Morrigan abrio mucho los ojos, con sorpresa.
– ?Abuela!
La sonrisa de la mujer vacilo solo durante un instante.
– Bienvenida, Portadora de la Luz -dijo con la voz dulce y suave de su abuela, pero sin el acento de Oklahoma-. Soy Birkita, Sacerdotisa de Adsagsona -anadio. Despues se levanto del taburete, se arrodillo e hizo una respetuosa reverencia-. Os doy la bienvenida a casa, en el nombre de la diosa. Ella nos ha concedido la presencia de una Portadora de la Luz.
Morrigan abrio la boca. Y la cerro. Finalmente, dijo:
– No eres mi abuela.
La mujer, de pelo oscuro, inclino la cara. Tenia una sonrisa bondadosa, pero tambien fruncia el ceno con confusion.
– No, mi senora. Tengo edad para ser abuela, pero he preferido practicar la castidad y estar al servicio de la diosa desde que era una mujer joven, asi que no tengo hijos ni nietos.
Morrigan se paso la mano por la cara.
– Lo siento. Yo…
Se quedo en silencio. Trato de organizar los cientos de preguntas que tenia en la cabeza. No podia dejar de mirar a aquella mujer. Era exactamente igual que su abuela, salvo que la abuela siempre llevaba el pelo corto, y la mujer que tenia enfrente lo llevaba muy largo y recogido en una trenza. Ademas, era mas fragil que su abuela, y no tenia un aspecto tan joven. Llevaba una tunica de cuero muy bonita, bordada con un diseno de nudos que formaban un laberinto.
Con sobresalto, Morrigan se dio cuenta de que aquella mujer seguia arrodillada, y de que ella la estaba mirando como una tonta.
– ?Oh! ?Levantate! -dijo rapidamente, y despues anadio-: Por favor.
Birkita se levanto y volvio a sentarse en el taburete, junto a la cama de Morrigan.
– ?Donde estoy?
– Estais en las Cuevas del Reino de los Sidethas.
– Eso no esta en Oklahoma, ?verdad?
Birkita fruncio el ceno de nuevo.
– ?Oklahoma? Lo siento, mi senora, no conozco ese territorio. ?Esta en los reinos del sur de Partholon? Yo nunca me he alejado mucho de nuestras cuevas, y no conozco Partholon.
– ?Partholon! ?Has dicho Partholon?
– Si, Portadora de la Luz -respondio Birkita con una sonrisa.
– ?Estoy muerta?
La risa melodiosa de Birkita era como la de su abuela, e hizo que la mujer rejuveneciera diez anos.
– No, mi senora. Estais viva, aunque yo me preocupe por vuestra vida cuando emergisteis por primera vez del Cristal Sagrado…
– No lo entiendo…
Sin embargo, de repente, Morrigan se acordo de que habia visto aquella cueva a traves de la piedra de selenita, y de que Rhiannon, su madre, la habia guiado y habia evitado que se ahogara en el liquido arenoso de su interior.
– El Cristal Sagrado. Esta en Usgaran.
– La enorme piedra de cristales de selenita -murmuro Morrigan-. Yo… escape tras ella.
– ?De que escapasteis, mi senora?
– Hubo un derrumbe. Yo… habria muerto si no hubiera atravesado la piedra.
Kyle habia muerto. Al recordarlo, a Morrigan le temblaron las manos. Birkita se inclino hacia delante, le dio unas palmaditas y le hizo sonidos reconfortantes para consolarla.
– Pero no sucedio, mi senora. Adsagsona os salvo y os guio a casa, con vuestra gente -dijo Birkita, y le acaricio la mejilla con delicadeza, casi con reverencia-. La diosa vino a visitarme en suenos anoche. Adsagsona hablo conmigo y me dijo que habia elegido a una Portadora de la Luz, y que la conoceriamos porque naceria del Cristal Sagrado. Yo misma presencie vuestro nacimiento, Hija de la Diosa, Portadora de la Luz, Elegida de Adsagsona.
Morrigan tenia un zumbido ensordecedor en los oidos.
– Tengo que ver esa piedra -dijo, y subitamente, bajo los pies al suelo y se incorporo.
