Tome aire y me encogi de dolor, lo cual no ayudo a suavizar mi tono de voz cuando respondi.
– ?Caramba, soy yo! ?Quien demonios te crees que soy, John Wayne? Mierda, he pasado por un infierno para volver aqui, ?y ni siquiera me reconoces?
– ?Shannon! -exclamo el, con alegria. Al instante, un grupo entro en mi habitacion y ahogo su grito.
Alanna era la primera, seguida por una bandada de sirvientas que soltaban chillidos de euforia. A mi se me alegro el corazon al verla. «Esta viva», me asegure. «Esta viva». Y llevaba un ramo de rosas a punto de florecer.
Bueno, alli estaban las flores que faltaban en mi habitacion. Ojala Alanna hubiera permitido hacer aquellas tareas a las adolescentes. Se suponia que ella era la jefa en mi ausencia.
Antes de llegar junto a mi, las ninfas se pusieron a hacer reverencias. Me di cuenta de que estaban sonriendo y tenian lagrimas en los ojos.
– Hola, amiga -le dije a Alanna, avergonzada de que mi voz estuviera tan quebrada.
Alanna se puso el dorso de la mano contra la boca para ahogar un sollozo. Con la otra mano, sujeto el ramo de rosas contra el pecho. Despues, el sollozo se convirtio en una carcajada.
– ?Oh, Rhea! Supimos que volvias con nosotros cuando las rosas comenzaron a florecer de nuevo.
La mire con desconcierto. Entonces, ClanFintan respondio a mi pregunta silenciosa.
– Con tu perdida, las flores dejaron de brotar. Se marchitaban y morian en el capullo. El sol se escondio tras las nubes. Los pajaros dejaron de cantar.
Entonces, me beso la mano.
Un escalofrio me recorrio la espalda, al entender la enormidad del significado de aquellas palabras. Habia hecho la eleccion correcta, como Clint.
«Partholon necesita a su Amada».
Alanna le entrego las rosas a una de las ninfas, se enjugo las lagrimas y se acerco a mi para besarme la frente.
– Bienvenida a casa, mi senora -dijo.
– ?Bienvenida a casa, Amada de Epona! -repitieron las ninfas.
Pero yo solo tenia ojos para mi marido.
El se inclino hacia delante y me tomo entre sus brazos, muy suavemente.
– Bienvenida a casa, mi unico amor.
El terciopelo de su voz me envolvio, y todo mi cuerpo se lleno de jubilo.
Epilogo
– Si la yegua empieza a ponerse nerviosa, nos vamos inmediatamente -proclamo ClanFintan por enesima vez.
– De acuerdo, lo prometo firmemente -dije yo, inocentemente.
– No bromees con esto, Rhea -me reprendio el, y despues siguio refunfunando-: No se por que me he dejado convencer para volver a este sitio dejado de la mano de la diosa…
– Hablar con uno mismo es una senal inequivoca de envejecimiento, ?sabes, carino? -respondi brillantemente.
El solto un resoplido y me miro con resignacion. Yo acaricie las crines plateadas de Epi.
– No estas nerviosa, ?verdad, guapisima? -le pregunte.
La yegua inclino las orejas hacia atras, atentamente, y relincho.
– ?Lo ves? Epi dice que todo va bien.
Eso no convencio a ClanFintan. Al menos, no del todo.
– ?Permaneced alerta! -les ordeno a los dos centauros que trotaban con nosotros.
Mire a Victoria y a Dougal y puse los ojos en blanco, pero ellos estaban demasiado ocupados escudrinando el Bosque Sagrado en busca de monstruos como para prestarme atencion a mi.
– Epona dijo que no habia ningun peligro -volvi a decirles.
ClanFintan resoplo.
– Creo que la zona mas segura para entrar es esta -dijo Victoria.
La voz de la Jefa de las Cazadoras era tensa y seria. Antes de entrar en el camino, tomo la ballesta que llevaba a la espalda y preparo una flecha para disparar.
Dougal y ClanFintan desenvainaron sus espadas a la vez.
Epi y yo suspiramos, y los seguimos hacia el corazon del Bosque Sagrado. Yo note una patadita saludable contra la costilla derecha, que hizo que me moviera en el asiento, y sonrei suavemente, mientras me acariciaba el vientre hinchado, justo donde habia notado el talon de un diminuto piececito.
Habian pasado dos meses desde que habia vuelto a Partholon, y me parecia que habia multiplicado por cuatro mi tamano. Ya habia superado mi aversion por la comida, y si algo no salia corriendo al verme, me lo comia.
Estabamos a finales de enero. El invierno habia sido suave, y se esperaba una primavera temprana, pero aquel dia el aire era frio, y yo me alegre de haberme puesto la capa de piel, tal y como habia insistido Alanna.
– No entiendo por que no te quedas satisfecha con los rituales que has estado llevando a cabo cada luna llena en recuerdo de los guerreros indios -me dijo ClanFintan.
Yo habia mantenido mi promesa a los guerreros de Nagi Road. Cada luna llena, mis ninfas hacian libaciones de vino y miel, y bailaban alegremente en memoria de su valor. Esperaba que ellos, de algun modo, lo supieran.
Sin embargo, aquel dia las libaciones no estarian dedicadas a ellos.
Al principio, yo no podia pensar en Clint. Lo habia apartado por completo de mi mente. Pensar en el confinandose con Rhiannon en el roble era otra herida abierta que no podia tocar.
A medida que paso el tiempo y la herida de mi costado se curo, fue curandose tambien el horror de lo que habia hecho Clint. Comence a poder pensar en el sin sentirme abatida por la pena.
La primera nevada de Partholon tenia su olor.
El canto de los pajaros me recordaba a el.
Cada vez que me llamaba el alma de un arbol, oia el eco de su voz.
Y no podia hacer el amor con mi marido. El habia realizado el Cambio una sola vez. Al verlo ante mi con forma humana, solo podia ver la imagen de Clint. La pena me habia abrumado. No habia podido dejar de llorar. ClanFintan volvio rapidamente a la forma de centauro y me consolo sin decir nada, solo con el calor de su abrazo.
Desde entonces no habia vuelto a intentar hacer el amor conmigo, ni yo se lo habia pedido.
El carraspeo, y me di cuenta de que estaba esperando mi respuesta. Lo mire a los ojos.
– Hoy he venido aqui en memoria de Clint.
– Pensaba que las libaciones eran en recuerdo de los guerreros.
– No -respondi. Como de costumbre, me resultaba muy dificil hablarle a ClanFintan sobre Clint-. Esta vez seran por el alma de Clint. Ya es hora de que me enfrente a esto. Su sacrificio merece reconocimiento.
– Como desees, Rhea.
– ?Y si se da cuenta, de algun modo? Ni siquiera pude darle las gracias.
Con la mirada, le rogue a ClanFintan que me comprendiera.
– Yo le doy las gracias todos los dias -dijo el en voz baja.
Asenti con tirantez. Tenia la sensacion de que, si decia algo mas, me iba a poner a llorar. Le habia contado a ClanFintan una version reducida de lo ocurrido mientras yo estaba en Oklahoma. Habia ocultado partes para ahorrarle dolor, y tambien para ahorrarmelo yo. Sin embargo, el entendia que Clint habia dado su vida para que yo pudiera volver con mi esposo, al mundo al que pertenecia.
Y, aunque no lo hubiera reconocido en voz alta, yo estaba segura de que tambien comprendia que Clint me habia amado. Y yo a el.
Recientemente, habia empezado a sentir la necesidad de volver al claro. Era un peregrinaje necesario para