decirle a Cuchulainn que sabian que habia una criatura con pies de garra por el bosque, pero que no lo habian difundido? Brighid se froto la frente con el dorso de la mano y le dijo parte de la verdad al guerrero.

– No lo se, Cuchulainn. Nunca habia visto una criatura que dejara unas huellas asi.

– La ha matado, ?verdad?

– Sabemos que se la ha llevado, pero no he encontrado mas sangre, y habia muy poca en el lugar del secuestro. Eso nos dice que Brenna no se ha desangrado -explico Brighid.

Entre ellos quedo, sin mencionar, la certidumbre de que habia muchos modos de morir aparte de la perdida de sangre. Brighid aparto la mirada de la de Cuchulainn, que estaba llena de dolor, y estudio la linea que habian formado hombres y centauros. Despues alzo el brazo y grito:

– ?Empecemos!

Todos comenzaron a caminar lentamente. Para Cuchulainn, el tiempo se doblaba sobre si mismo. Por logica, sabia que el tiempo transcurria normalmente. Las sombras del bosque se alargaban, como prueba de que el dia iba acabandose, pero el tenia la sensacion de que solo habian pasado unos instantes desde que habia tenido a Brenna entre sus brazos y la habia visto marchar por el camino a esperarlo junto a la poza.

Cuchulainn tambien recordo el presentimiento que lo habia invadido cuando Brenna y el volvian de la poza, la manana anterior. Habia sido una advertencia. El habia sentido el destino de Brenna, y lo habia ignorado, como habia ignorado todo conocimiento que le llegaba por parte del reino de los espiritus en el pasado. Lo que estaba ocurriendo era culpa suya. Si no hubiera rechazado al reino de los espiritus, habria estado preparado. No habria permitido que Brenna se alejara de su vista. Sintio odio hacia si mismo.

Y entonces, oyo un sonido distante que le puso el vello de punta. Le llego por la espalda. Era a la vez un sonido, un roce, un presentimiento. Era la magia viva que viajaba en el soplido del viento.

– ?Esperad! -grito.

Al instante, Brighid elevo el brazo y ordeno a la linea de busqueda que se detuviera.

Cuchulainn se concentro con todo su ser en el oido, y expandio sus sentidos sobrenaturales, que normalmente rechazaba. El sonido paso a su lado, ascendio por la elevacion rocosa que habia ante ellos y despues, tan repentinamente como habia llegado, aquel presentimiento se desvanecio.

Cuchulainn suspiro y maldijo su propia incompetencia. Con un profundo sentimiento de derrota, le indico a Brighid que diera la orden de avanzar de nuevo, cuando volvio a notar un tumulto de sensaciones.

Cuchulainn alzo la cabeza y senalo el risco.

– Alli. Alli hay algo.

Cuando llegaron a la cima, encontraron una pradera de hierba rodeada de robles, en vez de los pinos altos e imponentes que abundaban en aquella zona. En la oscuridad de los arboles algo llamo la atencion de Cuchulainn, y pronto vio una criatura alada salir al claro. Llevaba en brazos el cuerpo inerte de Brenna.

?Un Fomorian! Eso debia de ser aquel monstruo. El tiempo volvio a cambiar, y se acelero de modo que los movimientos se volvieron borrosos, y los sonidos irreales. La criatura se detuvo, y miro a los ojos a Cuchulainn. La vibracion satisfactoria del arco de Brighid cuando solto la flecha se mezclo con el ruido metalico de la espada de Cuchulainn al ser desenvainada. La criatura se echo a un lado, y aunque la flecha se le clavo hasta el timon en el hombro, Cuchulainn se dio cuenta de que el monstruo portaba a Brenna cuidadosamente, como si en algun lugar de su enfermiza mente quisiera mantenerla a salvo.

– ?Brenna! -grito Cuchulainn, y echo a correr por el claro.

La criatura se quedo inmovil, en silencio, y no hizo ademan de protegerse. Solo se movieron sus alas, que crujieron y se abrieron. Sus ojos, del color de una tormenta, no vacilaron. Cuchulainn notaba que Brighid, y el resto del grupo, lo seguian hacia el monstruo. Intento no mirar a Brenna. Intento no ver lo palida y quieta que estaba.

Cuando Cuchulainn estuvo a menos de un metro de la criatura, esta hablo.

– Demasiado tarde. Esta muerta.

Su voz era profunda y poderosa, y Cuchulainn noto su evidente tristeza. El guerrero apunto al cuello de la criatura con la espada.

– Dejala en el suelo y acepta tu final.

