Mi padre tenia razon. Quedaba agua suficiente para darse una buena ducha. El agua me calmo, y apenas me habia puesto el camison cuando comenzaron a cerrarseme los ojos. Apague las velas de un soplido y me acoste. Dormi profundamente, sin sonar, durante horas, hasta que mi cuerpo consciente descanso y entre en el Paraiso de los Suenos.

Estaba charlando tranquilamente con Hugh Jackman, caracterizado de Lobezno, cuando note que mi cuerpo ascendia y era succionado a traves del tejado del rancho de mis padres. Flotar en aquel cielo del que caia tanta nieve fue una experiencia rara. Era como si los copos blancos estuvieran dentro de mi y a mi alrededor a la vez.

– ?Aj! ?Tengo ganas de vomitar otra vez! -dije.

«Respira, Amada».

Hice lo que me indicaba la diosa e inhale el aire helado. Casi inmediatamente, el vertigo remitio. Me di cuenta, con algo de desconcierto, de que no solo tenia mas y mas experiencia con el Sueno Magico, sino que me sentia comoda en el.

Mire hacia abajo y me quede asombrada con el cambio de la tierra por debajo de mi. Era como una postal de Navidad de Colorado. Las tierras de papa estaban totalmente cubiertas de nieve. Junto al establo, los monticulos eran casi de un metro de altura.

– Es precioso -susurre.

«No es natural, Amada», me dijo mi diosa.

– ?Lo se! -Respondi yo-. Nunca nieva asi en Oklahoma.

«Es porque en este mundo ha entrado algo antinatural. Aqui esta trabajando un demonio de verdad».

– Nuada -dije yo, como si el nombre fuera una maldicion.

«Debes detenerlo».

– ?Yo? ?Si no se como hacerlo!

«Debes conseguirlo, Amada. Tu eres la unica que puede».

– ?Como? En Partholon pude averiguarlo porque estaba rodeada de gente que entendia la magia. Ellos me ayudaron. ?Y tu me ayudaste!

«Confias muy poco en ti misma, Amada».

Yo me alarme al notar que la voz de la diosa comenzaba a desvanecerse.

– ?No! ?No te vayas!

«Tranquila. Los ancianos te guiaran… y el Chaman de este mundo…».

– ?Epona! -grite-. ?Que ancianos? ?Que Chaman?

«Recuerda que eres la Elegida».

Y, como la niebla, se desvanecio.

Capitulo 7

Trague una bocanada de aire y me incorpore bruscamente.

– ?Mierda!

Me levante de la cama y segui hablando sola.

– Volver a Oklahoma deberia ser una experiencia normal. Antes, Oklahoma era algo normal… incluso aburrido -comence a vestirme y, mientras lo hacia, continue mi perorata-: ?Pero no! En vez de eso estas embarazada, en mitad de una tormenta de nieve, y perseguida por un monstruo horrible. Y muerta de hambre, ademas.

Me calle al abrir la puerta de mi habitacion, y me encamine hacia la cocina. No iba a poder dormirme otra vez, y de repente, me apetecian mucho unos huevos revueltos, una tostada y beicon. Por lo menos, alli sabia donde estaban las cosas.

Abri un cajon donde se guardaba de todo y rebusque las cerillas para encender la lampara que habia siempre sobre la mesa de la cocina.

– Aqui estan -susurre.

– Podias haberte ahorrado la molestia. Creo que tu padre dejo las cerillas aqui, junto a la lampara -dijo Clint, y me asusto tanto que di un respingo.

– ?Demonios, Clint! ?Que haces ahi sentado a oscuras? -antes de que el pudiera responder, encendi la lampara. El se estaba llevando la taza a los labios-. ?Y por que no has dicho nada? Me has dado un susto de muerte.

– Parecia que tenias una mision. He pensado que era mejor quedarme aqui sentado, y no estorbarte.

– Mmm… ?por que estas despierto?

– ?Y tu? ?Has tenido uno de esos suenos?

– Si.

– ?Has visto a ClanFintan otra vez?

– No. Esta vez solo he flotado por ahi, mientras mantenia una conversacion con Epona -respondi, y despues le dije-: Voy a hacer huevos revueltos y beicon para todo el mundo. No me digas que no tienes hambre.

– Me encantaria que me dieras de comer.

Nuestras miradas se cruzaron, y por el brillo de sus ojos, supe que su respuesta tenia doble sentido. Aparte la vista rapidamente.

– ?Y que te dijo tu diosa?

– Oh… -yo comence a romper huevos en un cuenco-. Me dijo que el mal anda suelto, y que hay que detener a Nuada, y que los ancianos me ayudaran, y el Chaman de este mundo tambien, y que confiara en mi misma -le dije, batiendo como una maniaca-. Sin embargo, yo prefiero evitar el mal. No se como detener a Nuada, no conozco a ningun anciano ni a un Chaman aqui, y creo firmemente que todo esto se me escapa de las manos.

Me di cuenta de que estaba conteniendo las lagrimas, lo cual solo sirvio para enfadarme mas. Quiza me hubiera librado de las nauseas matinales, pero tenia las hormonas descontroladas. Maravilloso.

Clint me agarro las manos para que dejara de batir los huevos freneticamente. Apoyo la barbilla sobre mi cabeza e hizo que me apoyara en el.

– Estoy aqui. Tu padre esta aqui. Entre los tres lo solucionaremos. Ademas eres la Elegida de Epona. No lo olvides.

– Eso es lo que me recordo ella -dije, dandome la vuelta para mirarlo a los ojos.

– Bueno, si no quieres hacerle caso a tu diosa, ?vas a hacerme caso a mi? Despues de todo, soy el reflejo de tu marido -sin darse cuenta, hablo en un tono jugueton tan parecido al de ClanFintan que se me encogio el corazon.

– Si, lo eres de verdad -respondi temblorosamente.

El leyo el anhelo en mi cara, y su tono de broma se volvio serio al instante. Note que se le cortaba la respiracion. Entonces, me acaricio con suavidad la barbilla y la mejilla, y me paso la mano por la nuca. Yo me estremeci.

– Shannon, mi nina.

Aquella expresion carinosa salio de sus labios justo cuando se inclinaba para besarme. El beso fue ligero y enganosamente casto. Aparto la cara para poder mirarme.

– Deja que te bese, Shannon.

– Acabas de hacerlo.

– Eso no ha sido un beso, mi amor -dijo el, con una sonrisa llena de promesas-. Dejame besarte, Shannon - repitio suavemente.

Yo queria que me besara. Lo necesitaba. Su sonrisa fue maravillosa cuando yo asenti.

Entonces, me abrazo, y yo me aferre a sus hombros. Nuestros cuerpos se unieron al mismo tiempo que nuestros labios. Senti la pasion contenida en la tirantez de su cuerpo mientras Clint saboreaba mi boca. Deje que nuestras lenguas se entrelazaran. El jugueteo con la mia, exactamente igual que jugueteaba ClanFintan.

Aquel pensamiento fue como un punetazo en el estomago. Me aparte rapidamente y sali de su abrazo.

– Yo… lo siento. No quiero… No, no es cierto. Si quiero. Quiero sentir tus besos. Eres como el, y no puedo

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