acelerado. Aferro con fuerza su baston de cana y apresuro el paso. De pronto, al dar la vuelta a un recodo del camino, alli estaba ella, como una aparicion de color crema y amarillo que vagaba de manera pensativa entre los helechos y las violetas silvestres que tapizaban el bosque. Darcy disminuyo el paso e hizo el ultimo intento por recuperar la compostura antes de que ella se percatara de su presencia, pero fue inutil. Tan pronto como aparecio ante la muchacha, ella levanto la cabeza de su atenta observacion de la naturaleza que la rodeaba. Con los ojos abiertos por la sorpresa, Elizabeth lo miro directamente y, en ese momento, parecio disparar un dardo tan real que Darcy sintio como si le atravesara el pecho para alojarse en lo mas profundo de su ser, haciendole detenerse.

– ?Senor Darcy! -La sorpresa y el desconcierto en la voz de Elizabeth volvieron al caballero a la realidad.

– Senorita Bennet. -Se oyo decir Darcy y, al oir sus palabras, recupero el dominio de su cuerpo. Le hizo una inclinacion. La curiosidad reemplazo entonces a la sorpresa en los ojos de la muchacha, cuando lo vio volverse a poner el sombrero y caminar hacia ella-. ?Esta usted comenzando su paseo matutino -pregunto Darcy con una voz no tan firme como le habria gustado-, o se encuentra al final de su excursion?

– Estaba a punto de regresar, senor -le informo Elizabeth, mientras parecia buscar algo detras de el, por el camino-. ?No lo acompana el coronel Fitzwilliam?

– No, a mi primo no le gusta la luz de las primeras horas de la manana -contesto Darcy, ansioso por terminar con la charla acerca de Richard. Luego se obligo a insistir y tomar el control de la conversacion-. Si usted va a regresar, senorita Bennet, ?me permite ofrecerle mi compania? -La expresion de Elizabeth volvio a reflejar desconcierto-. Sera un placer -anadio Darcy en voz baja, extendiendo el brazo. Ella asintio lentamente para mostrar su aceptacion y puso su mano sobre el brazo del caballero. A el le costo trabajo contener el impulso de proteger la mano de la dama con la otra mano. Pero, en lugar de eso, hizo senas para iniciar el camino de vuelta-. ?Vamos?

– Si, gracias, es usted muy amable -murmuro Elizabeth.

– Es un placer -repitio Darcy de manera distraida, pues estaba concentrado en refrenar a su corazon desbocado, mientras disfrutaba al mismo tiempo del cumulo de sensaciones que le producia el hecho de estar cerca de ella.

– Senor Darcy. -Elizabeth levanto la cabeza para mirarlo-. Hay innumerables senderos en Rosings, ?no es asi?

– Si, eso creo -respondio el, y luego desvio la mirada rapidamente hacia el camino, con el fin de ocultar la sonrisa que amenazaba con asomar a sus labios. ?Caramba, aquello iba a ser imposible! ?Como podia evitar reirse como un tonto si el cielo mismo estaba agarrado de su brazo?

– Tal como pense. -La satisfaccion de Elizabeth con esa deduccion aparentemente tan sencilla lo intrigo, pero ella le aclaro rapidamente el misterio al decir-: Aunque no he recorrido todos los senderos de Rosings, le ruego que me permita decirle que este en particular me parece muy eficaz para serenar el espiritu y promover la reflexion solitaria.

– ?En efecto! -Darcy desvio la mirada, desesperado por ocultar la sonrisa que otra vez amenazaba con asomar involuntariamente. ?Gracias a Dios su estatura y su porte no permitian que ella le viera la cara! No estaria bien ser demasiado obvio, revelar abiertamente la magnitud del placer que le habia causado lo que ella le habia comunicado de manera tan delicada. Pues bien, ?estaba decidido! Alli podria encontrarla si queria seguir adelante con la idea de tener conversaciones privadas.

– Entonces, ?le gusta pasear sola, senorita Bennet? ?No le gustaria tener compania?

– Ah, si, a veces. La compania adecuada puede marcar una gran diferencia en el placer que produce un paseo. Pero si no puedo tener esa compania, prefiero mi propia compania, senor, y el silencio.

– Entonces tambien somos de la misma opinion en esa cuestion -dijo Darcy, asintiendo. La compania adecuada… Ah, ?mejor que mejor!

Elizabeth volvio a levantar la cabeza para mirarlo, con una expresion de curiosidad.

– No entiendo a que se refiere, senor Darcy.

– Estoy seguro de que fue usted quien lo noto primero. -Ella siguio mirandolo con desconcierto y como Darcy no podia soportarlo, explico-. Usted me dijo una vez que observaba una gran similitud en nuestra forma de ser. Le ruego que me permita guardar silencio sobre las observaciones particulares que hizo esa noche, pero, en general, creo que su apreciacion es correcta.

