su forma de hacer las cosas. Y que es normal que yo haga cosas distintas y este llena de pasiones y aventura.
– Te lo ha dicho Kegan.
– Si, Kegan. Es Sumo Chaman ademas de Maestro Escultor. Creo que, por lo tanto, sabe algo de espiritus y cosas asi.
– Cierto, Kegan es Sumo Chaman. Pero tambien es el reflejo de alguien a quien tu estuviste unida en Oklahoma. Tal vez por eso, te sientes inclinada a tomar sus palabras como si las hubiera pronunciado la diosa. El es muy joven, Morrigan. Y debes entender que por ser Sumo Chaman o Suma Sacerdotisa, una persona no lo sabe todo.
– De acuerdo, si, eso lo entiendo. Pero tambien es cierto que, por el hecho de que alguien sea joven, no tiene por que estar siempre equivocado.
– Claro que no. No estoy diciendo que ninguno de vosotros dos este equivocado. Lo unico que digo es que tengais cuidado. Progresa lentamente mientras estes explorando tus nuevos poderes. Recuerda que eres vulnerable a Kegan, por tu historia con su reflejo de Oklahoma. Y, sobre todo, escucha la voz de Adsagsona.
– Eso hago -dijo Morrigan.
– Hija, algunas veces la voz de la diosa puede resultar ahogada por la tuya. Una Suma Sacerdotisa es especial para su diosa, y tambien es el canal de comunicacion de la diosa con su pueblo, y deberia usar las bendiciones que ha recibido de ella para ayudar a los demas, y no para satisfacer sus propios deseos egoistas.
Morrigan se irguio con tension.
– ?Que quieres decir?
– Morrigan, el ritual estaba dedicado al espiritu de lady Myrna, y a intentar aliviar la pena de aquellos a quienes ha dejado atras. En vez de eso, se convirtio en una exhibicion de tu poder, alimentado por tus heridas personales. Entiendo como…
– ?No! Tu no lo entiendes. Tuviste padre y madre. Nadie te mintio y te dijo que eras otra persona. ?Ella ocupo mi lugar!
Morrigan se detuvo para tomar aire, y entonces, oyo las palabras «reclama tu destino», que resonaban en su mente.
– Esta bien, Birkita, esto es lo que tengo que decirte. No quiero herir tus sentimientos. Me importas, y creo que eres una buena persona. Pero yo voy a ser una Suma Sacerdotisa diferente. Me parece que tu actitud bondadosa y amable no funcionaba muy bien. Shayla os estaba pisoteando a las demas Sacerdotisas y a ti. A mi no va a hacerme lo mismo. Asi que quiza Adsagsona me haya traido aqui porque sus Sacerdotisas necesitan lo que tu dices que son mis deseos egoistas.
Birkita no vacilo ante la mirada de enfado de Morrigan. Simplemente, inclino la cabeza y dijo con suavidad:
– Como desees. Ahora, tu eres la Suma Sacerdotisa y la Portadora de la Luz. Por derecho, eres tu quien esta mas cerca de la voluntad de la diosa.
Morrigan exhalo un suspiro de frustracion.
– Muy bien. Por lo menos, eso esta claro. Creo que ahora voy a explorar un poco la cueva. Ah, y no te preocupes. No tienes que acompanarme. Encontrare el camino yo sola.
– Si, mi senora -dijo Birkita, y le hizo una reverencia.
Cuando Birkita comenzaba a darse la vuelta, Morrigan le toco el hombro.
– No te enfades conmigo, ?de acuerdo?
Birkita poso la mano sobre la de Morrigan, y respondio:
– Yo no puedo enfadarme contigo, hija.
Le apreto la mano, y despues volvio al corazon de Usgaran con las demas Sacerdotisas y artesanos que estaban alli reunidos, llevando a cabo sus tareas.
Morrigan suspiro y poso las manos en la pared de la cueva.
– Quiero salir de aqui -les susurro a los espiritus de los cristales-. Llevadme a algun sitio maravilloso que no este bajo la nariz de Birkita.
