con claridad y no herir a su amiga?
– ?Perdoname, Brenna! Ha sido horrible por mi parte.
Brenna se echo a reir.
– No es horrible, es cierto. Yo ya sabia que Cuchulainn no era virgen -dijo, y bajo la voz-. Anoche fue muy util que uno de los dos supiera lo que habia que hacer -explico con una risita-. Y, de todos modos, yo no puedo cambiar el pasado de tu hermano. ?Por que iba a querer hacerlo? Su vida lo ha hecho tal y como es, y yo lo quiero asi -dijo. Tomo de la mano a Elphame y continuo-: ?Oh, soy tan feliz! Nunca habria sonado que iba a amarme un hombre, ningun hombre, ?y he conseguido el amor de un hombre como Cuchulainn! Si el corazon dejara de latirme ahora, moriria feliz y completa.
Elphame sonrio con afecto a su amiga. La felicidad de Brenna fue como un balsamo para su corazon dolorido. Le recordaba que el amor era posible, y que eran posibles los finales felices.
– Tu corazon no puede dejar de latir todavia, hasta que no me hayas dado una docena de sobrinos y sobrinas.
Brenna se dio un golpecito con el dedo en la barbilla, pensando.
– ?Una docena en total, o una docena de cada?
– Eso dejare que lo conteste mi madre. Y, hablando de la Encarnacion de Epona, has de saber que se empenara en celebrar la boda ella misma, y pronto, aunque probablemente estara llorando durante toda la ceremonia.
Brenna se quedo seria.
– Cu dice que le caere bien.
– No te preocupes, Brenna, te va a adorar. ?Donde esta mi hermano? ?Todavia en la cama?
– No, ha ido al Gran Salon. Le dije que queria asegurarme de que te encontrabas bien esta manana -dijo Brenna. Entonces comenzo a observar criticamente a Elphame-. Estas palida. ?No has dormido bien?
– Si, muy bien. Seguramente estoy palida porque he pasado demasiado tiempo encerrada, y no lo suficiente al aire libre. Vamos a desayunar juntas, y despues le pondre remedio a eso.
– ?Que te ha pasado en el cuello?
Elphame se paso los dedos por las diminutas marcas y se encogio de hombros.
– Debo de haberme rascado.
– Parecen picaduras.
– Sera una arana. Supongo que eso demuestra que nuestro nuevo hogar no es perfecto -dijo. Tomo a Brenna de la mano y tiro de ella hacia la puerta.
– Le recordare a Meara que limpie bien todos los rincones de tu dormitorio para quitar las telaranas.
Elphame asintio distraidamente, y despues se apresuro a cambiar de tema.
– ?Como esta la lobezna de mi hermano?
Brenna miro hacia arriba.
– ?Te ha dicho que la ha llamado Fand?
Elphame se echo a reir, y noto que el nudo que tenia en la garganta se aflojaba. Mientras charlaba agradablemente con su amiga, recorrieron el patio principal y llegaron al Gran Salon, donde el clan se habia congregado para el desayuno. Elphame recibio un calido saludo de todo el mundo, y se alegro al ver que su hermano abrazaba a Brenna y la besaba.
Era la Jefa de un clan asombroso. Si Lochlan la habia abandonado, sobreviviria. No, haria algo mejor que sobrevivir. Viviria, prosperaria y pasaria sus dias rodeada del amor y el respeto de su gente. Y tal vez algun dia les contaria a sus sobrinos la historia de un ser alado y de la diosa que durante un breve tiempo lo habia amado.
Elphame sonrio al ver a la lobezna jugueteando entre los pies de su hermano mientras caminaban hacia el grupo de trabajadores que esperaba junto a las murallas del castillo. Casi no podia creer que la gordita e inquieta
– El, ?estas segura de que te encuentras bien para hacer esto?
– No empieces, Cu. Ya has oido lo que ha dicho Brenna: que estoy bien como para volver al trabajo. Y eso es exactamente lo que quiero hacer hoy.
Cu la miro con una ceja arqueada.
