«Citrino». El nombre le vino cuando lo acaricio con las yemas de los dedos, y Morrigan sonrio de placer.
– Gracias -les dijo a las piedras resplandecientes.
En la siguiente sala habia varios hombres rompiendo cuidadosamente pedazos de piedra de aspecto peligroso, de un color negro tan oscuro que, al entrar en la sala, daba la impresion de entrar en una boca sin fondo, llena de dientes letales. «Onice»… le dijeron los espiritus de la piedra, y Morrigan se arrepintio de haber pensado algo siniestro de aquella bellisima piedra oscura. Paso las manos por aquellas gemas irregulares mientras estudiaba los matices de color, que aparecian al mirar con mas atencion. Sin embargo, los hombres de aquella sala no eran amables como Arland, asi que Morrigan decidio salir.
A los pocos instantes se encontro con Brina, que estaba en una pequena rampa de bajada. Era como si estuviera esperando a Morrigan. Ella le acaricio el lomo y las orejas, y la gran gata se arqueo de placer y se puso a ronronear.
Con Brina a su lado, Morrigan siguio el rastro que le marcaban los cristales con su luz, hasta una camara que estaba llena de cuarzo del color del humo, y despues a otra en la que descubrio esmeraldas.
Finalmente, los cristales la condujeron a una sala en la que, nada mas entrar, Morrigan percibio algo diferente. Era un espacio enorme, y sus paredes no estaban llenas de cristales ni de gemas. Alli, los muros eran de un magnifico color mantequilla, con remolinos de color crema. Por el suelo habia grandes pedazos de piedra amarilla, algunos de ellos, mas altos que la propia Morrigan. Estaba a punto de posar la mano en uno de ellos cuando oyo un sonido que le llamo la atencion.
Habia un hombre, de rodillas, frente a una alta columna de piedra. Tenia las dos manos apoyadas contra el lateral de la columna, y la cabeza inclinada, como si estuviera rezando. Para no interrumpirlo, Morrigan se habria retirado silenciosamente de alli, pero Brina, que no habia mostrado ningun interes por los otros trabajadores a quienes se habian encontrado, se dirigio directamente hacia el hombre y comenzo a frotarse contra su espalda con languidez. Morrigan oyo que el emitia un sonido ahogado, algo entre carcajada y sollozo.
– Brina, preciosa, ?como sabias que necesitaba compania justo ahora?
Morrigan se quedo paralizada de repente cuando el, con un grunido de cansancio, se dio la vuelta para sentarse con la espalda apoyada en la columna de piedra. Estiro el brazo para acariciarle las orejas a Brina, tal y como le gustaba al lince, y fue entonces cuando vio a Morrigan.
Capitulo 15
– Perdon, no queria molestar -dijo Morrigan, mientras reconocia enseguida a Kai, el Maestro de la Piedra.
Kai le sonrio, como si el hecho de que ella lo hubiera sorprendido de rodillas ante una piedra haciendo algo incomprensible no le avergonzara lo mas minimo.
– No, no molestais, lady Morrigan. Como le he dicho a
La curiosidad, y la actitud abierta de Kai, mitigaron la inseguridad de Morrigan, y ella atraveso la enorme camara para acercarse a el.
– Llamame Morrigan, por favor -decidio que tenia que acabar cuanto antes con los formalismos-. ?Que es esa piedra?
Kai alzo la mano por encima de la cabeza, para acariciar la piedra con un gesto casi intimo.
– Es el mejor marmol de todo Partholon. Y este -dijo, dandole suaves golpecitos a aquella columna-, es el pedazo que Kegan va a transformar en la estatua de Myrna para su monumento.
Morrigan observo la piedra.
– ?Como sabes que esta es la pieza exacta?
– Puedo contestar preguntandote como has encontrado tu esta camara.
– Me han guiado los cristales. Les pedi que me ensenaran la cueva. Y aqui estoy.
Kai sonrio.
– Ahi tienes la respuesta a tu pregunta.
– ?Quieres decir que el marmol te ha guiado a ti tambien?
– Si. El marmol me habla, como los espiritus de los cristales te hablan a ti. La diferencia es que, en vez de avivar la luz que hay en los cristales, yo conozco las formas que se esconden en el marmol, las figuras innatas que hay en el, o los deberes que desea desempenar.
– ?De veras? Cuentame mas -le pidio Morrigan, mientras rodeaba la columna, mirando hacia arriba.
Kai permanecio sentado, rascandole las orejas a
– Tu ya sabes que los cristales tienen alma. Todo lo que hay en la tierra tiene vida. Y todo tiene un proposito. El espiritu de una cosa conoce su proposito, al contrario que los hombres, que a menudo buscan y buscan, y nunca permanecen quietos el tiempo suficiente como para escucharse a si mismos y conocer su proposito.
– Asi que las piedras te cuentan cual es su proposito.
– Si.
– ?Puedes oir el espiritu de todas las piedras?
– Puedo conectarme a todas las piedras, pero los espiritus del marmol son los mas claros. ?Y tu? ?Oyes a otros espiritus, o solo a los cristales sagrados?
Morrigan habia completado el circulo y se habia quedado frente a Kai.
– No lo se. No lo habia pensado hasta ahora. Las voces de los cristales son tan fuertes que no se si puedo oir alguna otra cosa.
El sonrio.
– Los espiritus de las cosas que no se mueven por si mismas, como las piedras, los arboles o la misma tierra, pueden ser muy intensos.
– Si, si. Para mi han sido tan intensos que no se me habia ocurrido intentar oir a ningun otro espiritu.
– Creo que deberias intentarlo -dijo Kai. Le rasco por ultima vez las orejas a Brina y se puso en pie-. Los unicos cristales sagrados que hay en esta camara son los que estan a la entrada, asi que no podran gritar tanto como para ahogar la voz del marmol.
– De acuerdo. Voy a intentarlo -dijo Morrigan.
Comenzo a elevar la mano para posarla sobre el pilar de Kai, pero el Maestro de la Piedra la sorprendio, bloqueandole el camino hasta la piedra.
– Esta no.
– ?Por que no? -pregunto Morrigan, mas curiosa que molesta.
– Los espiritus de esta piedra estan lamentandose. Saben que su destino es ser esculpidos en la forma de la hija perdida de la Elegida de Epona.
– ?Estan tristes porque van a formar parte de la tumba de Myrna?
– No, no es eso en absoluto. El marmol esta satisfecho con su destino. Cuando adopte su forma final, servira de consuelo para aquellos que visiten el monumento de lady Myrna. Estan llorando por el dolor de lady Rhea. Ella no es solo la Elegida de Epona. Nacio bajo un signo de tierra, asi que tiene una fuerte afinidad con la tierra, los arboles y las piedras. Todo Partholon siente su dolor hasta cierto punto. Y sobre todo, la piedra que fue creada para convertirse en la efigie de su hija.
Morrigan noto que se le secaba la boca.
– ?El cumpleanos de Rhiannon… Rhea -recordo que en Partholon todo el mundo conocia a Shannon con ese sobrenombre- es el treinta de abril?
No parecio que a Kai le sorprendiera su pregunta.
– Si.
– Ese dia tambien es mi cumpleanos.
– Tambien el de Myrna -dijo Kai, y despues anadio con la voz llena de compasion-: Lo sabes, ?verdad?
– Se que soy igual que ella -murmuro Morrigan.
– Si, eso es cierto. ?Y sabes por que ha ocurrido algo asi?
– No, no se el porque de nada de esto. Kegan me dijo que estas muy unido a Rhea y a su familia.
– Si.