– Por casualidad, Kyle me sorprendio en la cueva cuando hice despertar la luz de todos los cristales, y…
Birkita siguio cepillando el pelo de Morrigan y sonrio.
– A veces, presenciar la obra de una diosa es una experiencia que inspira respeto reverencial…
– Bueno, fue algo mas que respeto reverencial -dijo Morrigan, que noto que se ruborizaba-. Fue… fue realmente apasionado.
Birkita tenia una sonrisa sabia.
– Yo nunca me he casado, hija, pero eso no significa que la pasion me resulte extrana.
Morrigan tenia las mejillas ardiendo. Realmente, no queria explicar lo que habia sucedido entre Kyle y ella.
– Bueno, de todos modos, mis abuelos me encontraron en la cueva con Kyle, y estabamos en mitad de una escena muy embarazosa cuando se produjo un derrumbe. Mis abuelos salieron, estoy segura, pero Kyle no quiso dejarme sola. El… murio, pero yo pase a traves de la selenita y apareci aqui.
– Y por eso te afecta tanto la presencia de Kegan.
Morrigan asintio.
– Esto es un lio, porque Kegan y el Maestro de la Piedra me han reconocido -dijo con tristeza.
– Tal vez no sea tan malo -dijo Birkita lentamente, mientras pensaba-. Kegan y Kai no van a salir corriendo al Templo de Epona para decirle a lady Rhea que el reflejo de su hija recien fallecida vive con los Sidethas. ?Que iban a conseguir con eso?
– No lo se.
– Nada. Solo conseguirian hacer sufrir mas a lady Rhea. No van a decir nada, al menos hasta que haya pasado mas tiempo. Y me parece que debe de haber una razon para que el Maestro Escultor de Partholon sea la imagen del hombre con quien estabas conectada en tu antiguo mundo. Tal vez Adsagsona te haya traido a Kegan. Y, querida nina, los regalos de una diosa nunca deben ser ignorados.
En suenos, aquella noche, un hombre se acerco a Morrigan. Tenia el cuerpo de Kyle. Sus manos eran las de Kyle, y sus labios eran los de Kyle, pero ella no podia verle la cara. Mientras le hacia el amor con una pasion que rayaba la violencia, su cabeza se lleno con la risa burlona de otro hombre.
Capitulo 11
Por la manana, Morrigan se desperto mucho antes de que Birkita fuera a su habitacion. Se levanto y se puso un vestido de color crema, hecho de una tela que parecia una mezcla de seda gruesa y lino. Tenia una caida muy bella y se le cenia al cuerpo suavemente, y estaba ribeteada con gemas amarillas. Despues, Morrigan se tendio de nuevo en la cama y, mientras acariciaba a
?Que era lo que le habia dicho el espiritu de su madre? ?Que era necesario hacer un sacrificio de sangre para que ella pudiera pasar a traves de la Division a Partholon? Morrigan habia pensado que Rhiannon se referia a Kyle, pero ahora ya no estaba tan segura.
Ya era lo suficientemente desconcertante que la hija de Shannon fuera exactamente igual que ella, sino que ademas, le producia un sentimiento de angustia pensar que habia muerto. «Y tal vez por mi», penso. No. A Morrigan se le encogio el estomago. No. Ella no podia tener nada que ver con la muerte de Myrna. Estaba en Oklahoma cuando habia ocurrido. Hasta el dia de aquel derrumbe en la cueva, Morrigan ni siquiera sabia que existia Partholon, y mucho menos Myrna.
Sin embargo, el dios oscuro, Pryderi, si sabia que existia Partholon, y seguramente tambien sabia que existia Myrna, y claramente, sabia que existia Morrigan. Segun el abuelo, Pryderi habia estado presente en su nacimiento.
– ?No! Pryderi no tiene nada que ver conmigo. Yo le pertenezco a Adsagsona. No soy como mi madre. No voy a escuchar los susurros del dios oscuro.
– ?Morrigan? -dijo Birkita desde el otro lado de la cortina de cuero-. ?Puedo entrar?
– Si, si, por supuesto -respondio Morrigan.
Birkita miro a su alrededor al entrar en la habitacion.
– ?Estas sola? Me ha parecido oir que hablabas.
