saltar una valla y se rompio una pata, asi que me he quedado para curar al muy tonto.
Yo asenti al oir aquella letania familiar de quejas contra los caballos. Habia pocas cosas que a mi padre le parecieran tan tontas como los caballos de carreras, y pocas cosas que adorara mas.
Sabia que debia abordar el motivo de mi visita, pero aquella conversacion hizo que me diera cuenta de lo mucho que ansiaba la normalidad, aunque solo fuera una ilusion temporal.
– Bueno, ?y como van las cosas en el instituto?
Mi padre llevaba entrenando casi tres decadas a los alumnos del instituto en el que yo trabajaba de profesora. A mi tambien me encantaba ensenar. Y una de las cosas en las que mi padre y yo estabamos totalmente de acuerdo era que los adolescentes eran mas tontos que los caballos de carreras. Vi que en sus labios se dibujaba lentamente una sonrisa.
– Esos pequenos bobos… cada ano son mas tontos -dijo, y se echo a reir-. Y este ano han contratado como subdirector a un sensiblero que ha trabajado en una de esas escuelas tan delicadas de medio grado. El muy tonto no sabria lo que es la disciplina ni aunque la tuviera delante de las narices -anadio, y me miro agitando la cabeza, con una expresion de sufrimiento y resignacion-. Es una suerte que te fueras cuando lo hiciste.
Ante aquella mencion de mi cambio de carrera profesional, la calidez que estaba sintiendo por dentro se congelo. Mire mi te con tristeza.
– Tienes mal aspecto, Bichito -me dijo mi padre-. ?No vas a contarme lo que ha pasado?
Lo mire. Yo nunca habia podido ocultarle nada, ni lo habia intentado. Quiza Rhiannon tampoco hubiera podido ocultarle su verdadera forma de ser. Quiza el ya supiera que Rhiannon no era yo.
Tome aire y ergui los hombros.
– No se por donde empezar. Es complicado.
– La vida es complicada -me dijo-. Empieza por el principio, y nos las arreglaremos desde ahi.
– Papa, no he sido yo misma durante estos seis meses.
Mi padre asintio.
– Si, ya lo se. Fuiste muy grosera con mama Parker. Es una suerte que ella te quiera tanto. Me alegro de que hayas vuelto a la normalidad y…
Yo alce la mano para detenerlo.
– No, no me refiero a que no haya actuado con normalidad. Me refiero a que no era yo. Literalmente.
El comentario que iba a hacerme se le quedo en los labios, y me observo con suma atencion.
– Explicate, Shannon Christine.
– ?Te acuerdas de que hace seis meses tuve un accidente?
– Por supuesto que lo recuerdo. Estuviste sin conocimiento durante dias. Estabamos muertos de preocupacion. Yo sabia que ibas a estrellar ese maldito Mustang mas tarde o mas temprano. Conduces demasiado rapido… -murmuro, sacudiendo la cabeza, preparado para retomar aquella vieja discusion.
– No fue un accidente normal, papa. Y no me estrelle contra nada. Compre un anfora en la subasta de una finca. Era una urna funeraria antigua, creo. En ella estaba la imagen de la Suma Sacerdotisa, la Encarnacion de Epona.
– La diosa celta de los caballos, ?verdad? -dijo, asintiendo. A mi padre le encantaba leer, como pueden atestiguar todos los libros que almacenaba en el salon.
– La diosa era yo -continue-. O, mas exactamente, mi reflejo en otro mundo, en otra dimension. Es un mundo en el que existe la mitologia en vez de la tecnologia, y en el que algunas personas son reflejos exactos de las personas que hay aqui.
– Shannon, esta es una broma muy tonta.
– ?No es una broma! -exclame yo, mirando a Clint, que hasta aquel momento, se habia mantenido en silencio-. Diselo.
– Senor… Escuchela. Le esta diciendo la verdad, y puede demostrarselo.
Yo entorne los ojos. ?De que estaba hablando? ?Como iba a demostrarlo? Clint asintio para animarme.
Yo carraspee y me volvi de nuevo hacia mi padre.
– Fue el anfora lo que causo mi accidente, y mas que eso. Fue la causa de que me transportaran a otro mundo y me intercambiaran por mi reflejo, la Encarnacion de la Diosa Epona.
El abrio unos ojos como platos, pero no me interrumpio.
– Asi que la bruja que ha estado estropeandome la vida y la de mis amigos y mi familia durante estos seis meses no era yo.
– ?Me estas diciendo que no has estado fisicamente en este mundo?
Asenti.
– ?Y que la mujer que dejo tu trabajo, se caso y acabo con un millonario y ha estado paseandose por todo el pais en un jet no eras tu?
– Exactamente.
– Shannon, eso parece una locura.
– ?Ya lo se! Soy yo la que lo esta viviendo, y a mi me parece ridiculo.
Cerre los ojos y me frote las sienes al sentir una nueva oleada de nauseas y un subito dolor de cabeza. Mi padre no iba a creerme.
Entonces, Clint me poso la mano en el cuello.
– Senor Parker… -dijo con calma-, es tarde y Shannon ha pasado por muchas cosas hoy. Tal vez sea mejor que nos vayamos a dormir y terminemos de explicarselo por la manana.
– Tienes mal aspecto, nina -me dijo mi padre.
Yo abri los ojos.
– Papa, Suzanna ha muerto.
El dio un respingo.
– ?La pequena Suzanna! Dios santo, ?que es lo que le ha pasado?
Clint intervino.
– Es una parte de la historia, senor Parker. Por ahora le diremos que ha ocurrido esta misma noche, y que Shannon ha tenido que verla morir.
Su voz tenia un tono protector que me sorprendio.
Yo vi que mi padre lo miraba especulativamente.
– De acuerdo, hijo. Que nuestra chica se acueste.
Mi padre se acerco al sofa y me tomo de la mano para que me pusiera en pie. Me dio un abrazo y unas palmaditas en la espalda. Despues me olisqueo.
– Dios santo, Bichito, hueles fatal.
– Lo se -dije con tristeza.
Sin soltarme la mano, me llevo por el pasillo a mi habitacion. Alli encendimos velas para iluminar, y despues, el se volvio hacia Clint.
– Esta es la habitacion de Shannon. Tu puedes dormir en la cama que hay en la oficina, si te parece bien.
– Si, senor.
Mi padre asintio y se volvio hacia mi de nuevo.
– Creo que todavia quedan algunas cosas tuyas en la comoda, y supongo que habra bastante agua caliente como para que puedas darte una ducha rapida. La necesitas. Manana aclararemos todo esto.
Yo le di un abrazo y susurre:
– Te quiero, papa.
– Yo tambien te quiero, Bichito -respondio. Despues se dio la vuelta y empujo a Clint hacia la puerta-. Ven conmigo, hijo -me dijo, cerrando la puerta con firmeza.
La tipica actitud protectora de mi padre me hizo sonreir mientras rebuscaba en el primer cajon de la comoda. Encontre unos de mis viejos vaqueros, un jersey y uno de mis camisones favoritos, que tenia un dibujo de Santa Claus metiendose en una chimenea. Tenia un letrero que decia: Como saber si has sido realmente malo. Me lo habia regalado una estudiante por Navidad.
– ?Oh, que estupenda vision! -suspire, de pura felicidad, al encontrar un par de braguitas de color violeta, completas-. ?Demonios, que alegria poder librarme de esos malditos tangas!
Es asombroso lo poco que hace falta para hacerme feliz cuando estoy estresada.