– ?Por supuesto! -exclamo Elizabeth y fue ella quien desvio la mirada esta vez. El resto del camino de regreso hasta Husford transcurrio en un silencio que a Darcy le parecio agradable y que ninguno de los dos quiso romper hasta que llegaron a la puerta de la empalizada que estaba frente a la casa parroquial. Darcy la abrio con la mano que tenia libre y solo en ese momento sucumbio a la tentacion de estrechar la mano que descansaba sobre su brazo. La tomo y la sostuvo mientras hacia una reverencia. Luego la solto y dio un paso atras.

– Que tenga un buen dia, senorita Bennet -dijo con voz suave.

– Lo mismo le deseo, senor Darcy -respondio ella. El le dirigio una sonrisa enigmatica. Ella volvio a mirarlo con curiosidad, luego hizo un gesto con el sombrero y dio media vuelta para regresar a Rosings. De nuevo al amparo de los arboles, Darcy se golpeo la palma de la mano izquierda con el baston. ?Aquello si que era un progreso! ?Por Dios, apenas podia esperar a que llegara manana!

A la manana siguiente llovio, y aunque como terrateniente Darcy agradecio la lluvia, se vio obligado a pasearse con impaciencia por los corredores de Rosings mientras le refunfunaba a su primo por cualquier motivo. Finalmente, cuando Richard ya no pudo aguantar mas su mal humor, se retiro con un libro a un rincon de la amplia pero poco usada biblioteca de su tia. Darcy penso malevolamente que dudaba que ella hubiese podido leer todos los volumenes alli almacenados, aunque hubiese estudiado y se hubiese convertido en una gran lectora, pero luego se reprendio por su falta de compasion. ?Que era lo que le pasaba? ?El sabia lo que le ocurria! Queria estar en la alameda con Elizabeth, tener otra vez su mano sobre el brazo y sentir como su cercania invadia sus sentidos.

Tras soltar un suspiro, dirigio su atencion al libro que habia elegido al azar y trato de concentrarse en las palabras impresas que tenia delante, pero el suave chirrido del pomo de la puerta le hizo levantar la cabeza enseguida. ?Acaso Richard estaba tratando de espiarlo a escondidas? La puerta se abrio un poco antes de revelar la mano que estaba detras de tanto sigilo. Darcy abrio los ojos con sorpresa. ?Anne! La ligera figura de su prima se deslizo hacia el interior de la biblioteca y se apresuro a cerrar la puerta detras de ella con suavidad. ?Pero la senora Jenkinson no estaba con ella! Aterrado, Darcy arrugo la frente. Probablemente era la primera vez que veia a Anne sin que su dama de compania estuviera a su lado. Sin detenerse a mirar a su alrededor, su prima se dirigio directamente hacia las estanterias que habia entre las ventanas que miraban hacia el norte y comenzo a revisarlas ansiosamente, libro por libro. La rigidez de su figura y los pequenos suspiros de frustracion que se oian a traves de la estancia le indicaron a Darcy que Anne no estaba teniendo mucho exito al revisar las estanterias de abajo y que pronto necesitaria las escaleras. Impulsado por un ataque de amabilidad sumado a la curiosidad, el caballero se levanto de su silla.

– ?Podria…? -Darcy no pudo decir nada mas. Al oirlo, Anne grito alarmada, dando media vuelta para mirarlo con tal expresion de pavor que su primo temio que se desmayara. Durante un momento los dos se quedaron inmoviles, mirandose el uno al otro, hasta que Anne desvio la mirada, pareciendo encogerse.

– Prima -comenzo a decir Darcy nuevamente, en voz baja-, ?me permites ayudarte? Dime lo que estas buscando. -Anne levanto la vista y lo miro de manera penetrante, como si estuviese calibrando su sinceridad-. ?Anne? -insistio Darcy con voz suave.

– Wordsworth -susurro Anne finalmente-. El primer volumen de sus poemas. La senora Jenkinson se lo llevo antes de que… Mama no aprueba que… -Anne se interrumpio, sonrojandose-. Por favor, debo encontrarlo.

– Claro -le aseguro Darcy, volviendose hacia los estantes que ella habia estado revisando-. ?Estas segura de que esta por aqui?

– La senora Jenkinson siempre pone aqui los libros que yo leo. Asi mama sabe que he estado leyendo.

– ?Empiezo a comprender! -Darcy sonrio a su prima antes de acercarse a la estanteria-. Encontraremos el libro, prima. -Anne le lanzo una triste mirada de alivio y gratitud. Darcy se dio cuenta de que hasta entonces nunca habia pensado mucho en como seria la vida de su prima. Lo menos que podia hacer era encontrar el libro y se propuso hacerlo.

– ?Aja! ?Lo encontre! -Darcy saco su presa de entre dos libros que lo tenian atrapado en uno de los estantes superiores-. ?Anne, aqui esta! -grito y se lo alcanzo. Su prima levanto el brazo para agarrarlo, pero Darcy lo solto demasiado rapido y el libro cayo al suelo, mientras las paginas sueltas se desperdigaban-. ?Anne! Perdoname. -

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