– ?Tienes que empujar con esta contraccion, Myrna! -le ordeno Carolan.
ClanFintan, Grant y yo nos inclinamos hacia ella y le susurramos palabras de aliento, mientras Myrna apretaba los dientes y empujaba con todas sus fuerzas. Entonces, hubo un segundo de descanso, y despues Carolan volvio a pedirle que empujara. El ciclo se repitio incontables veces… yo mire hacia el cuerpo hinchado de Myrna y vi que Carolan tomaba un bisturi de una bandeja. Hubo un sonido horrible de rasgadura. Entonces, antes de que pudiera hablar, Myrna tuvo otra contraccion y grito, mientras su hija salia por fin de su cuerpo, en un rio de sangre.
Despues todo sucedio demasiado rapidamente.
– ?Esta viva? ?Esta viva? -repetia Myrna una y otra vez. Yo estaba intentando calmarla y ver lo que ocurria a los pies de la cama, y entonces, oi el llanto fuerte y claro de la recien nacida, seguido por una exclamacion de alegria de los ayudantes de Carolan.
Carolan le entrego el bebe a Alanna, que habia permanecido a su lado, palida y silenciosa. Alanna, arrullandola suavemente, llevo a la nina hacia Myrna y se la entrego. Myrna abrazo a su hija y todos miramos la carita enrojecida de la nina, que era perfecta.
– Hola, Etain -dijo Myrna-. Soy muy feliz, porque has llegado por fin.
Todos estabamos llorando, y Grant y Myrna estaban besando al bebe, mientras ClanFintan y yo le acariciabamos los piececitos. Yo sentia tan amor y tan felicidad que crei que todo podia salir bien.
Entonces, Myrna jadeo y gimio. Sus ojos se clavaron en los mios.
– Mama…
Por instinto, tome a Etain en brazos y le bese la cabecita. Despues se la entregue a Grant.
– Grant, sujetala cerca de Myrna, para que ella pueda verla y acariciarla.
No tuve que anadir que mi hija no tenia ya fuerzas para sostener a su bebe. Con mirar la cara cubierta de lagrimas de Grant, supe que el lo entendia. Tome de la mano a ClanFintan y los dos nos acurrucamos junto a Myrna. Su marido y su hija estaban al otro lado de la cama.
Myrna sufrio un espasmo por todo el cuerpo, y el olor fecundo y metalico de la sangre del parto, mezclada con la sangre fresca de la hemorragia, nos envolvio. Yo sabia que Carolan estaba intentando contener la sangre que fluia del cuerpo de mi hija y que se estaba derramando por el suelo, formando un charco rojo. ClanFintan comenzo a entonar un cantico suave, el de un Sumo Chaman que se prepara para allanar el camino de un alma recien liberada hacia los prados de Epona. Sabia que estaba llorando, pero no vacilo en su plegaria, y la magia antigua que lleno la habitacion fue tan intensa que yo notaba su roce contra la piel.
Sin embargo, no aparte la mirada del rostro de mi hija. Ella me observaba fijamente, buscando consuelo. Yo deje a un lado mi tristeza insondable y me concentre en Myrna. Mi hija me necesitaba una vez mas en su vida. Yo era la Elegida de Epona, la Suma Sacerdotisa de la diosa. Podia hacer aquello. Podia reconfortarla durante su transito al Otro Mundo.
– No debes tener miedo, munequita -le dije, son-riendola y acariciandole el pelo-. Epona te conoce y te quiere desde que naciste.
– Yo… te creo, mama -respondio Myrna con la voz entrecortada, y giro la cabeza ligeramente para poder ver a Etain-. Dile que lo siento, mama. Dile a Etain que la quiero, y que la voy a echar de menos.
Yo asenti y luche por no llorar.
«?Ayudame, Epona!». Al instante, senti la calma que me enviaba la diosa.
– Se lo dire, mi pequena -respondi, con la voz fuerte y segura-. Le contare historias sobre su madre a Etain, y le hablare sobre tu belleza, tu inteligencia y tu capacidad de amar.
Myrna me miro.