Morrigan sonrio con timidez.
– Estaba hablando sola.
Birkita sonrio tambien, aunque con un poco de preocupacion.
– ?Quieres que vayamos a desayunar?
– Creo… creo que antes quiero decir las plegarias por Myrna. Para mi tiene sentido. Ayer tuve que ayunar para el ritual de la luna llena. Esto no es menos importante.
– Si, Morrigan -dijo Birkita en tono de aprobacion-. Si esperas aqui, ire a llamar a las Sacerdotisas para que vengan a buscarte.
– Avisa tambien a Kai y a Kegan.
– Muy bien.
Despues de que Birkita se marchara, Morrigan se miro en el espejo de la habitacion.
– ?Tienes la mas minima idea de lo que estas haciendo?
«Estas aceptando tu destino…».
Aquellas palabras flotaron a su alrededor en el aire fresco de la cueva. Morrigan intento percibir la voz de la diosa en ellas, pero lo unico de lo que pudo estar totalmente seguro fue del sonido de sus propias dudas.
Morrigan y sus Sacerdotisas se dirigieron a Usgaran para aquel ritual de oracion. Las Sacerdotisas llevaban guirnaldas de lavanda y salvia que impregnaban el aire de una fragancia dulce. Habia doce en total, y formaron filas de seis frente a Morrigan. Brina caminaba delante de ellas, y entre todas, formaban una procesion silenciosa que se movia en una ola de esencias.
La gran sala Usgaran estaba vacia, salvo por la presencia de Kai, Kegan y Birkita. Los tres estaban frente al Cristal Sagrado. Cuando las Sacerdotisas entraron a la sala, Birkita se acerco a Morrigan y le hizo una respetuosa reverencia. Las Sacerdotisas ocuparon su puesto, seis a cada lado de la piedra de cristal. Despues, cada una de ellas se acerco a uno de los braseros que iluminaban la circunferencia de la estancia y prendieron la lavanda y la salvia sobre el fuego. Despues de unos momentos, las Sacerdotisas apagaron las guirnaldas soplando suavemente, y volvieron a colocarse junto al Cristal Sagrado, mientras el humo de las hierbas se alzaba en volutas grises a su alrededor.
Morrigan se quedo de nuevo asombrada por la terrible belleza del centauro, y tuvo dificultades para dejar de mirarlo. Kegan parecia joven, era muy guapo y muy exotico, aunque tenia una expresion de tristeza.
Por fin, Morrigan aparto la mirada y se dirigio hacia el enorme Cristal Sagrado, que permanecia oscuro, tal y como ella lo habia dejado. Cerro los ojos y se concentro. ?Que podia decir para ayudar al alma de Myrna, y para ayudar a todos aquellos que habia dejado atras? Como su madre, por ejemplo. Shannon. La mujer con la que Morrigan siempre habia sonado como si fuera su propia madre, y a la que habia echado de menos durante toda la vida. Sintio una subita punzada de ira y desesperacion, y elevo los brazos por encima de la cabeza para comenzar el ritual.
– ?Adsagsona, te llamo a las alturas! -Hizo una pausa, bajo los brazos y formo una uve con las manos-. Y abajo. Nuestros visitantes, el Maestro Escultor, Kyle y el Maestro de la Piedra, Kai, nos han traido noticias tristes. Myrna, la hija de la Elegida de Epona, ha muerto. Asi que las Sacerdotisas y yo te rogamos que ayudes a su alma a encontrar el reino de su diosa, y que tambien ayudes a quienes dejo atras. Alivia su pena y su dolor.
Sin abrir los ojos, Morrigan se detuvo, y lucho contra una rafaga de celos que estuvo a punto de ahogarla. Seguramente en aquel momento, Shannon estaba llorando por la muerte de su hija, de la misma manera que Morrigan habia empapado la almohada durante noches interminables durante su ninez, mientras lloraba hasta quedarse dormida, mirando la fotografia de Shannon, anhelando una madre que nunca podria tener. Pero durante todo aquel tiempo, todas aquellas noches, Shannon estaba viva y vivia en Partholon, y queria a su hija verdadera.
Con una intensidad que la hizo temblar, Morrigan deseo que sus abuelos no le hubieran ocultado la verdad.