Inmediatamente, el Cristal Sagrado se apago, y Morrigan quedo sumida en una oscuridad completa. Ni siquiera su piel brillaba. Pestaneo varias veces, para acostumbrar la vista a la falta de luz, y alzo los brazos una vez mas. Repitio la invocacion, y despues, comenzo a sincerarse.

– Adsagsona, ahora estamos solas y no tengo que fingir que se lo que estoy haciendo. Espero que… Espero que no te importe que te hable como una persona normal, aunque no quiero faltarte el respeto, porque se que tu no eres cualquier mujer normal.

Morrigan se quedo callada y se mordio el labio. No sabia si lo que estaba diciendo sonaba estupido.

«Puedes continuar, Portadora de la Luz».

Morrigan contuvo un gritito de sorpresa. La voz de la diosa no era poderosa como antes, y le llego desde la oscuridad, como si fuera algo casi tangible.

– Quiero pedirte tu bendicion para los Sidethas en las siguientes fases lunares.

«?Para todos los Sidethas?».

– En realidad, es algo que queria precisar. No me gusta como se trata a Birkita. Algunas cosas… o mejor dicho, hay algunas personas por aqui que me dan mala impresion. Asi que supongo que me gustaria pedirte tu bendicion para aquellos que no me dan mala impresion.

Morrigan se mordio el labio de nuevo, sin saber que mas decir.

«?Y no deberia la Elegida rezar por toda su gente?».

Morrigan fruncio el ceno.

– Seguramente si, pero no llevo mucho tiempo siendo Suma Sacerdotisa, y como sabes, no soy de este mundo. Asi que tal vez lo este haciendo mal.

La risa de Adsagsona provoco chispitas de luz en la oscuridad.

«Confia en tu instinto, nina. No te defraudara».

– Gracias, Diosa. Intentare hacerlo.

«Debes saber que tienes mi bendicion, Morrigan MacCallan, Portadora de la Luz. A traves de ti, la gente sera bendecida, y tu luz iluminara la oscuridad…».

Morrigan sintio una rafaga de viento en la oscuridad. Envolvio su cuerpo, levanto su cabello y le acaricio suavemente la piel, como el abrazo de una madre. Ella se echo a temblar al sentir toda aquella belleza, y susurro entre lagrimas:

– ?Ave, Adsagsona!

Mientras la presencia de la diosa abandonaba la sala, se encendieron las llamas de todos los pedestales, con el sonido que hacian las olas al romper contra las rocas de la costa. Morrigan alzo la cabeza, se enjugo las lagrimas y se abrazo a si misma, llena de felicidad.

?Le pertenecia a una diosa!

Capitulo 8

Morrigan estuvo a punto de no ponerse la capa para cubrirse el pecho antes de salir de Usgaran. Afortunadamente, se dio cuenta de que estaba medio desnuda, y como sabia que no era buena idea pasearse asi por las cuevas ahora que habia terminado el ritual, se coloco la capa blanca en los hombros y se la abrocho al cuello.

Esperaba que Birkita aprobara lo que habia hecho. Ella la estaria esperando en la Gran Camara, con Deidre y Raelin. Estaba impaciente por ver a las mujeres, y ademas, estaba hambrienta, asi que salio apresuradamente de Usgaran, seguida de Brina.

Afortunadamente, recordaba perfectamente el camino hacia la Gran Camara. Y de no haber sido asi, solo tendria que haber seguido a su nariz, puesto que el olor a pan recien hecho era mas efectivo que cualquier senal de trafico. Cuando Brina y ella entraron en la sala, Morrigan se quedo asombrada al ver tanta gente alli reunida. Todos estaban enfrascados en conversaciones alegres, y ella se dio cuenta enseguida de que habia mas carcajadas y mas charla que la noche anterior. Gladys, la escultora a la que habia mencionado Morrigan durante las bendiciones, la vio.

– ?Ha llegado la Portadora de la Luz!

