La siguiente contraccion fue diferente a las demas, y Etain lo comprendio al instante. Sintio algo abrasador, y una necesidad imperiosa de empujar. Le fallaron las rodillas, y Fiona la ayudo a tenderse en el suelo.
– Tengo que empujar -jadeo ella.
– ?Espera! -exclamo Fiona, y miro hacia la habitacion-. ?Mujeres! ?Venid! ?La Diosa os necesita!
Etain no supo si la habia oido alguien, porque todo su ser estaba concentrado en su interior. La necesidad de empujar era tan fuerte y primaria que tuvo que luchar contra ella con toda la fuerza que le proporcionaba el miedo por la vida de su hija.
Entonces, un sonido se abrio paso en la concentracion de la Elegida, y su alma dio un salto de alegria al reconocerlo. Era el sonido de unos cascos contra el suelo firme del camino. Etain pestaneo y vio al centauro torciendo la curva rapidamente, y poniendose de rodillas a su lado.
– Aqui estoy, amor mio. Todo ira bien. Rodeame los hombros.
La voz profunda de su marido ahuyento el dolor, y la contraccion se disipo por completo.
Sin decir nada, ella paso los brazos alrededor del cuello de su marido y apoyo la cabeza en su hombro mientras el la levantaba. En pocos instantes llegaron al aposento, y Midhir la deposito con delicadeza sobre el divan. Ella se aferro a el, pero no tenia que haberse preocupado. Midhir no pensaba soltarla.
– Me alegro mucho de que estes aqui -le dijo.
– No querria estar en ningun otro sitio -respondio el con una sonrisa, y le aparto un rizo del rostro sudoroso.
– Tenia miedo de que no llegaras a tiempo. No creia que Moira fuera a encontrarte.
– Ella no me ha encontrado. Me ha encontrado tu diosa -dijo el, y la beso suavemente.
«Oh, Epona, gracias por traerlo a casa conmigo, y gracias por haberlo hecho para que fuera mi companero en la vida». Con los ojos llenos de lagrimas, vio a su guapo marido centauro arreglar los almohadones en los que ella estaba recostada. Incluso despues de cinco anos de matrimonio, su fuerza y su virilidad de centauro todavia la asombraban. Por supuesto, era el Sumo Chaman, y tenia la capacidad de cambiar de forma para poder tener relaciones con ella, pero ella lo amaba por completo, y se deleitaba con el hecho de que su diosa hubiera creado a un ser tan maravilloso para que fuera su companero en la vida.
Antes de poder decirle de nuevo lo mucho que lo queria, Etain sintio el comienzo de otra contraccion. Su gemido aviso a la Sanadora.
– Mi senor, ayudadnos a colocarla -dijo la mujer, y Midhir tomo en brazos a su mujer. En aquella ocasion permanecio en pie, tras ella, con las manos unidas bajo sus brazos, y su espalda apretada firmemente contra el pecho mientras el sujetaba su peso con facilidad. Fiona se situo a la derecha de Etain y la tomo de la mano, y otra mujer la tomo de la mano izquierda. La Encarnacion de la Diosa miro a la Sanadora, que estaba arrodillada entre sus piernas, y se quedo vagamente sorprendida al darse cuenta de que la habian desnudado. La Sanadora la exploro suavemente con los dedos.
– Estais preparada. Debeis empujar con la siguiente contraccion.
Entonces, Etain empujo. Tras sus parpados cerrados hubo un estallido de colores brillantes. Vio manchas de oro y rojo y oyo un sonido gutural, inhumano, que provenia de si misma. Por un momento, no pudo respirar.
Entonces, percibio un canto y, aunque no podia ver a las mujeres, sintio su presencia. Su cancion la lleno, y recupero el aliento.
– Otra vez, Diosa. ?Veo la cabeza de vuestra hija! -la animo la Sanadora.
Etain oyo la letania de plegarias que estaba susurrando Midhir. Eran palabras pronunciadas en su antiguo idioma, que siempre sonaban magicas para su esposa, y que fueron un reflejo del ritmo de la cancion del nacimiento. Sintio otra nueva contraccion, que se apodero de ella.
De nuevo, Etain se concentro en empujar. Tenia la sensacion de que se estaba partiendo en dos. Lucho contra el panico y el miedo, pero su mente conecto con el poder que la rodeaba. Dejo que el encantamiento del circulo del nacimiento la llenara, y se concentro en empujar con aquella combinacion de voluntad y magia. Con una sensacion liquida de liberacion, noto que su hija se deslizaba al exterior de su cuerpo.
