Morrigan salio de la boca de la cueva como una estrella fugaz. Solto el brazo del centauro y camino hacia delante, se puso las manos en las caderas y miro al horizonte. Parpadeo con fuerza, medio cegada por el sol fuerte del mediodia, para adaptarse a la luz. Tomo bocanadas de aire calido de la manana para intentar calmar sus emociones tumultuosas, y respirar a traves de los vestigios de poder y excitacion que todavia electrificaban su cuerpo. El ritual habia comenzado como respuesta al dolor y a la tristeza que sentia, pero se habian transformado rapidamente en ira. Entonces fue cuando se sintio completamente llena de poder. ?Poder! La luz habia atravesado su cuerpo de un modo mas emocionante y fuerte que aquella vez en la cueva de Oklahoma, antes del derrumbe. Morrigan se estremecio al recordar el deseo que habia sentido por Kyle, tambien.
– Vuestro ritual me ha conmovido.
A Morrigan se le habia olvidado que el centauro seguia alli, y se sobresalto un poco al oirlo. Estaba a su espalda, pero ella no se volvio a mirarlo.
– ?De veras? A mi tambien.
– Ha sido diferente a cualquier otro ritual que haya presenciado.
Morrigan siguio sin mirarlo.
– Siento ser tan poco normal. Parece que tambien ha dejado alucinada a Birkita.
– ?Alucinada?
Morrigan suspiro.
– «Alucinada» significa «asustada», o «maravillada», o «inquieta», o todo junto.
– Entonces, no, vuestro ritual no me ha dejado alucinado. He dicho que me ha conmovido, no que me haya asustado ni inquietado. Y, francamente, no entiendo por que le ha parecido extrano a Birkita. Las Portadoras de la Luz siempre han seguido su propio camino.
Ella respiro profundamente y se dio la vuelta.
– ?Que sabes tu de las Portadoras de la Luz?
– Se que historicamente, se las considera mujeres con gran talento y reglas propias -dijo Kegan con una sonrisa-. Pero nunca habia visto a ninguna llevar a cabo un ritual, hasta hoy. Es mucho mas interesante en persona que en las paginas secas y anejas de los libros de historia.
– Mas o menos como los centauros.
La sonrisa de Kegan no vacilo.
– ?Los centauros?
– Estabas presente ayer, cuando Shayla y Perth dijeron que Birkita habia predicho mi venida, y que Adsagsona me habia traido con los Sidethas, ?verdad?
Kegan asintio.
– Si.
– Todo eso es cierto. Pero no explicaron que Adsagsona me ha traido desde muy lejos.
– ?Y donde esta el sitio del que venis? -le pregunto Kegan con curiosidad.
– Es un territorio llamado Oklahoma. Esta… al suroeste. Y alli no hay centauros. Solo en las… ?como lo has dicho tu? En las paginas secas y anejas de los libros de historia.
Kegan pestaneo varias veces, completamente pasmado.
– ?No hay centauros?
– Ni uno.
– ?Yo soy el primer centauro que habeis visto en vuestra vida?
– El primero, si.
– Y te has quedado… -Kegan titubeo despues de decidirse a tutearla y arqueo las cejas por la familiaridad que tan rapidamente habia sentido hacia ella-, alucinada conmigo.
Morrigan se echo a reir.
– Si, admito que un poco.
– ?Y como soy, en comparacion con las paginas de los libros de historia? -pregunto el, con una sonrisa brillante que hizo que se pareciera todavia mas a Kyle, si eso era posible.
Morrigan se tomo su tiempo para responder, aprovechando la excusa para estudiarlo. Primero, bajo los ojos desde su rostro a su torso humano, y despues examino su parte equina. Lo que habia pensado sobre el antes era verdad: Kegan tenia una belleza terrible que era tan atrayente como extrana. Era diferente a Kyle. Su reflejo centauro era extremadamente masculino, un animal macho apenas templado por la parte humana. Y, al igual que en la cueva de Oklahoma, la excitacion que todavia sentia despues del poder del ritual la hizo acercarse a el con una fuerza elemental.
– Creo que eres magnifico -le dijo.
El no se habia movido mientras ella lo estudiaba, sino que habia estado mirandola fijamente con sus ojos azules. Su expresion decia que disfrutaba de la atencion, y agradecia su escrutinio.
– Entonces, tenemos eso en comun. Yo tambien creo que eres magnifica.
Su voz se habia hecho mas grave, y Morrigan sintio escalofrios de electricidad.
– ?Puedo preguntarte algo?
– Lo que quieras.
– Birkita me ha dicho que un Sumo Chaman centauro puede cambiar de forma. ?Es verdad?
El sonrio de nuevo.
– Si, es cierto.
– ?Y puedes adoptar cualquier forma?
– Cualquier forma de un ser vivo -corrigio el.
Lentamente, la tomo la mano y se la llevo a los labios. Le dio la vuelta y le beso la parte carnosa que habia bajo el pulgar, y despues, muy suavemente, la mordio alli, antes de decirle:
– Tal vez un dia me permitas mostrarte mis habilidades.
Sus labios eran calidos, y aquel delicado mordisco le envio a Morrigan chispas de placer por todo el cuerpo.
– ?Puedes adoptar la forma de un hombre?
– Sea cual sea la forma que tome, deberias saber que siempre sere mas que un hombre humano.
– Eso ya lo veo -dijo ella, con la voz un poco entrecortada.
Aquel flirteo burlon entre ellos hacia que Morrigan se sintiera de una manera que le encantaba. La belleza extrana de Kegan, combinada tan perfectamente con su parecido a Kyle, le excitaba, y Morrigan queria acariciarlo, aunque sabia que seguramente no debia hacerlo.
«?Eres una Portadora de la Luz! ?La pasion y el fuego son tu derecho!».
Aquella voz exploto en su cabeza y la impulso a entrar en accion. Tiro de la mano, y Kegan la solto facilmente. Entonces, Morrigan vio como se le reflejaba la sorpresa en la mirada cuando ella, en vez de retroceder, se acerco todavia mas a el.
– ?Te importa que te toque?
– No solo no me importa, sino que lo agradeceria -dijo Kegan sin titubear.
Primero, ella le puso la mano sobre el hombro, justo por encima del biceps. El llevaba un chaleco de cuero que dejaba desnudo la mayoria de su torso. Kegan tenia una sonrisa juguetona.
– Ya me has tocado ahi.
– Lo se, pero entonces estaba distraida y no estaba pensando realmente en ti.
– ?Y ahora?
– Ahora, si -dijo ella. Bajo la mano por su brazo poco a poco, y anadio-: Tienes la piel muy caliente. ?Siempre es asi?
– Si. Los centauros tienen una temperatura corporal mayor que la de los humanos.
Con gran intriga, Morrigan puso la palma de la mano en la abertura de su chaleco, sobre la piel desnuda del pecho de Kegan, y extendio los dedos. Sin apartar los ojos de los de el, comenzo a bajar la mano, acariciandolo, por encima de sus musculos abdominales, bien formados, hacia la cintura, y mas alla de su torso humano, donde el hombre se encontraba con la parte equina, de un pelaje dorado y brillante. Sintio que el temblaba, y se deleito al ver que aquella pequena caricia causaba una reaccion tan evidente en Kegan.
– Asombroso -susurro Morrigan.
– Morrigan… -el gimio su nombre, mientras le pasaba la mano por la nuca para besarla.
El beso no fue una intrusion. Fue una pregunta. Morrigan respondio con entusiasmo. Le rodeo los hombros