente con un pano humedo. Fiona le acerco una copa de agua clara y fresca a los labios.
– Dejad que compruebe los progresos, mi senora.
Etain abrio los ojos y vio los ojos calmos, color azul, de la Sanadora. Era una mujer rubia, de complexion fuerte, de mediana edad, y que tenia la actitud confiada de una persona que conocia intimamente su trabajo y lo llevaba a cabo a la perfeccion. La Elegida asintio y doblo las rodillas. Llevaba una camisola de color crema, tan fina que parecia hecha de nubes. La Sanadora se la subio hasta la cintura con movimientos suaves.
– Va bien, Amada de la Diosa -dijo con una sonrisa, y volvio a colocarle la ropa en su sitio.
– ?Queda mucho? -pregunto Etain cansadamente.
La Sanadora miro a la Encarnacion de la Diosa, comprendiendo su impaciencia.
– Solo la diosa puede deciros eso con seguridad, mi senora, pero yo no creo que falte mucho para que tengais a vuestra hija.
Etain sonrio y asintio. La Sanadora volvio con el grupo de mujeres, a quienes dio unas cuantas ordenes con una autoridad tranquila. Fiona le aparto un rizo de la cara a su amiga.
– No va a llegar a tiempo, ?verdad? -pregunto Etain con la voz temblorosa.
– Claro que si -respondio Fiona.
– No deberia haberme empenado en que se fuera. ?En que estaria pensando?
Fiona intento, sin conseguirlo, reprimir la risa.
– Vamos a ver… ?Ah, si! Ya me acuerdo de lo que dijiste. Algo sobre que si no dejaba de preguntarte como te encontrabas a cada segundo ibas a despellejarlo.
– Soy una tonta -gimio Etain-. Solo una tonta echaria a su marido de su lado cuando esta a punto de dar a luz.
– Amiga mia -dijo Fiona, y le apreto la mano-. Midhir llegara a tiempo para el nacimiento de su hija. Sabes que Moira lo encontrara.
Si, lo sabia. Por lo menos, eso pensaba la Encarnacion de la Diosa; que Moira, la Jefa de Cazadoras de Partholon, encontraria a su marido, a quien habia enviado el dia anterior, en compania de algunos amigos, a una excursion de caza. Sin embargo, su corazon y su cuerpo le decian que el bebe iba a llegar enseguida. Con o sin la presencia de su padre.
– Lo necesito, Fiona -dijo, con los ojos llenos de lagrimas.
Antes de que Fiona pudiera responder, Etain comenzo a sentir otra contraccion, y apreto con fuerza la mano de su amiga.
– ?Ay! ?Esta es muy mala! -gimio, entre nauseas y panico.
Y entonces, las mujeres envolvieron a la Elegida con sus voces frescas y calmantes, tarareando la cancion del nacimiento. Algunas de ellas hablaban con jubilo.
– Estamos con vos, mi senora.
– ?Lo estais haciendo muy bien!
– Respirad con Fiona, Elegida.
– Relajaos, Diosa. Recordad que cada uno de estos dolores trae a vuestra hija mas cerca de este mundo.
– ?Estamos impacientes por saludarla, mi senora!
Sus voces se convirtieron en el apoyo de Etain, que las uso para anclar su concentracion mientras acompasaba las respiraciones con las de Fiona. «Oh, por favor, que Midhir llegue a tiempo».
«Paciencia, Amada». La voz fue como un cosquilleo en la mente de Etain. Etain sonrio al oirla. «El Chaman no se perdera el nacimiento de su hija».
– Gracias, Epona -susurro Etain, que con la promesa de la diosa sintio una inyeccion de energia-. ?Fiona! ?Vamos a caminar de nuevo!
– ?Estas segura, Etain? -pregunto Fiona, con el ceno fruncido de preocupacion.
– Has dicho que caminar ayudaria a que la nina naciera mas rapidamente, ?no? -le tendio las manos a Fiona, y Fiona la ayudo a incorporarse-. En este momento, mas rapidamente me parece algo fabuloso -dijo, y le hizo un guino a su amiga.
Fiona se tranquilizo. La Elegida sonrio al grupo de mujeres.
– Senoras, por favor, canten para mi mientras apresuro la llegada de mi hija.
Las mujeres aplaudieron alegremente. Algunas comenzaron a bailar, y la magia resplandecio a su alrededor. Etain tomo del brazo a Fiona, y ambas comenzaron a caminar hacia las cortinas diafanas.
Etain inspiro profundamente.
– Esto es algo que voy a echar de menos del embarazo -dijo, y Fiona la miro-. Mi increible sentido del olfato. Durante todo el embarazo he tenido el sentido del olfato muy agudizado -explico; se acerco lentamente a un rosal y paso la yema de un dedo, con suavidad, por los petalos, antes de continuar caminando-. Si, es asombro…
La palabra termino en un grunido, porque la siguiente contraccion la tomo por sorpresa.
– Lentamente. Recuerda que no debes resistirte, Etain -dijo Fiona suavemente, mientras su amiga se apoyaba en ella-. ?Quieres que volvamos con las otras mujeres?
Etain nego con la cabeza y jadeo.
– No. Me da la sensacion de que respiro mejor aqui -dijo.
Paso la contraccion, y se irguio lentamente, secandose el sudor de la frente con la manga.
– Y me gusta como suenan sus canciones al viento, como si todo el mundo se llenara de la magia del nacimiento de esta nina.
A Fiona se le llenaron los ojos de lagrimas, y abrazo a Etain.
– ?Asi es, asi es!
La Elegida de la Diosa aparto de su mente el dolor concentrandose en todas las cosas buenas que tenia, mientras continuaban paseando por el jardin. La nacion de Partholon adoraba a muchos dioses, pero Epona siempre ocuparia un lugar especial en el corazon de la gente.
Epona le infundia vida al cielo de la manana, y el rostro de Epona se reflejaba en la plenitud de la luna. Era la Diosa Guerrera de los Caballos, y la Benefactora de los Frutos de la Cosecha. Y Partholon siempre la consideraria su protectora. Fue lady Rhiannon la Elegida de Epona, junto al companero de su vida, el Sumo Chaman Clan Fintan, quien repelio la invasion de los Fomorians, y salvo a Partholon de la esclavitud. El hecho de que hubieran pasado mas de cien anos desde aquellas guerras no tenia mucha importancia para los habitantes de Partholon. Nunca olvidarian la generosidad de Epona, y su Amada siempre seria objeto de adoracion.
Ahora, ella era la Amada de la Diosa, la Elegida de Epona, se recordo Etain mientras jadeaba a causa de otra contraccion. Y eso significaba que su primer vastago seria una nina, y que ella tambien tendria el favor de la diosa. Seria la bisnieta de la de la legendaria Rhiannon, que se enfrento a los Fomorians. La idea de que, seguramente, su hija tambien seria la Elegida de Epona resultaba emocionante, y le hacia mas soportable el tedio y el dolor del parto.