– Gracias, mama.
Sufrio otro espasmo y cerro los ojos. Yo le sujete la mano con fuerza mientras le pedia a la diosa que la reconfortara. Myrna abrio los ojos lentamente y volvio a mirarme.
– No… no duele, mama. Ya no tengo miedo.
Entonces, alzo la vista y miro por encima de mi hombro. Abrio mucho los ojos.
– ?Oh, mama! ?Es Epona! ?Es tan bella…! -De repente, su rostro se habia iluminado con una gran alegria-. Me esta hablando. Epona dice que me dio el don de la magia, y que ese don es Etain. Ella sera una gran princesa, amada y honrada por todo Partholon, y sus hijos seran grandes guerreros y grandes Sacerdotisas.
Myrna respiro con dificultad, y despues dijo:
– Te quiero, mama. Te esperare con Epona…
Sonriendo, Myrna exhalo un suspiro, y despues murio.
Yo la bese e incline la cabeza.
– Ve con la diosa, preciosa mia. Volveremos a estar juntas algun dia, en las praderas luminosas de Epona, donde no existe la muerte, ni el dolor, ni la pena. Hasta entonces, te echare de menos a cada momento del dia, y te tendre en mi corazon.
– Mi senora.
Yo mire a Grant, que tenia las mejillas llenas de lagrimas, y que me tendia a su hija.
– Se parece a Myrna -dijo con la voz quebrada.
Tome al bebe, que verdaderamente, era una version en miniatura de su difunta madre, y la abrace contra mi corazon, llorando.
Capitulo 2
Morrigan tenia un tremendo dolor de cabeza. Nunca habia tenido una migrana asi. Bien, como si no tuviera ya suficientes problemas en su vida. Voces en el viento, la extrana habilidad de conseguir que le surgieran llamas de las manos, y la capacidad, todavia mas rara, de oir a los cristales y hacer que brillaran, y el hecho de que su madre muerta no fuera su madre muerta. En realidad, eso le recordo algo: Kyle tambien estaba muerto y…
Morrigan recupero todos los recuerdos de golpe, a traves del velo espeso de dolor y desorientacion de su mente.
?El derrumbe de las cuevas! ?Kyle! ?Sus abuelos! ?Habia atravesado la gran piedra de selenita!
Abrio los ojos y jadeo de dolor. Tenia la vista borrosa, y le escocian los ojos. En realidad, le dolia todo el cuerpo.
– Descansad, Portadora de la Luz. Todo va bien.
Aquella voz era bondadosa, familiar. Morrigan cerro los ojos y sintio algo fresco contra ellos, algo que le alivio el escozor. Despues le pusieron una copa contra los labios, y automaticamente, ella bebio algo que tenia un sabor a medicina dulce, mezclada con vino tino.
– Ahora, dormid. Estais en casa -dijo aquella voz.
«Estoy en casa… dormir…».
La voz seductora de su mente repitio aquel susurro seductor.
Morrigan supo que no tenia eleccion, mientras aquel brebaje dulce la llevaba de vuelta a la inconsciencia.
Cuando volvio a despertar, Morrigan se paso los labios y se dio cuenta de que tenia la boca desagradablemente seca.
– Bebed, mi senora. Esto calmara vuestra garganta.
?«Mi senora»? ?Por que la llamaban asi?
«Porque es tu derecho».
Las palabras no las decia el viento, no le llegaban a traves del cristal. En aquella ocasion, resonaban con suavidad en su mente, lo que sirvio para aumentar la confusion de Morrigan.
– Bebed, mi senora, bebed.
Unas manos suaves la ayudaron a incorporarse, y le pusieron una copa de agua en los labios. Morrigan bebio con ganas. Despues abrio los ojos. La luz era tenue, y ella tenia la vision borrosa. Pestaneo. Su cabeza estaba tan borrosa como su vision. ?Que ocurria? Parpadeo de nuevo, varias veces, y sus ojos se aclararon poco a poco. Lo primero que vio fue a una mujer que estaba sentada en un taburete cubierto de piel, sonriendo amablemente.