Entonces, las cosas sucedieron muy deprisa. Etain intento ver a su hija, pero solo percibio imagenes de la Sanadora, que envolvia una forma humeda entre los pliegues de su tunica. A la mujer le temblaban las manos mientras cortaba el cordon umbilical.
Silencio.
A Etain se le doblaron las rodillas, y Midhir y Fiona la sentaron en el divan.
– ?Por que no llora? -pregunto Etain entre jadeos.
Midhir entrecerro los ojos con preocupacion y rapidamente se volvio hacia la Sanadora, que todavia estaba inclinada sobre el pequeno lio de tela.
Entonces el grito dulce y fuerte de la recien nacida reverbero por la estancia, y Etain perdio el miedo. Pero solo fue un alivio instantaneo, porque casi al instante se dio cuenta de que la Sanadora estaba palida, y de que tenia una expresion de incredulidad.
Las demas mujeres tambien se dieron cuenta, porque de repente su cancion de jubilo se habia acallado.
– ?Midhir? -pregunto ella, con un sollozo.
El centauro se acerco con una velocidad inhumana a su hija, y la Sanadora lo miro con confusion y consternacion. Rapidamente, Midhir se puso de rodillas y destapo a su hija. Y se quedo inmovil.
Su cuerpo impedia la vision a Etain, y ella tuvo que sobreponerse al agotamiento para incorporarse y ver lo que estaba sucediendo.
– ?Que pasa? -gimio.
Al oirla, Midhir reacciono y tomo a su hija en brazos, y se dio la vuelta hacia su esposa con los ojos llenos de alegria.
– Es nuestra hija, amor mio -dijo, con la voz entrecortada por la emocion-. ?Y es una pequena Diosa!
Entonces, se acerco a Etain y le entrego a la nina, que se habia quedado en silencio, pero que estaba pataleando. La Elegida de Epona vio por primera vez a su hija.
El primer pensamiento de Etain no fue de horror ni de sorpresa. Nunca habia visto nada tan maravilloso ni tan bello. La nina era perfecta. Tenia la cabecita adornada con mechones oscuros de pelo color dorado. Su piel era de un marron cremoso, de un tono entre el bronce y el oro. Era exactamente como si alguien hubiera mezclado su piel y la de Midhir. Aquel fue el pensamiento de Etain, que se habia quedado absorta en la contemplacion de su bebe. La piel dorada le llegaba hasta la cintura, donde su cuerpo, de repente, estaba cubierto con un suave pelaje del mismo color que su cabello, pero con manchas como las del pelaje de un cervatillo recien nacido. La nina se retorcio y agito las dos patitas, que terminaban en dos cascos brillantes. Entonces abrio la boquita y emitio un grito de indignacion.
– Shh, preciosa -la arrullo Etain, y le beso la cara. Se quedo maravillada con la suavidad de su piel, y sintio tanto amor por su hija, que nunca lo hubiera creido posible-. Estoy aqui, y todo va bien.
Al oir el sonido de la voz de su madre, los ojos increiblemente oscuros del bebe se abrieron mucho, y sus gritos cesaron.
– Elphame -dijo Midhir suavemente, y se arrodillo a su lado-. Elphame -repitio con su voz grave y maravillosa, que le anadio magia a la palabra.
Etain lo miro entre las lagrimas. Aquel nombre le resultaba vagamente familiar, como si lo hubiera oido en suenos.
– Elphame… ?Que significa?
El le beso la frente y beso la frente de su hija antes de responder.
– Es el antiguo nombre de los chamanes para la Diosa Doncella. Es Ella, la mas exquisita, llena de la magia de la juventud, y del milagro de una vida que comienza.
– Elphame -murmuro Etain, mientras guiaba la boca hambrienta de su hija al pecho-. Preciosa mia.
«Si, Amada». La voz de la diosa resono en la mente de su Elegida. «El Chaman le ha dado un nombre verdadero. Ella se llamara Elphame. Anuncia a Partholon el nombre de tu hija, que es tambien la Amada de Epona».
Etain sonrio y alzo la cabeza. Con la voz magnificada por el poder de Epona, pronuncio las palabras.
– ?Regocijate, Partholon! Nos han concedido un regalo digno de una diosa con el nacimiento de mi hija -dijo, mirando a las mujeres que la rodeaban, y a su marido, que tenia las mejillas cubiertas de lagrimas-. Se llama Elphame. Es una pequena Diosa, ?la mas bella y exquisita!
Tras el anuncio de la Encarnacion de la Diosa, hubo un resplandor y un sonido parecido a un rayo. Entonces,