– ?Y por que quieres cortar arboles y clarear el bosque en vez de hacer algo…?
– ?Algo mas facil? Porque nunca me ha interesado especialmente lo facil, Cu. Dime, ?que querrias hacer tu si llevaras inactivo tanto tiempo como yo?
– Tuviste un accidente muy grave, El -le recordo Cuchulainn.
– ?Que querrias hacer tu?
El suspiro de Cuchulainn se convirtio en una carcajada.
– Querria ensuciarme las manos y poner a trabajar los musculos.
– Lo mismo que yo -dijo ella con una sonrisa.
Los trabajadores los saludaron, y se sintieron agradados al saber que La MacCallan iba a acompanarlos en su trabajo. Tomaron las hachas y siguieron a Cuchulainn y a Elphame hacia el exterior de las murallas.
– He pensado esto -dijo Cuchulainn, senalando el bosque circundante-: Hemos clareado bastante terreno, pero me gustaria hacer retroceder todavia mas la linea de arboles. Los constructores del tejado han pedido mas lena, asi que nos beneficiaremos doblemente -dijo.
Estaba a punto de dar indicaciones mas especificas cuando noto un cosquilleo en el costado. Volvio la cabeza, y se quedo callado. Su hermana estaba a su izquierda, e irradiaba oleadas de calor. Cuchulainn sintio una inquietud familiar mientras presenciaba, de nuevo, como tomaba vida el poder de Epona en Elphame.
Elphame miro hacia mas alla de los arboles. El cielo estaba de un intenso color azul, del color que solo sucedia en una manana de primavera tras una tormenta. El sol acababa de ascender por encima del bosque de pinos, y lanzaba luz y brillo hacia las murallas del castillo. El cuerpo de Elphame absorbio los rayos como la caricia de una madre, y sintio que el poder de la diosa la invadia.
– Epona ha marcado este dia -dijo con voz reverente-. Demosle las gracias por su presencia y pidamosle su bendicion para nuestro clan.
Mientras Elphame elevaba la cara hacia el sol, noto que los hombres se arrodillaban. Miro a su lado, y comprobo que Cuchulainn se habia puesto tambien de rodillas. Todos tenian el rostro inclinado hacia el sol, y Elphame sintio que era lo correcto, y cuando alzo los brazos para invocar a Epona, el poder de la diosa le acaricio la piel.
– Oh, Gran Epona, sentimos tu presencia poderosa y te pedimos que tu espiritu fluya por nuestro clan. Hemos comenzado un nuevo camino aqui, y con tu ayuda divina, continuaremos infundiendole vida al Castillo de MacCallan, el hogar ancestral de aquellos a quienes has amado siempre. Te damos las gracias y te pedimos que bendigas el viento, la luz y el agua del mar y de los rios, y las tierras y los bosques. Nos honra que tu espiritu este entre nosotros. ?Ave, Epona!
Los que la rodeaban repitieron el grito, y para deleite de Elphame, el sonido reverbero por las murallas y lleno la manana de amor y magia.
La criatura alada lo estaba observando todo desde las sombras del bosque. Lochlan les habia mentido. Alli estaba la prueba irrefutable. La diosa ungulada estaba ante las murallas de su castillo, rodeada de su gente, que se arrodillaba en muestra de respeto a su poder. En ella brillo el espiritu de Epona. Y ella pidio la bendicion de la diosa con palabras sencillas, como si fuera su derecho de nacimiento. Ella era, de verdad, una diosa viviente.
No podian marcharse de Partholon sin ella. El destino de su gente dependia de ello. La mente de la criatura se lleno de pensamientos oscuros, y en aquella ocasion, no hizo ningun esfuerzo por rechazarlos. La diosa ungulada debia entrar al bosque, alejarse de las murallas protectoras de su castillo. Lochlan no lo haria, asi que ellos tenian que encontrar otra manera de conseguirlo.
En la oscuridad de la mente de la criatura se formo una idea que nacio de la locura y de la sangre.
Capitulo 34