?Me han regalado un caballo! ?Lo sabia! ?Es la yegua mas bonita y mas increible del mundo! Solo tiene dos anos. El abuelo dice que asi tendremos tiempo de crecer juntas. Es una yegua de color gris tan claro que parece plateado. Creo que voy a llamarla Dove, porque es muy bonita y muy buena, como una paloma blanca. ?Y es mia!
Los abuelos son los mejores; casi no importa que sean viejos.
Esta noche, mientras estaba cepillando a Dove, el abuelo comenzo a hablarme de una diosa de los caballos llamada Epona. Tambien es la diosa de la fertilidad, de la naturaleza, y de muchas cosas mas. El me dijo que si estoy tan contenta con mi nueva yegua, tal vez deberia darle las gracias a Epona, porque seguramente ella esta atenta cuando una persona recibe su primer caballo. Me parecio una idea muy buena, asi que cuando terminamos, me acurruque junto al arbol del patio delantero y le di las gracias a Epona. Es un arbol muy grande, y he pensado que si ella es tambien la diosa de los arboles, seguramente este le gusta mucho. Despues tome una de las sillas del jardin, la acerque al arbol, me subi a ella de puntillas y puse mi piedrecita brillante favorita en una rama, todo lo alto que pude. Le dije a Epona que la piedra era para ella.
?Y sabes lo que ocurrio? ?Te juro que oi a alguien riendose en las ramas superiores del arbol! ?Era una mujer!
– Y al dia siguiente, la piedrecita brillante habia desaparecido… -susurro Morrigan.
Aquel era el momento en el que habia comenzado su relacion con Epona. A medida que se hacia mayor, los abuelos mencionaban con mas frecuencia a la diosa, y Morrigan pensaba mas y mas en ella.
Morrigan no recordaba exactamente el momento en el que la voz de la mujer del viento se habia convertido para ella en la voz de la diosa, solo sabia que poco despues de que la piedra desapareciera, habia empezado a pensar mucho en aquella voz, que sonaba como la musica, como el susurro de una diosa.
Hasta el dia en que finalmente admitio ante su abuelo que el viento le hablaba. Nunca olvidaria la expresion de su cara. Habia pasado de reirse por algo que habia hecho Dove a quedarse palido y serio en un segundo. Despues se habia sentado con ella y habian tenido una charla sobre el bien y el mal, y sobre como podrian afectar a su vida.
Morrigan dejo el diario que habia estado leyendo junto a los demas, y rebusco hasta que encontro el que queria. Rapidamente, lo abrio por la pagina que habia escrito despues de aquella charla.
13 de septiembre
Querido diario:
Supongo que es cierto lo que se dice sobre el numero trece: da mala suerte. Hoy le he contado al abuelo que oigo voces en el viento, y se ha asustado. Y las cosas que el me dijo tambien me han asustado a mi.
Morrigan cerro los ojos. No tenia necesidad de leer aquella version infantil de la conversacion. La recordaba muy bien, y en aquel momento ya no tenia la inocencia de una nina para suavizar el impacto de sus palabras. Sus abuelos y ella se habian sentado a la mesa de la cocina.
– Morrigan, quiero que me escuches con atencion -le dijo su abuelo.
– Creeis que estoy loca porque oigo al viento -dijo ella.
– ?No, carino! -respondio el-. No estas loca. Creemos que oyes voces en el viento. Es igual que cuando dibujabas piedras y arboles con corazones dentro, de muy pequenita. ?Te acuerdas de que nos hablaste de eso?
– Os dije que dibujaba corazones porque sabia que todos estaban vivos.
– Exacto -dijo el abuelo-. Lo de que el viento te hable es como el hecho de que sepas que los arboles y las piedras tienen espiritus.
– ?El viento es otro espiritu del mundo? -pregunto Morrigan.
– No es tan facil, carino -le dijo la abuela-. Las piedras y los arboles son buenos. Pero la voz que oyes…
– Voces -dijo Morrigan-. No es siempre la misma voz, pero yo siempre pienso que es el viento.
Los abuelos me miraron durante un largo rato antes de continuar.