Birkita se apresuro a ayudarla, y Morrigan se alegro de que fuera fuerte, porque tenia la vision borrosa y las rodillas debiles.
– Cuidado, mi senora. Todavia estais muy debil.
– Estoy bien, estoy bien -dijo Morrigan-. Necesito ver la piedra.
– Por supuesto, mi senora -respondio Birkita.
Despues, ayudo a Morrigan a levantarse y la sostuvo durante sus primeros y torpes pasos; la condujo por un tunel que estaba iluminado con una luz blanca, azulada, suave, y que pronto desemboco en una sala que le resulto muy familiar. Era la imagen de la Sala del Campamento, de las Cuevas de Alabastro de Oklahoma. Tenia el mismo techo bajo y el mismo suelo plano, y por uno de los extremos discurria un riachuelo. Sin embargo, en aquel mundo, el suelo estaba cubierto de pieles lujosas y lleno de mujeres que hablaban y se reian. Hasta que vieron a Morrigan y a Birkita.
Morrigan apenas se fijo en las mujeres, ni en los cambios de aquella sala. Todo su ser estaba concentrado en la bella piedra de cristal que descansaba en el centro de la sala, como un enorme huevo magico. Ella se alejo de Birkita y camino hacia la piedra, que era exactamente igual que la de Oklahoma, pero sin la luz rosa y chillona. Con un grito de felicidad que sono muy parecido a un sollozo, Morrigan poso las palmas de las manos en la piedra. La respuesta fue inmediata, y tan fuerte que tuvo la sensacion de que habia agarrado un cable de electricidad, pero en vez de darle una descarga de dolor, la corriente de poder la estaba llenando, la estaba completando.
«?Portadora de la Luz!».
– ?Si! Soy yo. Te necesito… -balbuceo Morrigan, que no entendia nada mas, aparte de aquella necesidad. Afortunadamente, el Cristal la entendio.
«Te oimos, Portadora de la Luz».
La corriente de poder electrico cambio, se calento, aumento, hasta que, poco a poco, la tirantez que Morrigan tenia en el pecho fue relajandose, y la confusion ensordecedora y el entumecimiento de su cabeza se aclararon. Recupero la logica, y supo que Birkita era la imagen de su abuela, al igual que Shannon y Rhiannon eran el reflejo la una de la otra.
Morrigan estaba en Partholon.
Eso la entusiasmaba, la llenaba de alegria, pero tambien de una profunda tristeza. Morrigan no sabia como habia conseguido llegar alli, asi que tenia pocas posibilidades de saber como volver. Eso significaba que nunca iba a volver a ver a sus abuelos, ni a sus amigos, y que no iba a vivir el futuro que habia imaginado. Los abuelos estarian devastados. Morrigan cerro los ojos por el dolor que le causaba saber lo tristes que estarian sin ella.
Tal vez supieran que estaba viva en Partholon. Seguramente, lo imaginarian cuando les dijeran que solo se habia encontrado el cuerpo de Kyle en la cueva. Morrigan noto que se le estaban cayendo las lagrimas. Tal vez sintieran un poco de alivio por el hecho de que ella hubiera dejado un mundo al que nunca habia pertenecido de verdad, y hubiera encontrado el camino hacia la tierra de su madre y su destino.
«Hija de la Diosa… Portadora de la Luz… Elegida». Aquellos titulos que le habia dado Birkita resonaron por su cabeza, y Morrigan comenzo a asimilarlos.
Estaba en Partholon, el mundo de su madre. Ya no era un bicho raro que estaba siempre fuera de lugar. Era la Elegida de la Diosa.
Morrigan estaba en casa.
«?Si, Portadora de la Luz! ?Estas en casa!».
Los espiritus de los cristales cantaron a traves de su pie, calentando su cuerpo y su alma.
– Estoy en casa -susurro Morrigan. Entonces, abrio los ojos y miro el cristal que brillaba bajo sus manos-. Estoy en casa -dijo en voz mas alta. Despues tomo aire y anadio con una sonrisa-: Estoy en casa, ?asi que iluminad toda la cueva para mi!
«?Te oimos y te obedeceremos con alegria, Portadora de la Luz!».