estaba atado, tropezo y cayo de rodillas. Los demas chocaron entre si dolorosamente.
Lochlan dio un paso hacia ellos.
– Ya estan vencidos. No tienes por que torturarlos.
Cuchulainn se volvio hacia el lleno de furia.
– ?Mataron a Brenna!
– Ellos no la mataron. Fui yo.
Todos los ojos se clavaron en la mujer. Tenia menos heridas que los demas, y sus alas estaban menos destrozadas que las de los otros. Irguio la espalda mientras hablaba, y se echo el pelo blanco hacia atras. Observo con desprecio a los que estaban alli reunidos, y al mirar sus ojos del color del hielo, Elphame penso que tenia una belleza terrible, como la de una llama palida y peligrosa.
– No hables, Fallon -le dijo el hombre alto y rubio que estaba a su lado.
Ella hizo caso omiso, y miro a Lochlan a los ojos.
– Ha pasado ya el momento del silencio, ?verdad, Lochlan?
– Fallon, ?por que…?
Elphame le toco el brazo para interrumpir su respuesta, y Fallon hizo un gesto de desden.
– Eso es, Lochlan. No hables si ella no te lo permite. Eres la marioneta de la diosa ungulada.
Elphame sintio una punzada de ira y respondio a la mujer en un tono glacial.
– Ten cuidado al referirte a mi. Soy La MacCallan, Jefa del Clan de los MacCallan, y tu destino esta en mis manos.
La mujer alada solto una carcajada cruel y falta de humor, y Elphame supo, sin duda alguna, que estaba mirando a los ojos de la locura.
– Mi madre humana, que murio hace mucho tiempo, se habria sentido contenta porque finalmente yo haya podido entender el significado de la ironia. Mi futuro no esta en tus manos, Diosa, salvo que hasta hoy, eras tu la que iba a ser sacrificada para culminar ese futuro.
– ?Ya basta, Fallon!
Lochlan tuvo que rugir para hacerse oir por encima de las voces furiosas del clan. Nadie entraba al castillo y amenazaba a su Jefa sin incurrir en su ira.
Elphame alzo la mano para imponer silencio. Se aproximo a Fallon, y Cuchulainn la siguio. Cuando se acercaron a la mujer alada, el hombre que estaba a su lado se movio. Elphame ignoro el sonido de las cadenas de Lochlan y la ira que irradiaba su hermano. Estaba completamente concentrada en Fallon.
– Explicate.
Fallon alzo la barbilla.
– Preguntale a tu amante la verdadera razon por la que vino solo a Partholon, a buscarte. No era solo porque hubiera sonado contigo desde tu nacimiento. Habia mas, mucho mas. Pero tal vez ya conoces parte de esa historia.
– Tu misma has admitido que tienes las manos manchadas con la sangre de una mujer inocente, y ahora estas en mitad de mi castillo lanzando insinuaciones, verdades a medias, acertijos. ?Explicate!
Fallon abrio mucho los ojos al notar el poder de la diosa, pero en vez de amedrentarse, su locura se avivo. Le lanzo una mirada fulminante a Lochlan.
– ?Mira lo que han provocado tus mentiras! Es evidente que sabes que es una diosa, pero estabas tan obsesionado con ella que preferiste quedartela para ti solo. Al extraer su sangre, la maldicion se ha desvanecido de tu cuerpo, pero ?y nosotros? ?Te importa tan poco tu gente que ni siquiera pensaste en ella?
– Has cometido un asesinato y te has entregado a la locura, Fallon. Tus palabras no significan nada -dijo Lochlan.
Sin embargo, Elphame habia estado observando a su amante mientras Fallon hablaba, y habia visto una sombra de culpabilidad en sus ojos antes de que el controlara su expresion.
– Por una vez, estoy de acuerdo con esta criatura. Esas palabras no significan nada. La mujer mato a Brenna, y la mujer debe morir -dijo Cuchulainn, con tal falta de emocion, que a Elphame se le partio el corazon.
– ?No! -grito el hombre que estaba a su lado-. Lo que hizo Fallon fue solo para salvar a nuestra gente. Lochlan abandono la responsabilidad que le correspondia como nuestro lider. Nos traiciono al negarse a sacrificar a la diosa ungulada, y Fallon no tuvo otro remedio.