La criatura alada se arrodillo lentamente y dejo a Brenna sobre la hierba. Cuando se puso en pie, los demas avanzaron como uno solo, pero Cuchulainn los detuvo con un grito.

– ?No! Yo lo matare.

Con una rapidez sobrehumana, Cuchulainn se lanzo hacia la criatura. Sin embargo, un instante antes de que la espada le cortara el cuello, el Fomorian hablo de nuevo, y la palabra que grito hizo que Cuchulainn se detuviera justo cuando el filo cortaba el mismo hombro en el que habia penetrado la flecha.

– ?Elphame!

Cuchulainn entorno los ojos y mantuvo la espada lista, sin apartarla del cuello del Fomorian.

– ?Como te atreves a pronunciar el nombre de mi hermana?

Lochlan habia caido sobre una rodilla. Su ala rota colgaba hasta el suelo, que se habia llenado de sangre, y con la mano, intentaba contener la hemorragia de su hombro herido. Sin embargo, miro a Cuchulainn fijamente, y su voz seguia siendo fuerte y segura.

– Pronuncio el nombre de la Jefa del Clan porque tengo derecho de nacimiento, y exijo al clan que respete mi derecho a que ella oiga mi peticion. Solo ella puede decidir mi futuro.

– ?Tu no eres del clan de los MacCallan! -rugio Cuchulainn.

Lochlan se puso en pie, y con los dientes apretados a causa del dolor, proclamo:

– Mi madre era Morrigan, la hermana menor de El MacCallan que regia estas tierras. Hoy lo hago publico. ?Solo La MacCallan puede llamarme impostor!

– Llevalo ante tu hermana -dijo Brighid-. Ella queria a Brenna tanto como tu. Sera un gran placer para ella ordenar que desmiembren a esta bestia.

Cuchulainn miro a la criatura. Las alas, las garras y los dientes indicaban sin duda que era un Fomorian, pero a pesar del dolor y la rabia, Cuchulainn veia claramente que sus rasgos eran humanos.

– Atadle las manos y amarradlo a mi silla. Si no puede caminar hasta el castillo, lo arrastrare.

Mientras ataban a Lochlan, Cuchulainn se arrodillo junto a Brenna. Estaba muy palida. Le acaricio la cara. Tambien estaba muy fria. Tenia una expresion tan llena de paz que parecia que estaba dormida. Salvo por su cuello. La criatura le habia arrancado un trozo de carne. Cuchulainn asimilo la realidad de su muerte y noto como atravesaba su mente, su corazon y su alma.

– ?Traedme un trozo de tela! -grito, sin apartar la vista de su rostro.

La Cazadora le entrego un trozo del forro de su chaleco, y Cuchulainn se lo ato al cuello a Brenna, para que nadie pudiera ver el terrible dano que le habian hecho. Despues se inclino y la beso en los labios helados.

– Te llevare a casa, amor mio -murmuro.

Brighid le sujeto las riendas del caballo mientras montaba, y despues, con gentileza, le entrego el cuerpo de Brenna. Sujetando bien el cuerpo de su amante, espoleo al caballo y lo puso al trote. Sintio satisfaccion al notar que la criatura alada se tropezaba y caia y era arrastrado unos cuantos metros antes de poder ponerse en pie de nuevo. Que sufriera como habia sufrido Brenna. El se aferro a su cuerpo, e intento no pensar en lo que significaba su muerte. La habia perdido para siempre. Nunca volveria a sentir sus caricias suaves, ni ver la sonrisa con la que se adentraba en el mundo nuevo del amor y de la pertenencia a una familia. No podia pensar en eso en aquel momento. Solo podia pensar en dos cosas: en llevar a Brenna a casa, y en que su asesino dejara de respirar.

El clan estaba silencioso, reunido junto a las murallas del castillo, preparado, esperando a que se repartieran las ultimas antorchas encendidas. Soplo una brisa fria, y Elphame se estremecio. Estaba empezando a atardecer, y el sol descendia hacia el mar, tinendolo todo de color escarlata. Ella noto que tenia la boca seca. Incluso el cielo estaba lleno de sangre.

– Todo esta listo -le dijo Danann.

Elphame se volvio para mirar a su gente.

– Todavia hay luz suficiente para que podamos movernos con rapidez. No os alejeis. Cuchulainn y el grupo no estan lejos de aqui. Cuando nos reunamos con ellos, Brighid os reorganizara.

Todos asintieron. Elphame se volvio para comenzar la marcha hacia el norte, pero antes de que pudiera comenzar a moverse, unas sombras emergieron del bosque. Se le acelero el corazon y le fallo el paso al ver

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