con los brazos, hasta donde pudo llegar, y recibio la lengua de Kegan con la suya. ?Era tan calido…! Y tenia un sabor salvaje, masculino y delicioso. La energia erotica que se habia estado acumulando en su cuerpo se inflamo de nuevo, y ella se cino contra su cuerpo, deseando sumergirse en el calor y la pasion que el habia encendido, como habia deseado hacerlo una vez, en la cueva de Oklahoma.
– ?Oh, disculpad, mi senora!
Morrigan se separo de Kegan y tuvo que contenerse para no gritarle a Deidre, que la estaba mirando boquiabierta.
Kegan se recupero primero.
– Excelente. Has traido la comida.
Sonriendo, tomo la cesta cargada de manos de Deidre.
– Yo… yo… lo siento. No queria interrumpir -dijo la muchacha.
– No te preocupes -dijo Morrigan, aunque si estaba enfadada por la interrupcion. Le ardia el cuerpo, y estaba totalmente entregada a Kegan cuando habia aparecido Deidre. Muy bien. Se imaginaba el cotilleo que iba a extenderse, por no mencionar lo que Birkita tendria que decir al respecto.
El tono aspero de Morrigan hizo que la Sacerdotisa se estremeciera y repitiera con nerviosismo:
– No queria interrumpir.
Morrigan dijo entonces, con exagerada amabilidad:
– Muchas gracias, Deidre. Ya puedes marcharte.
La Sacerdotisa hizo una reverencia, y practicamente, salio corriendo hacia la cueva. Morrigan estaba lanzandole una mirada fulminante a la espalda cuando oyo la risa de Kegan, y se volvio con los ojos centelleantes hacia el.
Sin dejar de reirse, el le entrego la cesta, como si estuviera haciendole una ofrenda a una diosa iracunda.
– Fui yo quien le pidio a la Sacerdotisa que trajera comida y vino. Ten piedad.
La reaccion divertida de Kegan calmo a Morrigan. ?Por que estaba tan enfadada, de todos modos? La habian sorprendido besando a un centauro, y eso no tenia tanta importancia. Tenia que controlarse; sin embargo, sus emociones estaban a flor de piel, y todo se intensificaba: la sensibilidad, el enfado, la excitacion… Volvio a mirar a Kegan. Bueno, la mayoria de sus amigas habian perdido la virginidad ya. ?Por que no…?
– ?Estas decidiendo si me vas a lanzar una bola de fuego? -le pregunto el con una sonrisa.
Ella abrio la boca para decir que no podia hacer eso, y despues lo penso mejor. Tal vez si pudiera. Se limito a sonreir.
– No eres tu a quien se la lanzaria.
Kegan se rio de nuevo.
– Ten piedad de la pobre Sacerdotisa. Ya la has dejado alucinada.
Morrigan puso los ojos en blanco.
– Bueno, ya esta bien de palabras de Oklahoma -dijo, y senalo la cesta. De repente, se habia dado cuenta de que estaba hambrienta-. ?Vas a compartir lo que hay en la cesta?
– Bueno, eso depende.
– ?De que?
– Voy a pedirte un pago por compartirlo -dijo Kegan, con una chispa de picardia en los ojos.
Morrigan fruncio el ceno. Ella ya lo deseaba; pero no le gustaba pensar que el quisiera comerciar con su deseo.
– Yo no me vendo -respondio muy seriamente.
El tambien se puso serio al instante.
– Me has malinterpretado, Morrigan. Yo nunca intentaria comprarte. Estaba haciendo una broma, aunque quiza no fuera acertada, e iba a pedirte que me ensenaras mas palabras de Oklahoma.
Morrigan se ruborizo. Realmente, se estaba comportando como una bruja.
– Oh… siento haber reaccionado asi.
– Tienes que comer. Despues de un ritual intenso, el cuerpo y el alma tienen que nutrirse. Conozco un sitio cercano que sera estupendo para comer.
– Me parece bien -dijo Morrigan.
Entonces, el le ofrecio el brazo y ella lo tomo.
– ?Te estas acostumbrando a tocarme? -le pregunto Kegan, inclinandose hacia ella de una manera intima, y acercandose para que se rozaran al andar.
Ella lo miro, y sintio que la pasion invadia su cuerpo de nuevo. Sonrio con coqueteria.
– No se. Tal vez tenga que hacerlo mas veces para saberlo con seguridad.
– Tus deseos son ordenes para mi.
Capitulo 13
Kegan le mostro un camino que rodeaba el lateral de la salida de la cueva, y que despues ascendia por la colina. Morrigan se dio cuenta de que era el mismo camino que conducia a la cueva de Oklahoma. En la cima de la colina habia una preciosa zona de merendero, con parrillas y mesas, donde sus amigas y ella habian tomado la comida que les habia preparado la abuela… ?solo una semana antes! A Morrigan le parecia que habia pasado una vida entera, pero en realidad solo habian pasado siete dias.
Sobre la entrada de la cueva, Morrigan se quedo asombrada por la belleza exuberante y salvaje que la rodeaba.
– Asi que esto es Partholon -dijo Morrigan.
Kegan se echo a reir.
– No, Morrigan, esto es el Reino de los Sidethas -respondio el. Despues, senalo con el dedo-: ?Ves aquel contorno verde, a lo lejos, en el sur? Eso es Partholon.
– Bueno, parecen bonitas, pero creo que yo tengo debilidad por esto -dijo Morrigan, e hizo un gesto con los brazos, para abarcar lo que tenia ante si. El paisaje le recordaba a Oklahoma, pero tenia algunas diferencias: era mas grande, mas salvaje, como ella imaginaba que seria el Lejano Oeste. Tenia una belleza indomita y poderosa. A su izquierda habia unas montanas escarpadas, sin vegetacion, de un color rojizo mas intenso que el color terroso de los alrededores de la cueva.
– Las Montanas Tier -dijo Kegan-. El Reino de los Sidethas se extiende en tuneles bajo la mitad este de las Montanas, pero las Tier se extienden desde aqui hasta el mar. Salvo por el Castillo de la Guardia, que es el puesto de vigilancia del unico paso que hay en esas montanas, nadie reclama esas tierras como propias. Tienen una reputacion oscura, y es mejor no adentrarse en ellas.
Morrigan sintio una punzada de aprension.
– Mas al este, el Reino de los Sidethas se extiende hasta encontrarse con las inhospitas Tierras de los Ciclopes.
Morrigan abrio unos ojos como platos.
– ?Ciclopes?
Kegan se echo a reir.
– ?Tampoco existen en Oklahoma?
– Solo en los libros.
– Vienes de un lugar extrano, Morrigan.
– ?Sabes? Estaba pensando exactamente lo mismo sobre ti -dijo ella. Entonces, el comenzo a protestar, pero ella le hizo un gesto con la mano y continuo-: Me gustaria seguir con el paseo, por favor.
El sonrio con ironia e hizo una reverencia.
– Tus deseos, ordenes para mi -respondio. Entonces, senalo a las tierras que se extendian ante ellos, por encima de las Cuevas-: Las Salinas estan en el Reino de los Sidethas, pero se extienden un poco mas alla, hasta las Tierras Yermas, un territorio mas inhabitable incluso que las Tierras de los Ciclopes.
Morrigan dio unos cuantos pasos hacia delante. La vista la dejo sin aliento, haciendole sentirse pequena, pero al mismo tiempo, conectada a la vasta majestuosidad del paisaje. Desde las montanas en las que estaba la