Cuchulainn emitio un rugido de furia que fue respondido por el de su clan, y varios de los hombres desenvainaron las espadas y dieron un paso adelante.
– ?Silencio! -grito Elphame, y su voz hizo que a los presentes se les pusiera el vello de punta, porque sintieron las corrientes de poder que despertaba.
La risa sarcastica de Fallon lleno el ambiente de odio.
– Me equivoque en cuanto a ti, Diosa. Pese a todo tu poder, no lo sabias. No sabias que Lochlan te buscaba para completar la Profecia. Te creiste sus palabras de amor edulcoradas.
Lochlan tiro de las cadenas que lo sujetaban.
– ?No sabes lo que dices!
– ?Se que la mujer humana murio por tu culpa! Si hubieras cumplido con los dictados de la Profecia, yo no habria tenido que matarla para sacar a tu amante de su fortaleza -dijo, y volvio a reirse. Entonces, la expresion enloquecida se le borro del rostro y empezo a llorar-. Pero no me esperaba tu traicion definitiva -dijo, y se acaricio con una mano larga y esbelta el ala rasgada, como si no le perteneciera-. Oh, Keir, mira lo que nos ha hecho.
Entonces estallo en sollozos, y el hombre la tomo entre sus brazos.
Elphame se volvio hacia Lochlan y lo miro fijamente.
– Hablame de la Profecia.
Lochlan respiro profundamente. Aunque siguiera encadenado, estaba erguido y tenia un porte orgulloso, mas de dios que de prisionero. Cuando hablo, su voz profunda y grave se extendio por todo el castillo e hipnotizo a todo su clan, aunque solo miraba a Elphame.
– Ya sabes que mi madre era Morrigan, la hermana menor de El MacCallan. Como muchas de las mujeres de este clan, mi madre estaba marcada por Epona. Ella me transmitio su fe, y me hizo participe de una Profecia, que segun me juro, le habia revelado la misma diosa en suenos. La Profecia predecia que nuestra gente se salvaria a traves de la sangre de una diosa moribunda. Mi madre dijo que Epona le habia prometido que seria yo quien haria cumplir la Profecia. Su fe no vacilo nunca, ni siquiera en su lecho de muerte. Murio creyendo que algun dia yo encontraria la manera de que la promesa de Epona se cumpliera. Cuando comence a sonar con una nina tocada por la mano de la diosa, nacida de una humana y un centauro, supe que sus plegarias tenian respuesta.
Lochlan sonrio, y por un instante parecio que todos los demas desaparecian, y ellos dos se quedaban solos.
– Creo que empece a amarte cuando eras una nina, y despues me enamore de ti cuando te convertiste en una joven tan bella. Pero en realidad, cuando te vi hablandole a tu gente ante las puertas derruidas del Castillo de MacCallan fue cuando me di cuenta de que sacrificaria cualquier cosa por ti, por tu seguridad, aunque estuviera condenando a los mios al destierro y a la locura.
– Fuiste tu -dijo de repente Brighid-. Tu salvaste a Elphame la noche de su accidente.
– Si -dijo Elphame, sin apartar la vista de Lochlan-. El jabali me habria matado de no ser porque Lochlan lo mato primero.
– No lo entiendo -dijo Brighid, entre las exclamaciones de asombro de los demas-. ?Que proposito tiene la Profecia? Si no sois enemigos ni teneis el proposito de recuperar el pasado de vuestros padres y comenzar una nueva guerra, ?por que no habeis venido a Partholon pacificamente? ?Por que pensabais que teniais que sacrificar la vida de Elphame?
– Se estan volviendo locos -dijo Elphame-. La oscuridad de su sangre los llama -explico, y senalo con tristeza a Fallon, que seguia aferrada a su companero-. Y finalmente, la locura vence. Y hay ninos que llevan la sangre de sus antepasados humanos, sangre que comparten con muchos de nosotros. Para ellos es peor, puesto que no tienen madres humanas que fortalezcan su condicion humana.
– Asi que creeis que Epona desea que Elphame sea sacrificada para que su sangre lave vuestra locura -dijo Cuchulainn con desprecio-. La misma Profecia es una locura.
– Puede que tengas razon, Cuchulainn -dijo Lochlan-. He descubierto que, durante todos estos anos, hemos malinterpretado la Profecia.