Con exclamaciones de felicidad, todas las mujeres se pusieron en pie y le hicieron reverencias, mientras los hombres se inclinaban respetuosamente ante ella. Toda aquella atencion hizo que Morrigan sintiera un aleteo de nerviosismo en el estomago. Se detuvo en seco.

Entonces, Birkita aparecio frente a ella y le hizo una reverencia, y Morrigan se inclino rapidamente y la tomo de las manos.

– Por favor, no lo hagas.

Birkita sonrio entre lagrimas de felicidad.

– Lo adecuado es mostrarle respeto a la Suma Sacerdotisa.

– Tu no. Los demas pueden hacerlo, pero tu no -dijo Morrigan. La abrazo y le susurro-: ?Como lo he hecho?

– Has estado maravillosa. Perfecta -dijo Birkita.

– Entonces, ?lo de descubrirme el pecho estuvo bien?

Birkita se echo un poco hacia atras y le acaricio la mejilla.

– Fue apropiado, y agrado a la diosa. Pero quiero que tengas cuidado. El desprecio arrogante a la autoridad puede acarrearle problemas incluso a una Suma Sacerdotisa.

Morrigan tomo del brazo a Birkita.

– Mi jefa es la diosa, y yo no estoy despreciando su autoridad.

Parecia que Birkita queria decir algo mas, pero ambas se vieron rodeadas por una marea de mujeres que hablaban alegremente, y que condujeron a Morrigan hasta la mesa principal, que estaba llena de comida y de jarras de vino. Morrigan se dio cuenta de que Shayla y Perth estaban ausentes, pero no tuvo mucho tiempo para preguntarse el motivo. Comio y charlo con las mujeres, que querian alabar el brillo magico de su piel, y decirle lo bellos que eran los cristales iluminados. Todo el mundo estaba emocionado y feliz. A Morrigan le parecio que la Gran Camara se habia llenado con el amor de la diosa, y que todos estaban disfrutando de el. Sin embargo, de repente oyo la voz sobria de Shayla, y para ella fue como un jarro de agua fria.

– Si no esta demasiado ocupada, Suma Sacerdotisa, seria agradable que nos acompanara a recibir a nuestros invitados.

Morrigan miro hacia arriba y vio a Shayla y a Perth, frente a ella. Trago la comida que tenia en la boca y respondio de buen humor:

– Claro. Ire, no hay problema. Es decir, iremos -anadio, refiriendose a Birkita.

– La costumbre es que la Suma Sacerdotisa salude a los recien llegados distinguidos, no que lo haga una Sacerdotisa retirada -dijo Shayla sin mirar a Birkita.

Morrigan miro Shayla a los ojos.

– Ella me esta ensenando a hacer mi trabajo, y viene conmigo -respondio. Tomo a Birkita de la mano y dijo con firmeza-: Estoy lista. No quisiera hacer esperar a vuestros invitados.

Sin decir una palabra mas, Shayla le dio la espalda a Morrigan y salio de la Gran Camara seguida de Perth.

– Esto sera interesante -dijo Morrigan, mientras Birkita y ella seguian a la pareja real.

– No la provoques tanto, hija. Shayla es una enemiga peligrosa -susurro Birkita.

– No te preocupes, Birkita. Yo tambien soy peligrosa. Ademas, Adsagsona me ha dicho que haga caso de mi instinto, y el instinto me dice que te necesito a mi lado.

– ?Y no podrias encontrar un modo mas prudente de hacer caso a tu instinto?

Morrigan le paso el brazo a Birkita por los hombros y la cino contra si.

– Tengo dieciocho anos. Nada de lo que hago es prudente.

Birkita suspiro.

– Eso es lo que me preocupa.

Morrigan no respondio. Se habia unido a ellas demasiada gente como para que pudieran mantener una conversacion privada. Ademas, sentia curiosidad. Estaban siguiendo un camino que ascendia ligeramente, y que

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