– Tu sabes que hay bien y mal en el mundo, ?verdad?
– Si. Ahora estamos estudiando la Segunda Guerra Mundial en Historia. Hitler era malo.
– Exacto.
– Y muchos ninos creen en Satan. Tambien es malo.
– Si. Sin embargo, algunas veces identificar el mal no es tan facil como identificar a Hitler o a Satan, como tampoco es facil distinguir el bien, al principio.
Morrigan arrugo la nariz y pregunto:
– ?Como las coles de Bruselas, que saben fatal, pero son buenas para mi?
El abuelo se echo a reir.
– Exactamente igual que las coles de Bruselas.
– Entonces, ?quieres decir que las voces que escucho pueden ser malas?
– No todas, carino -dijo la abuela.
El abuelo respiro profundamente y dijo:
– Tu madre tambien oia voces. Susurros. Algunos eran buenos, porque oia incluso la voz de Epona. Sin embargo, tambien oia una voz malvada, y la escucho, y despues de un tiempo, esa voz comenzo a cambiarla. Hasta que tu no naciste no se dio cuenta de que habia cometido un error, ni de que habia permitido que el mal se apoderara de ella.
– Pero tu dijiste que mi madre era una buena persona -dijo Morrigan. Tenia ganas de llorar.
– Y lo era. Tenia muchas cosas buenas dentro. Pero durante un tiempo, esas cosas estuvieron controladas por el susurro del mal.
– ?Como las voces que oigo yo?
– Morrigan, creo que una de las voces que oyes es la de tu madre. Ella quiere vigilarte. Y creo que otra de las voces que oyes puede ser la de la misma Epona. La diosa tenia una relacion muy estrecha con tu madre. Sin embargo, pienso que tal vez los susurros perversos que cambiaron a tu madre esten intentando influirte a ti tambien.
– No te estamos contando esto para asustarte, carino -dijo la abuela.
– No, no. Yo hubiera preferido hablarte de esto cuando fueras un poco mayor, pero tu ya oyes las voces, asi que es importante que sepas que tienes que tener cuidado -dijo el abuelo.
– Pero ?como voy a saber si estoy escuchando la voz equivocada?
– Si hace que te sientas mal, no la escuches -dijo el abuelo con firmeza-. Si es algo egoista, o malo, o una mentira, no lo escuches.
– Mira siempre hacia la luz, carino. Los arboles, las piedras y los espiritus que crecen en la tierra no son malos -dijo la abuela.
– Y nosotros estamos aqui para ayudarte, carino -dijo el abuelo, y me dio unas palmaditas en la mano.
– Siempre, nena. Siempre estaremos aqui para ti.
Morrigan sonrio al recordar que la abuela la habia abrazado despues de aquella conversacion, y que el abuelo habia creido que la distraia pidiendole que cortara un bizcocho de chocolate en cuadrados. Sin embargo, ella no se habia distraido, o por lo menos, no durante mucho tiempo. Aquella noche fue paseando hasta el prado del este, hacia el enorme sauce bajo el que estaba la lapida. Habia una sola piedra para ambos, con una inscripcion:
Shannon y Clint
Hija amada, y el hombre que nacio para quererla
Morrigan no se habia dado cuenta entonces, de nina, de que aquella lapida era muy rara. La mayoria de las lapidas tenian grabados los nombres completos y las fechas de nacimiento y muerte del difunto. Al final, ella le habia preguntado al abuelo por aquella rareza, y el le habia dicho que en la lapida se decia todo lo que era importante.
Aquel dia, ella paso a traves de las ramas del sauce lloron que protegian la tumba, y aparto algunas hojas secas de la lapida. Despues, trazo el nombre de su madre con el dedo.
– Ojala estuvieras aqui -susurro-. O por lo menos, ojala pudieras decirme cual de las voces es la tuya…
Morrigan escucho con todas sus fuerzas, con la esperanza de oir a su madre diciendole que de verdad hablaba con ella a traves del viento. Sin embargo, no oyo otra cosa que el ruido de las hojas del sauce lloron.