«?Te oimos y te obedecemos, Portadora de la Luz!», respondieron los espiritus. Al instante, se encendieron una serie de pequenos cristales por la pared, a la altura de la cintura de Morrigan, y ella comenzo a seguir su senal serpenteante hacia un tunel. Era el reflejo del camino principal que habia seguido en la cueva de Oklahoma. Avanzo cerca de la pared, para poder rozar los cristales con los dedos continuamente. La llevaron hacia un tunel mas pequeno que giraba a la derecha. Era un tunel que no existia en Oklahoma, y Morrigan observo que en el suelo habia unas vias estrechas. Pronto supo el motivo, porque aparecio un vagon lleno de pedazos de piedra suave, blanca, con aspecto de marmol, tirado por dos hombres fornidos. La saludaron brevemente, y ella les contesto con un rapido «hola». Mmm. Asi debia de ser como los Sidethas extraian las piedras de lo mas profundo de la cueva hasta la superficie.
El tunel hacia una curva en forma de «S», y el suelo de alabastro descendia bruscamente. Cuanto mas se adentraba en el vientre de las cuevas, menos gente encontraba por el camino, y mas relajada se sentia. A los pocos minutos de descenso, los cristales la guiaron a traves de una entrada en forma de arco. Al franquearla, a Morrigan se le escapo un jadeo. Se encontraba inmersa en una belleza increible. La sala era grande y redonda, y las paredes y el techo estaban completamente cubiertos de racimos de cristales morados. Alli habia un enorme brasero de iluminacion, situado en un tripode en medio de la sala, y sus llamas blancas arrancaban brillos de los cristales.
– Amatista… -susurro Morrigan.
– Buenos dias, mi senora. ?Puedo hacer algo por vos?
Aquella voz hizo que Morrigan diera un respingo. No se habia dado cuenta de que habia alguien trabajando al fondo de la sala. Era un hombre que tenia un cincel delicado en una mano, y en la otra, un pequeno martillo, y que obviamente, estaba desprendiendo cristales de la pared.
– Oh, perdon. No queria interrumpir. Solo estaba explorando.
El sonrio con amabilidad.
– No os habreis perdido, ?verdad, mi senora?
– No, yo… no creo que pueda perderme. Soy Morrigan, la Portadora de la Luz, y… bueno… -senalo el rastro de cristales iluminados y anadio-: Ellos me muestran el camino.
– Si, mi senora. Se quien sois.
– Bueno, y esto… ?es amatista? -pregunto Morrigan, para llenar el silencio.
– Si. Estoy eligiendo seis piezas para el Castillo de Laragon. Es una peticion del propio jefe de la fortaleza. Este ano, la cosecha de lavanda ha sido especialmente abundante, y quiere recompensar a los seis agricultores principales.
– Son bellisimos -dijo ella, con una sonrisa-. Bueno, me voy para que continues con tu trabajo. Disculpa, pero no se tu nombre.
– Arland, mi senora -respondio el, y le hizo una reverencia.
– Bueno, Arland, me alegro de conocerte.
– Y yo a vos, Portadora de la Luz.
Ella ya estaba agachando la cabeza para salir por la puerta arqueada y baja de la sala de las amatistas, cuando oyo que Arland la llamaba.
– ?Mi senora?
Morrigan lo miro.
– Algunos pensamos que la diosa nos ha bendecido de verdad con vuestra presencia.
A Morrigan le dio un salto de alegria el corazon.
– Gracias, Arland -dijo. Despues anadio impulsivamente-: Y que Adsagsona te bendiga por tu bondad.
El todavia tenia la cabeza inclinada cuando ella salio al tunel. Se sentia mucho mejor que cuando habia comenzado la exploracion, y continuo casi a saltos por el camino que le marcaban los cristales. Estaba un poco mejor preparada para la belleza que encontro en la siguiente sala, pero de todos modos se quedo embobada mirando los cristales de color topacio que se volvian blancos en la base, y que estaban incrustados por todas las paredes y el techo. Le resultaban familiares, pero Morrigan no conseguia nombrarlos, asi que poso una mano en la piedra.