mi. Despues de dos meses, esperaba haberme recuperado lo suficiente como para enfrentarme a mis recuerdos y mis perdidas. Y, finalmente, poner fin a aquello.
Quiza entonces consiguiera perdonarme a mi misma.
– Hemos llegado al claro -dijo Victoria.
Dougal la siguio, y despues, ClanFintan y yo.
Detuve a Epi y llame a Victoria. Dougal y ella me miraron con curiosidad.
– Necesito ir primero -dije-. Epona me ha asegurado que estoy a salvo.
Cuando ClanFintan abrio la boca para protestar, yo lo interrumpi:
– ?Crees que haria algo para danar a nuestra hija?
– Estare a tu lado -dijo el, en un tono que no admitia replica.
Asenti.
– Victoria y Dougal, no os alejeis.
Los dos centauros asintieron y esperaron, en un silencio tenso, a que nosotros dos salieramos al claro. A medida que nos acercabamos a los robles, mis ojos recorrieron sus enormes troncos cubiertos de musgo.
Note un movimiento de color en los limites de mi vision. Por un momento, el miedo me atenazo la garganta, pero rapidamente me di cuenta de que no era una forma oscura y aceitosa lo que estaba viendo. Mire hacia el suelo del Bosque Sagrado y emiti una exclamacion de sorpresa.
– ?Que te ocurre, Rhea? -me pregunto ClanFintan.
– Oh -susurre-. No es nada malo. Es maravilloso. ?Mira!
Senale el suelo. Todo el claro estaba cubierto de flores silvestres azules. Estaban por todas partes, y a medida que avanzabamos, nos envolvia su perfume dulce y embriagador.
Era como si todo el claro estuviera salpicado de zafiros.
– No recuerdo que estuvieran aqui antes -dijo ClanFintan.
– No estaban. Son nuevas.
Senti una rafaga de emocion. El claro no lo habia olvidado. Aquel era el tributo del Bosque Sagrado a Clint.
Nos acercamos a los arboles. ClanFintan me bajo con cuidado del caballo. Yo abri la alforja y saque un odre de vino y miel. Despues me volvi hacia los robles.
Me trague el miedo. Alli no habia nada que pudiera hacerme dano.
Los robles eran mas bellos de lo que recordaba, altos, majestuosos y fuertes. Sabia cual era el que tenia que tocar. Las flores azules rozaron suavemente mis botas mientras me aproximaba. Cerca de la base del tronco me tropece con una raiz que sobresalia, y ClanFintan me sujeto por los brazos para que no me cayera.
Oh, Epona. Aquel era el lugar exacto donde se habia tropezado y caido Rhiannon.
– ?Estas bien, Rhea?
Respire profundamente y le aprete la mano para tranquilizarlo.
– Solo estaba recordando viejos fantasmas -dije suavemente.
Junto al tronco del roble, destape el odre de vino y comence a verterlo en las raices. Continue mientras rodeaba el tronco lentamente.
De repente, pense en los versos de un antiguo poema celta y comence a recitarlas ritmicamente con la voz temblorosa.
– Te recuerdo como el viento que recorre el bosque, como el murmullo de las hojas y los rayos del sol. Te recuerdo como el poder de los arboles y los capullos que florecen. Estas en mi pensamiento siempre que alabo todo lo que es noble y verdadero.
Cuando complete el circulo, pose la mano sobre el tronco. No tuve que mirar a mi marido para notar la tension que irradiaba.
«Bienvenida, Elegida», me dijo el roble, con su voz anciana y familiar.
– Hola -susurre. Despues, continue con un titubeo-: Vengo… vengo a…
«Vienes a recordar, Amada del Sumo Chaman».
Di un respingo al oir aquel titulo. ClanFintan se movio con inquietud a mi lado.
– Si, vengo a recordarlo.
«Siento que sufres».
Cerre los ojos, que subitamente se me habian llenado de lagrimas. Y yo que habia pensado que las heridas se habian curado.
Que tonta.
– Si.
«El Chaman Blanco desea que escuches un mensaje, Elegida».
A mi se me acelero el corazon. ?Clint iba a hablar conmigo?
«Preparate».
Me puse tensa de expectacion, y cuando recibi el mensaje de Clint, emiti un gemido de sorpresa. A traves de las palmas de mis manos fluyo paz. Ni palabras, ni sonidos, solo una oleada de paz. El cosquilleo que sentia en la piel me recordo a aquella noche dos meses antes, cuando la curacion habia fluido de mis manos, por parte de Epona, hacia su cuerpo.
Por fin, entendi que su sacrificio no habia alterado la curacion. La habia intensificado.
– Gracias -dije entre sollozos-. Oh, gracias, Clint.
Se me habian secado los ojos cuando me volvi del arbol.
– ?Estas bien, Shannon? -pregunto ClanFintan. Mi marido rara vez usaba mi nombre verdadero. Comprendi que solo lo hacia en momentos de intensa tension.
– Si, ClanFintan. Estoy realmente bien.
Me abrace a el, y vi que en su rostro se reflejaba una gran alegria. Los dos habiamos entendido que, desde que habia vuelto a Partholon, era la primera vez que podia decir aquello sin sentir dolor o culpabilidad.
– Vamos a casa, mi nina.
Al oir aquella expresion carinosa tan familiar, abri unos ojos como platos, pero el ya se estaba inclinando para besarme, y ahogo la pregunta que se me estaba formando en los labios.
«Hay algunas cosas que es mejor no preguntar, Amada», dijo la voz musical de Epona.
Y seguramente, tenia razon, como siempre.
Asi que, en vez de hacer preguntas, le devolvi el beso a mi marido. Despues, tomados del brazo, volvimos con Epi, Victoria y Dougal, envueltos en el perfume bendito de las flores color zafiro, y mi yegua emitio un relincho de bienvenida que se mezclo con el susurro de las hojas de los arboles, hasta que el claro se lleno de la magia de la vida nueva.
P. C. Cast
P.C. Cast nacio en 1960 en Watseka, Illinois, y crecio repartiendo su vida entre Illionies y Tulsa, Oklahoma, que es donde ella se enamoro de los caballos Cuarto de Milla y de la mitologia. Fue en Tulsa donde impartio clases de Ingles de secundaria y donde su hija, la tambien escritora Kristin Cast, es estudiante de su Universidad.
Su primer libro, Divine By Mistake, se publico originalmente en 2001, gano el Prisma, Holt Medallion, y Laurel Wreath, y fue finalista para National Readers’ Choice. Sus libros posteriores han ganado una gran variedad de premios.
En 2005, ella y su hija comenzaron a co-escribir la serie
Cast se ha casado y divorciado tres veces. En junio de 2010, escribio sobre sus matrimonios y su relacion